INDEPENDENCIA JURÍDICA DE PEGALAJAR

Pegalajar es uno de los muchos pueblos que en el siglo XVI consiguen su independencia jurídica(1). Anteriormente fue aldea de Jaén, formaba parte de su alfoz desde la conquista de la capital en 1246 por parte de Fernando III. Desde entonces, su proximidad con el reino musulmán de Granada le convirtió en una defensa fundamental de la ciudad de Jaén, hasta que la finalización de la conquista de aquél en 1492 hizo perder el valor estratégico de su castillo, pero no tanto su importancia económica; pues a los pies de la fortaleza se extendía una fértil vega de huertas y olivos, heredada de época árabe.

El crecimiento poblacional que se produce en el Reino de Jaén en el siglo XVI influyó también en Pegalajar que, con 284 vecinos (unos 1.136 habitantes) y ante la posible venta del lugar por parte de la Corona, se planteó obtener su independencia jurídica de Jaén, tanto por poder disponer de los beneficios que podría suponer el dominio del futuro concejo y sus cargos, como porque no cayera la población en manos señoriales, pues a todos los vecinos les era evidente la necesidad pecuniaria de la Corona y la posibilidad de ser vendido el lugar a cualquier señor.

Luis García de Bailén(2), junto con su hermano Juan y otros vecinos, convencieron a gran parte de la población y solicitaron del rey Felipe II les apartase de la jurisdicción de Jaén y le diese a Pegalajar jurisdicción, tanto civil como criminal, a cambio de una determinada compensación económica por vecino. El Rey accedió a ello, concediendo una carta de privilegio real(3). Para delimitar el término y averiguar el vecindario, la Corona mandó al juez Álvaro de Paz, que realizó un censo de los vecinos, anotando los casados, los menores huérfanos bajo "curadores", las viudas, etc., e incluso los moradores ausentes, de los que debía averiguarse su causa y si se llevaron o no haciendas. El fin era que no escapase nadie al control real, pues en ello estribaba el precio final de la exención.

El Rey cumplió su parte y concedió a Pegalajar un privilegio real por el que se reconocía la exención de Jaén y el título de villa, con fecha 3 de junio de 1559, a cambio de un servicio a la Corona fijado en 2.550.000 maravedís.

El pueblo de Pegalajar, tras su independencia, se reunió en la Iglesia, que estaba situada en la parte más alta de la población, dentro del recinto del Castillo, y nombró sus primeros alcaldes independientes: Alonso Rodríguez Talavera y Juan Gómez de Herrera, con los que se inició la nueva trayectoria municipal. Las primeras labores fueron la realización del censo de vecinos, que luego confirmó el juez Álvaro de Paz, y la delimitación del nuevo término municipal, amojonándose su contorno.

Las dificultades vinieron, probablemente, por el lógico malestar que esta situación produjo en el Cabildo Municipal de Jaén, debido a los intereses que determinados miembros de éste tenían en los bienes de propios municipales y en la centralización de la administración del lugar en la ciudad de Jaén; o, quizás, por el interés que algunos miembros de la oligarquía municipal jiennense pudiesen tener en su venta a un particular —como ocurriría años más tarde en Mengíbar— frente a la colectividad de vecinos que se habían adelantado. La cercana pérdida de algunas jurisdicciones, como Mancha Real, Cambil, Valdepeñas, Torrequebradilla y Campillo de Arenas, unida a la de Pegalajar, era un golpe demasiado fuerte para la oligarquía municipal jiennense, por lo que, hasta donde podían, ponían todas aquellas trabas posibles. Era una reacción de autodefensa ante los mandamientos de una Corona que necesitaba urgentemente dinero para mantener su política.

En ningún momento se manifiesta una oposición frontal a los mandatos reales, en cuyo caso sería rebeldía, pero sí malinterpretaciones, demoras, silencios, y toda una serie de obstáculos que rayarán esa rebeldía. El caso de la independencia jurídica de Pegalajar hizo actuar al Cabildo jiennense, manifestando su clara oposición.

