Claustro Poético

Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 40. Primavera-2015

Asociación Cultural Claustro Poético

 

  Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo

  Coordinadores: Fernando R. Ortega Vallejo y Juan Antonio López Cordero

D.L. J-309-2005

ISSN 1699-6151

CONSEJO DE REDACCIÓN

Poemas

Compañía nocturna de tu cuerpo

Verde

Zurito

Hoy, más que nunca

Licor, frambuesa y pipermint

Cruza las nubes valiente

Las campanas de la muerte

A ti, mujer

Me asomé a la puerta

Me quedé embarazada

Bajo las sombras del asombro

Cuanto más se ama, más se sufre

La historia de su amor por nosotros

Los nudos de la existencia

Me alimento de los recuerdos, pero me sacio de Dios

Nuestra existencia no existe sin amor

Oración de un caminante


Colaboraciones

Aforismos

Huerto


Noticias

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Cruza las nubes valiente*


 

       Vuela, mi amor, a la altura

Y conquista el ancho cielo,

Que, alcanzado de tu vuelo,

Se rendirá a tu hermosura.

Abre las alas y apura

La brevedad de tu viaje.

No temas, ve con coraje

Donde habitan las estrellas,

Brillos vagos y centellas

Que alumbran hoy el paisaje.

       Cruza las nubes, valiente,

Y, en las lejanas mansiones,

Corona sus torreones,

Vuelve estandarte tu frente.

Antes que verte doliente,

Álzate, bella, en el viento.

Se llama en el firmamento

Y en el aire primavera,

Aunque diciembre quisiera

Quebrar tu voz y tu aliento.

       No te apartes del camino

Cuando vayas a la altura,

Mientras, lleno de amargura,

Ves nuestro llanto vecino.

En el aire peregrino

Serás un gorrión pequeño.

Regálate, pues, al sueño,

Cuando, gala a tu belleza,

Quiere ser oro y pureza,

El sol que tomas por dueño.

 

Soneto XXI

 

       Rindió el bastión sus torres y su muro,

Sus piedras y su fuerza, y, generoso,

El cielo se hizo claro y espacioso,

Soltando sus corceles sin apuro.

       La sombra desmintió su velo oscuro

Dejando que bullera, luminoso,

Un sol febril, acaso temeroso

Del hielo de la noche, el aire puro.

       El mar halló el pincel que, con el día,

Manchaba con sus fuegos el paisaje,

Llenándolos de luz y de belleza.

       Cansada de esperar, tu voz dormía,

El alma presta, lista para el viaje,

Helado el pecho, viva la tristeza

 

Soneto XXII

 

       Recuerdo tu mirar, que, perezoso,

A veces quejumbroso de la vida,

Los párpados cerraba, si, dormida,

Buscabas un descanso más gozoso.

       Sentada en la butaca, con reposo,

Solías ver las horas, su partida,

Corriendo a la aventura, y, aburrida,

Salvabas un bostezo generoso.

       El sueño era en tus carnes un consuelo

Que siempre tus plegarias suplicaron

Aquellas tardes grises y otoñales.

       Soñabas, y tus sueños eran cielo,

Descanso a los dolores que segaron

Sonrisas, otras veces, con sus males.

 

Soneto XXIII

 

       Dejaste este rincón cuando la aurora

Lucía sus mayores hermosuras,

Sus luces y sus galas, donde, oscuras,

Las sombras la supieron vencedora.

       Llegaba la mañana que, sonora,

Los pájaros halló en las espesuras,

Alegres de encontrarte en las alturas,

Un ángel resignado que no llora.

       Luciérnaga que brilla sin apuro

El tiempo que se escapa traicionero,

Los cielos liberó del viejo muro.

       Será llorar tu falta al mundo entero

Buscar consuelo, como el aire puro,

Allí donde se apaga tu lucero.

 

Soneto XXIV

 

       Despierta en el recuerdo de tu aliento,

Tu voz resuena, brilla la mirada,

Canción de amor que llena la alborada

Y el cielo corre, alada como el viento.

       Testigo de la luz de aquel momento

Que pudo ver tu llama ilusionada,

La tarde luminosa derramada

Hallé en tu voz, tu amor, tu sentimiento.

       Partió, sin avisar, hacia otros mares,

Acaso temeroso, fugitivo,

Tu espíritu, buscando otros lugares.

       Pudiera izar la vela estando vivo,

Como un aventurero a los altares,

Mi aliento hacia tu voz, volando esquivo.

 

Soneto XXV

 

       No pierdas en el reino de lo oscuro

La gracia de los besos pronunciados,

Que fueron con cariño regalados

Para aliviar tu rostro limpio y puro.

       La sombra del ocaso será un muro

Que no podrán cruzar cuando, callados,

Los diga tristes, débiles, cansados,

Viajeros en el alba con apuro.

       En mí retengo todos los momentos

Que no repetirá, al correr, la historia,

Tesoro de mis horas y mis días.

       Tu ausencia cobra un mar de sentimientos,

Mas no te borrará de la memoria

Ni en penas ni en dolor ni en alegrías.

 

                      *José Ramón Muñiz Álvarez.

 

  

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