|
D.L. J-309-2005 ISSN 1699-6151 |
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
|
|
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
|
CONSEJO
DE REDACCIÓN
Poemas
Colaboraciones
Noticias
Nos anteriores
|
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
|
|
S. D. (A Juan Antonio Castilla)*
Aquel día tenías la mirada perdida,
oteando el horizonte de una calima
que se desplegaba perezosa y dura
por entre un galán presto a perfumar
y unos gatos tórridos, ausentes de pláticas.
Viste a los señores Laurel y Hardy,
casi borrachos en mi pecho carmesí,
riendo frente a la vida y al maldito ruin
y te emocionaste al imaginarte galopar
por el prado de tus ilusiones bellidas.
Y es que tu habla, es tan pura y diáfana,
que pasaría el día oyéndote tus cuitas,
y haciendo una y otra y otra fotografía
para reposar el alma de la sinceridad
que tu gesto noble siempre procura
en un derroche de extática paz y bondad.
¡Sí Juanito! Gracias a la extrañeza de la vida
tienes una maravillosa mirada perdida
y el corazón encontrado lejos de malicias.
Tu cabeza brilla como un reflejo de luna
dulcemente melificada y noctívaga
como aquel verso de hermosa cantiga.
Me quedaría contigo viendo pasar aves de plata
que surcan los mares y difuminan cielos
y abriría para ti un torrente de abrazos
que me hiciera desarraigar de este suelo.
*Juan Carlos García-Ojeda Lombardo.
Envíanos tus poemas