Para lograr su propósito de volver atrás el proceso de independencia jurídica iniciado por el Ayuntamiento de Pegalajar, el Cabildo jiennense necesitaba cambiar el apoyo mayoritario de la población al proceso. El único punto negativo en este proceso era la cantidad de 2.550.000 maravedís que Pegalajar debía pagar al Rey. El nuevo Concejo de Pegalajar tomó dicha deuda a censo al quitar, obligándose a pagarla los oficiales nombrados y algunos vecinos de la villa, aunque su importe sería repartido entre todos los vecinos o se sacaría de los propios, pues tenían autorización real para arrendar cualquier heredamiento, dehesas, ejidos, ..., e incluso "vender pan y bienes muebles deste cabildo", según cédula fechada en Burgos el 30 de abril de 1559.

Era una cuantiosa suma para la escasa hacienda de la generalidad de la población. El Corregidor de Jaén, con la connivencia de Alonso de Heredia(4) y otros vecinos opuestos a pagar la exacción por la independencia, urdieron un plan para hacer volver a Pegalajar a su anterior condición de aldea de Jaén. En el día de Todos los Santos, 1 de noviembre de 1559, el licenciado Ruiz, Corregidor de Jaén, junto a varios caballeros veinticuatro, jurados y dos escribanos, se personó en el lugar, ahora villa. Aún no hacía un año de la elección de los oficiales de ésta. El Corregidor ordenó pregonar que todos los vecinos se juntasen en la Iglesia para elegir nuevos oficiales, penándose individualmente con 200 maravedís su no cumplimiento, por lo que todo el pueblo se reunió bajo la presidencia del Corregidor tras el repique de campana. De allí salieron elegidos como alcaldes Francisco López de Contreras y Rui López de las Vacas, junto con nuevos regidores y alguacil mayor, todos ellos opuestos a la exención de Jaén. Se les quitaron las varas y oficios de regimientos a las personas que el concejo de la villa habían elegido conforme al privilegio real, a pesar de sólo haber transcurrido unos cinco meses desde su elección, pues la costumbre era renovarlos al año.

Antes de hacer la nueva elección, el Corregidor prendió a los antiguos alcaldes y alguacil mayor y los envió presos a Granada. Cebrián López Serrano, anterior alguacil mayor de la población, que también había sido enviado preso, fue puesto en libertad al poco tiempo y, cuando regresó, volvió a tomar la vara de alguacil mayor, enfrentándose a los nuevos oficiales, y por segunda vez fue apresado. Vino otra vez el Corregidor de Jaén y le mandó tomar juramento, a lo que se negó, así como a "quitarse la gorra" como forma de respeto, diciéndole que él no era su juez. El Corregidor de Jaén entró en cólera y ordenó que fuese introducido en el cepo de pies, hasta que le obligaron a jurar. Mientras tanto, todos los negocios que dependían de los alcaldes pasaron al Corregidor, al que consultaban sus asuntos, e incluso se llevó los procesos que competían a los alcaldes de la villa. Por otro lado, acudía personalmente en otras ocasiones a la población, incumpliendo el privilegio real que limitaba su estancia.

Las nuevas autoridades, sumisas al Corregidor, acordaron que sólo pagasen el censo contraído aquellos que lo solicitaron, y no hacer repartimiento alguno sobre los vecinos; y se mofaban de los independentistas diciendo que ellos "no an de pagar ninguna cosa del principal ni intereses de lo que costó la dicha juridición e que an de traher en pleitos a los que la trujeron hasta que no les queden haziendas".

Luis García de Bailén tuvo que volver a dirigirse a la Corte y pedir reales cédulas que obligasen a los nuevos alcaldes a cumplir el repartimiento entre todos los vecinos, y no solo entre los que pidieron la exención de Jaén, como querían las recien nombradas autoridades municipales. El fin de los alcaldes era prorrogar la situación y que llegase el día de San Juan, cuando había de pagarse el censo, para que recayera la culpabilidad sobre los que se habían comprometido. Así lo hizo constar Luis García de Bailén, denunciando ante el Rey la trama urdida por el Corregidor de Jaén y los nuevos alcaldes y oficiales de la villa elegidos por éste. Por ello, aunque la villa de Pegalajar dependía del corregimiento de Jaén, Luis García de Bailén pidió que fuese el Corregidor de Baeza el encargado de realizar la ejecución de las cédulas que obligaban al repartimiento del censo entre todos los vecinos. Y para deshacer la situación creada por el Corregidor de Jaén, al que consideraba "sospechoso", también pedía la presencia del Corregidor de Baeza el día de San Juan, con el fin de que asistiese a la elección de oficios, y que ésta se hiciese "conforme a las leyes destos reinos y para lo de adelante haga hordenança y dé horden cómo se aya de hazer para ello".

