Claustro Poético

Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 55. Invierno-2019

Asociación Cultural Claustro Poético

 

  Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo

  Coordinador: Juan Antonio López Cordero

D.L. J-309-2005

ISSN 1699-6151

CONSEJO DE REDACCIÓN

Poemas

Jardines de invierno

Dignidad

En el pupitre

Y para el amor, la cala

Alzó el mirar el alba

Soneto IX (ballesteros de la tarde)

Soneto VIII (ballesteros de la tarde)

El Hudson

Tarantas

A tu bondad dolida (Miguel Hernández)

Caminando y creciendo es cómo se fraterniza

El espíritu que soy

Gloria al verso que nos hizo vida

Momentos precisos y preciosos

Nostalgia del nosotros

Propósito de un caminante

Vivir en cercanía, sin ser cercados, con el autor de la luz del ser humano

Maldito cuerpo

Los miserables


Colaboraciones

Pacto de sangre

La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca


Noticias

Certámenes de poesía enero-marzo-2019


Colaboran en este número


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Gloria al verso que nos hizo vida*


  

 

No te importe lo que el mundo prometa.

Prométete a ti mismo observar para ser poeta.

Poeta de cuerpo entero, siempre dispuesto a donarse y a quererse.

A ofrecer perdón y a perdonarse.

 

Cuando la vida vuelva a ser vida eterna

y el celeste no se anochezca jamás,

el verso volverá a ser más verso en Jesús,

y la esperanza por vivir en lo auténtico,

nos llenará de gozo los labios del alma,

una vez vaciadas las entretelas del vicio

y armonizada la tierra con el nuevo cielo,

entonces, sólo entonces, será la gloria.

 

Esta podredumbre mundana nos mata,

nos degenera, decae y nos deshumaniza,

nos contamina y nos mancha por dentro,

nos envicia y nos envilece para la selva,

nos perjudica y nos envenena en el todo,

aunque seamos nada en la nada del ser,

sin el soplo del Creador al levantarnos,

sin la luz para orientarnos y poder andar.

 

Cuando la hipocresía nos gobierna, crece

la soberbia y decrece el amor de cada día;

también cuando la maldad  nos encarna

es necedad asentir, hay que salir del yo,

antes de que el dolencia nos amortaje

el espíritu, y no podamos poner a salvo

la mente, para vernos en lo compasivo

del amor que sabe perdonar y rehacerse.

 

El bien se percibe al amparo de la virtud

del ser que soy, creado en el instante

preciso y en el precioso momento exacto,

para ser recreado en la humilde grandeza

de la inspiración poética, donde se funden

los deseos y se forman guirnaldas de laurel,

que abrazan la cruz y alcanzan a Dios,

purgados los ánimos, vendadas las heridas.

 

                    *Víctor Corcoba Herrero, 24 de noviembre de 2018.

 

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