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D.L. J-309-2005 ISSN 1699-6151 |
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Chamariz*
Voy contemplando un chamariz
que canta con potencia inusitada
desde un cable gris de teléfono,
expande su trino ecoico
por una plaza impersonal,
aburrida en el tiempo,
dispuesta a no mirarse más
en la luz umbrosa de una alcantarilla.
El chamariz eriza su garganta
y abate sus alas con contumacia,
dejando ver los amarillos de fuego
que contrastan con la insípida mañana.
Me siento en el rincón de un atrio,
tan impersonal y predecible
como un macetero de plantas de plástico,
como el olor a café de puchero
que exhala por una ventana sin postigos,
muy sobria, sin pintura y semicerrada.
Pero yo sonrío, y cierro los ojos,
solo un momento. Y es que,
el chamariz, se empeña
en contarme, que la vida es deliciosa,
y en medio de un charco pútrido
de rutinas, desazones y heridas,
se atisba la voz reparadora
de un ave diminuta y bizarra
que canta desde un cable gris
de teléfono.
Me levanto de mi frío asiento
y ando por la plaza con paso cierto.
Hace tiempo que olvidé el miedo.
*Juan Carlos García-Ojeda Lombardo.
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