Claustro Poético

Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 43. Invierno-2016

Asociación Cultural Claustro Poético

 

  Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo

  Coordinadores: Fernando R. Ortega Vallejo y Juan Antonio López Cordero

D.L. J-309-2005

ISSN 1699-6151

CONSEJO DE REDACCIÓN

Poemas

Sentado en la alborada

S.D. (A Juan Antonio Castilla)

Apocalipsis

Mártir

Tu jardín

El mar arborotado

Soneto XXX

Soneto XXXI

Behering

La ingenua

Infancia de la maravillosa

Jonh Keats

En los campos de Dios

Al señor uno y trino que nos acompaña

Cada cual consigo y Dios en toda vida

El consuelo espiritual del órgano

La duda es poeticamente visible

La eternidad es de Dios

La Navidad que llevamos dentro

La obra divina


Colaboraciones

Baécula

 


Noticias

Premios de poesía enero-marzo 2016

 


Colaboran en este número

 


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La obra divina*


 

Somos el rostro visible que busca lo invisible del rastro.

Necesitamos salir de nuestro cuerpo, hallarnos y vernos.

Nos basta reconocer la voz de Dios y su imperecedero verso.

En la perenne poesía es donde el alma crece y se recrea.

Creciendo, maduramos; y recreándonos, sí que florecemos.

 

Más allá de un horizonte traspasado, nada es lo que es.

Porque lo que es nada, germina como un todo, ante Dios.

De la nada, hizo un orbe de andariegos en busca de sol.

Y por la nada, un cielo, donde recluirse para reflexionar.

Cobijándonos unos a otros, amamos; pensando, existimos.

 

Detrás de cada día siempre se halla el Creador y su silencio.

El azar no existe para el dador de vida, no conoce el ocaso.

El destino, al fin, nos lo bordamos cada cual consigo mismo.

Y así, cada obra de amor urdida, es un pulso y una pausa.

Quien sabe leerse sus interiores, también sabe trascenderse.

 

Reconoce en sí mismo y en su análogo, al Padre de todos.

Quien reconcilia el mundo en nombre del Padre es el Hijo.

Por obra del Espíritu, nos ponemos en camino, a la gloria.

Quien a Dios llama, jamás se extravía, pues siempre responde.

Sólo Él derrama fuerzas para ser su obra, para seguir su luz.

 

Jesús que desciende de las alturas se abaja hasta la muerte;

pero hace de la muerte, un rosario de soledades y esperanzas,

porque tras este sucumbir de cruces, en cada madrugada,

nos espera el asombro, sentir el éxtasis de nuestros pasos,

concebir el paraje hacia lo eterno, el pasaje hacia lo perpetuo. 

  

                *Víctor Corcoba Herrero, 19 de noviembre de 2015.

 

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