Claustro Poético

Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 69. Verano-2022

Asociación Cultural Claustro Poético

 

  Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo

  Coordinador: Juan Antonio López Cordero

D.L. J-309-2005

ISSN 1699-6151

CONSEJO DE REDACCIÓN

Poemas

Petricor

Vernácula

Fuente de gratitud multiplicada

Remanso fugaz de luz

Veranos crepusculares

Aroma Primun (video-poema)

Desde el corazón de la poesía

El espejo de la poesía

El espíritu de la contemplación

Soneto XXIV

Soneto XXV

Soneto XXVI

 


Colaboraciones

Arados


Noticias

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Arados*


  

   Tengo en mi huerta unos arados con los que mi padre hizo miles de kilómetros de surcos. Los coloqué sobre un pedestal, en lugar destacado. Cada vez que los miro, viene a mi mente su imagen, su delgadez, sus fuertes brazos, su sombero de paja... Se lo llevó el tiempo fuera de esta vida, ya cansado, muy cansado.

"A un anciano abatido

avive el buen cristiano

el seso adormecido,

ponga al hierro mortífero la mano,

mas no a la sien insano,

sino a tierra, en arado convertido."

                                   José Martí.

 

 

   Donde quiera que esté quisiera escribirle aquello que no le dije en su día, pues ahora que mi rol cambió siento lo que él sentía, y me veo en él, con sus virtudes y sus defectos, como un timonel que marca al barco un rumbo que no acepta la tormenta, que se alarga en los días y no cesa; hasta que rendido se deja llevar a la calma del destino.

"Yo vi del rojo sol la luz serena

Turbarse, y que en un punto desparece

Su alegre faz, y en torno se oscurece

El cielo con tiniebla de horror llena.

El austro proceloso airado suena,

Crece su furia, y la tormenta crece,

Y en los hombres de Atlante se estremece

El algo olimpo y con espanto truena;

Mas luego vi romperse el negro velo

Deshecho en agua, y á su luz primera

Restituirse alegre el claro dia,

Y de nuevo esplendor ornado el cielo

Miré, y dije: ¿Quién sabe si le espera

Igual mudanza á la fortuna mia?"

                              La tempestad y la calma. Juan de Arguijo

 

   Hoy, entre luchas y fracasos, me reconforta su recuerdo a través de esos arados erguidos, que hicieron tanta simienza. Forman parte de lo que no tiene precio, son su recuerdo, porque siguen siendo suyos, donde quiera que esté.

"Dígame mi labriego

¿cómo es que ha andado

en esta noche lóbrega

este hondo campo?

dígame de qué flores

untó el arado,

que la tierra olorosa

trasciende a nardos?

dígame de qué ríos

regó ese prado,

que era un valle muy negro

y ora es lozano?

otros, con dagas grandes

mi pecho araron:

pues ¿qué hierro es el tuyo

que no hace daño?

..."

                      Valle lozano. José Martí.

 

                                                         *Juan Antonio López Cordero.

 

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