El Rey había contestado a los vecinos con la siguiente cédula:

 

 

El Rey

Alcaldes hordinarios de la villa de Pegalajara sabed que Luis García de Bailén por sí y en nonbre de los otros sus consortes vezinos de la dicha villa me hizo relaçión que si aviéndonos fecho merced desa dicha villa de la esemyr y apartar de la jurisdicción de la cibdad de Jaén y dalla jurisdicción sobre sí y aviéndonos ellos servido por rrazón de la dicha merced con dos quentos y quinientos cynquenta myll mrs. diz que algunos vezinos desa villa se quieren escusar de contribuir en el dicho servicio diciendo que solamente lo han de pagar los vezinos que dieron poder para pedir la dicha hesención y libertad y no otros algunos y me suplicó y pidió por merced que pues la dicha merced avía sido a beneficio huniversal de toda esa villa y vecinos della mandásemos que todos pagasen y contribuyesen en ella e como la my merced fuese e yo tovelo por bien por ende y a vos mando que luego que con esta my cédula fueredes requeridos hagáis que en la contribución y paga de los dichos dos quentos y quinientos cinquenta myll mrs. con que fuimos servidos por razón de la dicha hesención y libertad contribuyan e paguen todos los vecinos de la dicha villa no enbargante que no ayan otorgado el poder para suplicar se les concediese la dicha libertad y mandamos al nuestro corregidor o juez de residencia de la dicha cibdad de Jaén y a otras qualesquier justicias que ansí lo guarden y cunplan y no fagades ende al fecha. En Toledo a XIX días del mes de março de myll y quinientos y sesenta años.

El 28 de marzo, Luis García de Bailén presentó la cédula real a los alcaldes Francisco López de Contreras y Rui López de las Vacas, en presencia de Alonso de Heredia, principal inductor del cambio de alcaldes por el Corregidor y opositor al repartimiento, los cuales la pusieron sobre sus cabezas y dijeron que la acatarían, según el ritual de la época. Dos días después, los alcaldes, jurados y oficiales de la villa contestaron a Luis García de Bailén que "la obedecían, según que la tienen obedecida y lo quanto a el cumplimiento que pidan su justicia a quien e como le convenga que ellos están prestos de fazer justicia", lo notificaron al personero y prohibieron al escribano, Miguel Cobillo, diese testimonio de ello a Luis García de Bailén.

Por declaraciones de otros testigos, Alonso de Heredia, "a grandes bozes e con muncha soberbia e desacato de las dichas cédulas reales e de los dichos alcaldes questavan presentes dijo que no se las quería dar porque no fuesen con ellas a traher otras falsedades e mentiras como las que avían traído". A punto estuvo de haber un enfrentamiento violento entre Alonso de Heredia y Luis García de Bailén, y un testigo creyó que "se matarían sobre ello"(5).

Alonso de Heredia y los nuevos alcaldes, junto con el resto de los vecinos de la villa que no dieron poder a Luis García de Bailén para pedir la exención de Jaén, interpusieron un suplicatorio a la anterior cédula para que no se ejecutase, en base a un pleito que sobre la cuestión tenían pendiente, con las siguientes razones:

 

"... Alonso de Heredia en nombre del cabildo de esta villa de Pegalajar por virtud del poder que dél tengo fecha presentación digo que en nombre dicho cabildo yo supliqué de una cédula que Luis García de Baylén por él y en nombre de sus consortes passó por cámara ..., la qual suplicación alegué de la justicia deste cabildo... quel cabildo y villa dél no pagasen lo que ellos comieron e malgastaron, como el ... que tomaron de más de la comysión que su mag. les dio y hera menester para pagar a su mag. como porque de los dineros que tomaron a censo sacaron dellos para pagar por Miguel Cobillo ... hazer seiscientos ducados por los quales vinieron a ejecutar e se hizieron quinientos reales de costas, y así mismo sacaron cien ducados que dizen aver prometido al licenciado Bernaldino de Tapia, abogado de corte de su mag. por que hiziese facer villa este lugar contra la voluntad deste cabildo e villa dél ... (30-mayo-1560)".

