Claustro Poético

Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 44. Primavera-2016

Asociación Cultural Claustro Poético

 

  Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo

  Coordinadores: Fernando R. Ortega Vallejo y Juan Antonio López Cordero

D.L. J-309-2005

ISSN 1699-6151

CONSEJO DE REDACCIÓN

Poemas

Asomado

Rebeldía

Noche de purpurina

Toda tú

Los palacios del sueño

Soneto XXXII

Soneto XXXIII

De las tantas cosas que no puede

Entonces, el canto...

Júbilo y caída

Calla

Por falta de amor

Renacerse cada día

Sobre la cruz en acto de amor supremo

Somos el sueño de Dios

Somos hijos del momento preciso

Somos la luz del poema

Un amor es para siempre


Colaboraciones

Nada


Noticias

Premios de poesía abril-junio 2016


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Nada*


 

   Hice un pozo profundo a la puerta de mi casa. Esperaba encontrar agua, pero sólo hallé nada. Y la nada se ha colado en mi hogar desde el sótano a las habitaciones más altas, lo ha llenado de silencio atroz y gélido frío. Creo que también ha entrado en mi mente, bloqueando las sinapsis neuronales. Temo que incluso llegue al sistema reptiliano, los campos más profundos y primitivos del cerebro, aquellos que surgieron hace cientos de millones de años, instintivos, autómatas, que nos mantienen despiertos.

No puedo leer un solo libro.

Una sola página.

Un solo párrafo.

Ni una línea.

No puedo escribir,

ni coger el teléfono,

ni encender un cigarrillo,

ni extender las piernas,

ni levantarme

siquiera

de esta silla.

Si me buscara

el pulso

estoy seguro

de que no me lo encontraría.

Realmente no sé

lo que me pasa.

No es asco.

No es hastío.

No es abulia.

No es cansancio.

No es indiferencia.

Son todas esas cosas

y no es ninguna.

Es como si el mundo

se me hubiera

parado

encima.

                    El Peso Del Mundo. Roger Wolfe.

 

El Pozo. Pedro Nolasco Cordero Gómez

 

   Quisiera tapar ese pozo seco y profundo que excavé, enterrar con él a la nada que contiene. No es fácil sin ayuda. Cada día salgo a buscarla por foros y calles, pero no me salen las palabras. La nada en mi cerebro las bloquea en su afán de conquistarlo del todo.

 

Uno va, viene y vuelve, cansado de su nombre;

va por los bulevares y vuelve por sus versos,

escucha el corazón que, insumiso, golpea

como un puño apretado fieramente llamando,

y se sienta en los bancos de los parques urbanos,

y ve pasar la gente que aún trata de ser alguien.

 

Entonces uno siente qué triste es ser un hombre.

Entonces uno siente qué duro es estar solo.

Se hojean febrilmente los anuarios buscando

la profesión «poeta» —¡ay, nunca registrada!—.

Y entonces uno siente cansancio, y más cansancio,

solamente cansancio, tiempo lento y cargado.

             Pasa y sigue. Gabriel Celaya

 

   Ese pozo me parece cada día más grande y más profundo. Qué fácil fue excavarlo y casi imposible rellenarlo. Me adhiero al enésimo intento, danzo para que la lluvia lo cubra de agua, arrojo lo que puedo por su boca insaciable de agujero negro galáctico y siento que el cansancio se adueña de mi cuerpo.

 

Es sin duda un parecido

A un abismo sin medida

Que recuerda una partida

Un adiós, algo perdido

La falta de una presencia

Que nada podrá llenar

Y obliga a recordar

El ayer y da experiencia.

Es imposible llenarlo

Al lugar si está vacío

Y aunque suene a desvarío

Nada con que compararlo

Nadie puede imaginarlo

Al hueco que se produce

En el espacio no luce

No existe con que llenarlo.

Solo el que tiene un vacío

Sabe lo que estoy diciendo

A que me estoy refiriendo

Si digo un lugar vacío

Es hablarles de la angustia

De un dolor de una tristeza

Una nada en la cabeza

El alma y las manos mustias.

    Lugar vacío. Tito Sanguinetti.

 

  Hay momentos que creo ver el pozo más grande en su vacío, absorber el espacio, el ruido… hasta el silencio. Es difícil, un reto imposible, un esfuerzo baldío e inútil, una lucha contracorriente. Y, sin embargo, empiezo a sentir que en esa nada hay algo, que el vacío contiene también palabras que lo conforman y lo mantienen. No es la nada, es mi nada, mía, de mi pozo, de mi casa, de mi mente.

            *Juan A. López Cordero.

  

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