Claustro Poético

Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 42. Otoño-2015

Asociación Cultural Claustro Poético

 

  Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo

  Coordinadores: Fernando R. Ortega Vallejo y Juan Antonio López Cordero

D.L. J-309-2005

ISSN 1699-6151

CONSEJO DE REDACCIÓN

Poemas

Soplar un vulano

El aroma afrutado del silencio

La Loma del Royo

Miro fijamente el Cielo

A Marcel Schwob

El uro

Lo que decía el poeta

Quiero ser una palabra en tu boca

Acerca del camino

Al señor Santiago

Cuerpos sin alma

El amor no se apodera de nadie

Oración a Nuestra Señora de la Vega

Saciarme en su luz

Salvado por la esperanza

Uno tiene que sentirse feliz por sí mismo

 


Colaboraciones

Gato negro

 


Noticias

Premios de poesía octubre-noviembre 2015

 


Colaboran en este número

 


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El uro*


 

Detrás del tiempo un animal me mira:

él sabe lo que escribo porque antes de mí

ya ha sido un nombre. Es el uro.

Fantasea quien lo toma por el toro.

A veces es un pájaro, un río, el viento

y a veces es un algo que deja en las ramas

grandes manchas de sangre y un paso

que se aleja, macizo e invisible.

No lo vulnera el hacha ni la piedra

de una arcaica Europa que aún no sueña

con forjar les y la Historia.

Es el uro. A veces es un hombre

que huye de sí mismo.

Un animal pensante que añora volver al bosque

del eterno presente, a las pasiones soberbias,

a la ira, la furia y la muerte violenta

del dominio y el celo.

Es el uro. En sus ojos rojizos

hay un algo execrable.

Nos aterra que vuelva y que vuelva

Dionisios con su corte de faunos

y el terror y la noche derrumbando ciudades,

sumiéndonos en el fuego de los dioses

            hambrientos

que reclaman la tierra, la luz, el aire.

            Las imaginaciones.

Es el uro, En el linde de las ciudades

todo esto cabe entre sus cuernos.

Allí donde recuerda, una por una,

las traiciones del hombre.

No rumia venganzas, no planea

surgir en la cómplice noche a cobrarse

el desquite con sus dos puñales, si el terror

del retorno no bastara para matar a un hombre.

No se mata a los muertos. “Soy el uro.

Zeus usó mi forma para raptar a Europa.

He visto, inmutable, en el rodar de las estaciones

pasar a los fenicios, los partos y los griegos.

El tiempo es un solo día. Maté a un inmortal

en la aurora y en Sumeria y a mediodía

me describió Plinio el Viejo, entusiasmado.

Cartago duró una hora; Roma, quizá dos.

El  niño Lutero me temía: ya era una leyenda.

Creyó extinguirme un cortesano del siglo

         diecisiete:

la tierra que lo cubre tienen a su estirpe,

su esposa y su palacio. Ése es el hombre:

polvo que tragan las colinas.

Soy el uro, lo real. Él es imaginario”.

 

             *Luis Benítez (de Mitologías/La Balada de la Mujer Perdida. Ediciones  Ultimo Reino, Buenos Aires, 1983).

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