La situación llegó a ser muy tensa en Pegalajar con la práctica división de la población en dos bandos. Uno, encabezado por Alonso de Heredia, opuesto a la independencia de Jaén, vinculado al Corregidor de Jaén y en cuyo poder estaban los cargos del concejo; y otro, encabezado por Luis García de Bailén, promotor de la independencia jurídica de la villa respecto a la ciudad de Jaén, cuyo bando ocupó los cargos concejiles antes de ser destituidos. Una división que en cualquier momento podía acabar en violencia, al estar en juego quién había de pagar el dinero con que se comprometieron los vecinos con la Corona a dicha independencia. Tanto era así que, según las declaraciones de los testigos, entre los vecinos había "grandes gritos e vandos... e sobre esto están muy revueltos e para perderse... e que si su mag. brebemente no lo manda proveher e remediar podría ser que se perdiesen los unos con los otros". De hecho, ya hubo por esta cuestión un enfrentamiento entre Juan y Miguel de Valenzuela, primos, de diferentes bandos, con un haza de labor en cuestión, que les llevó a tener "gran quetión e guchilladas"; el independentista pidió justicia, negándosela los alcaldes.

Desde entonces las presiones de las nuevas autoridades se dejaron sentir sobre el bando independentista. Según declaraciones de los testigos "los dichos alcaldes molestan muncho más a los que piden la dicha juridición que a los que la contradizen en cosas que se le ofrecen que los pecados veniales de los unos los hazen mortales e por el contrario".

Una de las formas de presión era introducir los ganados vacunos en las heredades de los independentistas, sin castigar ni penar dichos hechos, temiéndose incluso por el caudal y sustento de estos vecinos. Al hablar de las heredades se refiere a la Huerta de Pegalajar, pues en esta época era la zona básica de cultivo, como lo había sido durante siglos. Así textualmente dice:

 

"... antes que los dichos oficiales de concejo que agora son tomasen sus oficios en poder de los otros oficiales que fueron quitados estavan muy bien guardadas las heredades e las acequias por donde se regaban enteras e sanas e agora no están tan bien guardadas, antes andan ganados por ellas y este testigo ansí lo a visto algunas vezes e las acequias por donde se riegan están caídas e ciegas e aportilladas por munchas partes e la causa desto es entrar ganados por ellas e que no sabe este testigo a cuya causa se haze esto más que le paresce que si la justicia tuviese diligenca e prendase y ejecutase conforme a las hordenanças e como son obligados que no se haría lo que se haze y esto es cosa pública e notoria en la villa".

Bien por presiones o por persuasiones, los dichos alcaldes tenían amedrentados y atemorizados a los que pedían la jurisdicción independiente, "porque no hazen lo que ellos le piden ques contradezilla".

Ante el actitud opuesta del Corregidor de Jaén, Luis García de Bailén buscó justicia en el Corregidor de Baeza. A principios de mes de junio de 1560, se encontraba en esta ciudad con numerosos testigos para comparecer ante su Alcalde y Justicia Mayor de los términos de Úbeda y Baeza, a fin de que le diese justicia y testimonio de un interrogatorio a realizar a los testigos, interponiendo en ellos su autoridad. Luis García de Bailén actuaba también en representación de Juan Gómez de Herrera y Alonso Rodríguez Talavera —los alcaldes encarcelados—, además de otros muchos vecinos de Pegalajar.

El fin de Luis García de Bailén eran querellarse contra los alcaldes y regidores de Pegalajar nombrados por el Corregidor de Jaén por los agravios que realizaban a los vecinos que representaba. También quería restituir las ordenanzas municipales que la villa tenía tras su independencia, que habían sido derogadas por los nuevos alcaldes, usando de otras que no tenían la confirmación real. Se violaba así una de las cláusulas del privilegio concedido a la villa, que provocaba la pérdida de "las heredades, viñas y guertas e olivares e sienbras de los vezinos"(6). Y, sobre todo, repartir entre los vecinos los gastos derivados de la independencia jurídica de Jaén, incluidos los del amojonamiento.

