Claustro Poético

Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 56. Primavera-2019

Asociación Cultural Claustro Poético

 

  Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo

  Coordinador: Juan Antonio López Cordero

D.L. J-309-2005

ISSN 1699-6151

CONSEJO DE REDACCIÓN

Poemas

Campo magnético

De rodillas

Enma

El frío

Homenaje a Federico García Lorca

Homenaje a Wall Withman

Quiero parecerme a Lope de Vega

El instante eterno

Dos alas de libélula

Laudo

Nada

Ama siempre para que el mundo cambie

Ante el umbral del año nuevo

Combate espiritual

Dejémonos conmover por la bondad del Niño Dios

El demonio que llevamos dentro

El ejercicio del amor

Los hijos de la poesía han de manifestarse


Colaboraciones

El Arco

80 años de la muerte de Antonio Machado


Noticias

Certámenes de poesía abril-junio-2019


Colaboran en este número


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Los hijos de la Poesía han de manifestarse*


                

 

Los hijos del verbo han de volver al verso

y han de envolverse de celestes compases,

pues tras el sueño de andar sin horizonte,

llega esperanza que nos enciende y trasciende,

después de ir de acá para allá, despertando

al fin, conscientes de que la cruz de Cristo,

es el mayor latido de entrega versado,

un don valioso de la misericordia de Dios,

un camino que nos redime y nos salva,

que se reconoce en la poesía y nos vive.

 

Regresemos al espíritu de la nívea pureza,

dejémonos entusiasmar por su aliento,

contemplémonos y hagamos locución

con la fuerza creciente de la luna sideral,

con el aleluya del hermano sol naciente,

con la fortaleza del viento aireando

la lógica creativa de lo que soy y no soy,

un ser andante dispuesto a reencontrarse,

llamado a ser germen de simpatía,  ángel,

fuente de luz, astro para toda la eternidad.

 

Retornemos a ese universo de latidos,

reconciliémonos en la autenticidad del yo,

hagamos siempre propósito de rectificación,

encontremos tiempo también para nosotros,

para hallarse consigo, no olvidarnos de nadie,

para radiar la mística del abrazo por doquier,

la mesura en lo terrenal, y poder compartir

lo que es común a todos, y lo que permanece,

esa mirada limpia de Jesús que nos orienta,

que está ahí, para liberarnos de vanidades.

 

Una vez tomado este pasaje de amor puro

en nuestro diario, comprenderemos

que nada es para sí, que todo mana y emana

del desprendimiento de lo mundano,

de nuestra capacidad de ofrendar  y donar,

de nuestra vivencia por ser morada,

de nuestra convivencia con los demás,

pues un corazón cerrado, que no ofrece,

muere en la tristeza, se siente sin pulso,

le falta compañía para que acompase el alma.

 

              *Víctor Corcoba Herrero, 9 de marzo de 2019.

 

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