Claustro Poético

Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 18. Otoño-2009

Asociación Cultural Claustro Poético

 

Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo

Coordinadores: Fernando R. Ortega Vallejo y Juan Antonio López Cordero

D.L. J-309-2005

ISSN 1699-6151

CONSEJO DE REDACCIÓN

Poemas

Soneto

Tarde de otoño

Vivir

Tus lágrimas de valor de ley

Interior

Aristas de olvido

Por la orilla

Soledades inimaginables

Dos poemas

Así fue, así vive

Poesía para mí mismo

Despedida

Fragmentos poéticos

Odio el alcohol


Colaboraciones

Tempus fugit

El poder del azul

La niña del agua


Noticias

XXV Premio de Poesía Juan Bernier

XXXII concurso de Poesía Ciudad de Montoro

III Certamen Nacional de Poesía Caja de Guadalajara

I Certamen de Poesías de Sierra Mágina


Colaboran en este número


Nos anteriores

 


 

 

Tempus fugit*


 

Dice la mitología griega que Chronos es el dios de las Edades y del Zodiaco. Es la personificación del tiempo, que surgió de sí mismo como un ser serpentino con tres cabezas, de hombre, toro y león. De él nació el universo y el eterno paso del tiempo, expresado por el poeta romano Virgilio en su obra Geórgicas (III, 284) como «Sed fugit interea fugit irreparabile tempus». “Pero entre tanto huye, huye irreparable el tiempo”, frase latina que aparece a menudo inscrita resumida en la carátula de los grandes relojes de péndulo con las palabras Tempus fugit, “El tiempo se escapa” o “El tiempo vuela”

Como todo lo etéreo, el tiempo ha tenido en el poeta un impacto especial. Ve en el tiempo un ir y venir en un ciclo infernal, del que la vida nos hace tomar parte, mientras observa el tiempo en el centro, para bien o para mal, pero copérnicamente insoportable.

 

”Dentro de ti tu edad

creciendo,

dentro de mí mi edad

andando.

El tiempo es decidido,

no suena su campana,

se acrecienta, camina,

por dentro de nosotros,

aparece

como un agua profunda

en la mirada”

Oda al tiempo. Pablo Neruda.

 

En un instante, años y años de vida, esfuerzos, sueños, esperanzas, sudor y lágrimas... son barridos de la memoria, absorbidos por ese “agujero negro” que nos obsesionamos en medir y contar.

 

“Reloj, ¿por qué avanzas?

Detente por favor.

No son lentas tus finas agujas,

y es rápido tu click clock.

No quiero que mis fuerzas desvanezcan,

no quiero que mis cabellos emblanquezcan,

ni tampoco que mis luchas perezcan,

en un descanso forzoso, en donde halla de estar.”

El tiempo. Javier R. Cinacchi.

 

Esta obsesión por el control del tiempo no siempre ha sido igual. En el pasado, el reloj no tenía sentido, los hombres no sabían su edad, las estaciones del año parecían más acusadas que ahora, el Sol marcaba las horas del día que también anunciaban las campanas con sus ocho llamadas: maitines, laudes, víspera, prima, tercia, sexta, nona y completas. Era una vida difícil, donde el dolor estaba muy presente, vida de mortalidad catastrófica, de impotencia ante enfermedades y hambrunas, de penitencia.

 

“El dolor envejece más que el tiempo,

este dolor dolor que no se acaba,

y que te duele todo todo todo

sin dolerte en el cuerpo nada nada.

A tantos días de dolor se muere uno,

ni la vida se va,

ni el corazón se para,

es el dolor acumulado el que,

cuando no lo soportas,

él te aplasta.”

El Dolor envejece más que el Tiempo. Gloria Fuertes.

 

 

Hoy, atrapados en el reloj, en el “tic-tac” de esa bomba que llamamos tiempo, bebemos su néctar a tragos, intentando poseerlo, atraparlo como si de materia se tratase, sin que Marcel Proust o Albert Einstein aporten consuelo a la frustración congénita del ser humano.

 

”Preciso tiempo necesito ese tiempo

que otros dejan abandonado

porque les sobra o ya no saben

qué hacer con él

tiempo

en blanco

en rojo

en verde

hasta en castaño oscuro

no me importa el color

cándido tiempo

que yo no puedo abrir

y cerrar

como una puerta.”

Tiempo sin tiempo. Mario Benedetti.

 

Siempre queda la esperanza de mirar atrás. Todo es pasado. Hasta que un día el tiempo quede atrapado en las líneas escritas por un escribano, que quizás las trace sin pensar que en ellas atrapa al tiempo, sin tener consciencia que en el futuro alguien las rescatará del olvido, cuando ya no tengamos tiempo.

 

“Habrá un tiempo

En que no tengas tiempo.

 

Un instante final

Juntando todos los instantes.

 

Ese día será todo al no ser nada

 

Serás nada siéndolo todo.”

                  Habrá un tiempo. Rolando Lazarte.

 

*Juan Antonio López Cordero.


                                 

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