Para lograr estos fines era necesario tener testimonio de la información referente a los sucesos ocurridos en Pegalajar tras la posesión de su jurisdicción independiente. A ello apuntaba el interrogatorio, al que habían de contestar los testigos presentados y cuyas respuestas habían de presentar al Rey. Los testigos fueron Gabriel Aranda, vecino de Mancha Real; Pedro Hermoso, vecino de Torres; Pedro Navarro, vecino de Jaén; Juan de Valenzuela, Gonzalo García y Miguel López de la Viuda, vecinos de Pegalajar; que recibieron juramento en forma de derecho, según el ritual establecido: por Dios y Santa María, por las palabras de los cuatro Evangelios y por una señal de cruz en donde pusieron sus manos; respondiendo "sí juro y amén". Y el Alcalde Mayor ordenó dar traslado a Luis García de Bailén de la información recogida.

Por otra parte, el Cabildo de Pegalajar dio poder a Alonso de Heredia para defender su postura en la Corte, ante el Rey y su Consejo Real, pidiendo que el pago de la jurisdicción correspondiese solo a los vecinos que la solicitaron, en base a que "no hera concejo los oficiales pasados, porque tomaron... más de lo que costó la dicha jurisdicción e más que lo que les fue concedido"; también solicitar la confirmación de las nuevas ordenanzas que realizaron y que el Corregidor de Jaén pudiese acudir más a menudo a la población "para conoscer las quentas y otras cosas".

El pleito terminó por dar la razón al bando de Luis García de Bailén y todos los vecinos se vieron obligados a pagar la exención jurídica de Jaén, aunque para ello, años más tarde, tuvieron que vender los oficios y otros bienes de propios, además de continuar pagando el censo. El Ayuntamiento de Jaén quedó, pues, con otro territorio menos en su jurisdicción, y los vecinos de Pegalajar endeudados durante muchos años por el censo contraído. Aún en 1598 se estaba pagando dicho censo y la situación de los vecinos, que por esta época habían crecido a 330, era definida como de pobreza, como expresaba el Cabildo textualmente:

 

"...la dicha villa y sus vecinos están pobrísimos y muy nesçecistados en tanto grado que aún para cumplir con las obligaciones precisas y pagas que se hacen a S.M. del servicio hordinario y estraordinario y alcavalas y demás rentas no alcanzan sus caudales y haciendas y se les hacen muchos repartimientos para ello y si agora se ubiese de hacer otro nuevo repartimiento para la paga de los dichos oficios o se les quitasen las dehesas ... que tienen para los ganados de la labor sería total destruición para la dicha villa...".

Casi todos eran labradores, sometidos además del censo que pagaban a los demás impuestos extraordinarios de la época, como el servicio de Millones. Para paliar la situación se habían vendido los oficios a perpetuidad(7), con el consiguiente malestar para los vecinos, por lo que a través del personero, Miguel Sánchez de Guzmán, intentaron recuperarlos en 1598, pese a la cuantía que ello suponía. Para lo cual reunió a treinta de vecinos en la Ermita y acordaron solicitarlo a la Corte.

En esta ocasión, una nueva división y enfrentamiento tuvo lugar en la población. Por un lado el Cabildo de la villa, cuyos regidores y alférez mayor habían comprado la perpetuidad de sus cargos; y por otro el Personero y vecinos más modestos. Los primeros calificaban al Personero como "hombre pobre, jornalero y que no tiene con qué bivir ni sustentarse", lo mismo que los vecinos que lo apoyaban.

La consecuencias de la independencia jurídica de Pegalajar respecto a la ciudad de Jaén se arrastraron, pues, durante muchos años, dando lugar a una división del vecindario, en la que tuvo mucho que ver el Corregidor de Jaén. La causas económicas están en el origen de los hechos, dentro de un fenómeno complejo donde se dan cita los intereses de la Corona, los concejiles y los individuales.