CAPITULO IV 

3. El Municipio.

3.4. La instrucción Pública y las actividades culturales.

En el siglo XVIII sólo un 4% de la población española sabia leer. Los "ilustrados" intentaron dar un empuje a la enseñanza, pues consideraban, como Gaspar Melchor de Jovellanos, que "las fuentes de prosperidad social son muchas, pero todas nacen de un mismo origen, y ese origen es la ilustración pública (...)" (189). En España, la Iglesia dominaba la enseñanza. Se intentaron algunas medidas para suprimir este monopolio, consiguiendose sólo a nivel de la Universidad (190).

En la primera mitad del siglo XIX, la enseñanza primaria en un país en que más del 91% de sus habitantes eran analfabetos, estaba en totalidad en manos de "sacristanes" y de personas incompetentes. Entre los pioneros de la Pedagogía moderna en España ocupa un lugar destacado el médico-filántropo Pablo Montesinos (1781-1844). A su tenaz esfuerzo se debieron la fundación de Escuela Normal Central de Maestros y una gran cantidad de publicaciones en pro de la divulgación de las tesis pestalozzianas, que hallan en Montesinos su máximo apóstol (191).

En Pegalajar, las primeras noticias que tenemos sobre la enseñanza datan de 1757. En la población existía un maestro de primeras letras, Juan Cobo (192). En 1821 eran dos los maestros de primeras letras, uno de niños y una maestra de "miga" (de niñas). Su situación económica era precaria, pues "están mendigando su sustento por falta de dotación de ambos establecimientos. Por consiguiente el estado de ellos se halla en el mayor abandono: concurren a la escuela 42 niños y a la de miga 25 niñas". Ante esta situación la Corporación municipal decía:

"Cada día clama mas por su remedio la falta de educación pública en esta villa. No queda otro arbitrio para dotarla que por reparto entre los vecinos, porque los fondos del Pósito y de Propios no puedan sufragar los cargos que tienen" (193).

La influencia de la Iglesia en la enseñan*a local será una característica constante del siglo XIX. En 1853 se formó una comisión de Instrucción Pública, que estaba compuesta de un regidor, el prior de la Iglesia y dos padres, los cuales acordaron la subscripción a la Revista de Instrucción Primaria (194). Otra subscripción fue a la "Corona Poética" que los jóvenes intelectuales de Jaén dedicaron, tras la Revolución de 1854, al pueblo de Madrid (195). Esta publicación comenzaba con una invocación de José Almendros, escribano de la ciudad de Jaén, y terminaba con una lista de suscriptores con donativo. Pegalajar se adhirió con 10 reales. Este grupo de jóvenes representaba a la juventud culta de Jaén de la época, impregnado su obra de un sentimiento liberal, reflejado en sus estrofas (196).

En 1861 existía en Pegalajar un "catedrático o profesor", un maestro y dos maestras, que atendían a 80 niños y 81 niñas de primera enseñanza, 5 estudiantes de segunda enseñanza, uno de enseñanza superior y otro de enseñanza especial; lo que era un nivel muy bajo para el número de habitantes de la población y reflejaba el siguiente nivel de alfabetización :

Varones Hembras

- Saben leer y escribir 194 98

- Saben leer y no escribir 28 22

- No leen ni escriben 1.501 1.578 (197)

El estado de los edificios dedicados a escuelas era muy deficiente, por lo que el profesor de instrucción solicitó construir un edificio para escuelas de 20 por 18 metros en un solar de la "Cuevezuela" (198). También el Gobierno Civil presionaba al Ayuntamiento para la formación del presupuesto y planos de un edificio con destino a escuelas. Este dejó en suspenso los expedientes por los problemas económicas que atravesaba (199). Las dificultades para encontrar edificios destinados a escuelas dio lugar a que en 1869 tuviese que habilitarse el Pósito como escuela de niños (200).

En 1866, la Junta Provincial de Instrucción Pública instó al Ayuntamiento de Pegalajar a crear una segunda escuela de niños, pero su situación económica seguía igual que años atrás y además, según la Corporación municipal, la asistencia de niños a la escuela era muy escasa, por lo que consideraba que con un profesor era suficiente (201).

En realidad existían cuatro grandes dificultades para el desarrollo de la enseñanza elemental en Pegalajar:

1ª. AL tener que sufragar el Ayuntamiento la enseñanza, ésta suponía un importante gravamen para el presupuesto municipal, siempre escaso.

2ª. La falta de subvenciones a la enseñanza a nivel provincial y nacional.

3ª. La situación social de la época. Los niños de las clases populares tenían que trabajar desde pequeños en distintas labores para el mantenimiento de la familia.

4ª. El desinterés de los individuos de las distintas corporaciones municipales, miembros de las clases acomodadas de la localidad, para quienes no tenía sentido que los futuros obreros del campo supiesen leer o escribir.

Cuando el presupuesto municipal de gastos era elevado y había que rescindir algunas partidas, solía estar entre ellas la de enseñanza, como en 1868, cuando la Corporación acordó "suprimir como innecesarias las dos plazas de pasantes que existen en las clases de niños de ambos sexos" (202); a lo que el Gobernador Civil se opuso, disponiendo la reposición de los pasantes en las escuelas públicas en el improrrogable plazo de 8 días. La Corporación Municipal volvió a interponer un recurso alegando que no se podía hacer por falta de fondos (203).

La realidad era que los fondos destinados a los pasantes, 60 escudos (600 reales), se habían trasladado como donativo a festividades eclesiásticas" (204).

A finales del siglo XIX continuaba el problema de los edificios escolares, alquilándose casas a particulares para dicho fin. En 1893, el Ayuntamiento tenía alquilada una casa para maestros y escuela en la calle Zumbajarros (205), pero al año siguiente las escuelas públicas tuvieron que ser instaladas, una en el Salón Capitular y otra en la Sala del Ayuntamiento, "por no encontrar en el pueblo casas de alquiler apropiadas al efecto" (206).

Al comenzar el siglo XX aún existían dos escuelas, a pasar de que la población había crecido bastante, siendo claramente insuficientes. Existían dos profesores de primera enseñanza con dos auxiliares, que llevaban también una escuela nocturna de adultos" (207).

En 1907 se estableció un plan provincial de escolarización por el que se le concedieron a Pegalajar seis escuelas, más una en La Cerradura. El Ayuntamiento manifestó su oposición aduciendo las dificultades económicas para su mantenimiento y que en todo caso bastaría con cuatro escuelas, "ya que este pueblo es pobre y los niños los emplean grandes temporadas en el campo" (208).

En 1908-1909, el estado de la escolarización era el

siguiente:

Número de alumnos

1.908 1.909

Escuela pública de niños 182 144

" " " niñas 200 275

" privada de niñas 118 -

(209) (210)

El número de alumnos se refiere a los matriculados, ya que a las clases acudían menos: 110 en 1908 y 180 en 1909.

El profesor de la escuela de niños era José Pastor y la de niñas Dolores Artigas Varela. Los locales no eran suficientes y no reunían las condiciones higiénicas (211). Estos eran 4, situados 2 en la calle Real, 1 en la calle Carril y 1 en la calle Los Pozos (212).

En algunos años y durante algunos meses, solían abrir una escuela nocturna para adultos, lo que dependía más de la filantropía del maestro que de la generosidad del Ayuntamiento. En 1909 se abrió la escuela de adultos "durante los meses de abril, mayo y junio próximo pasados con el benemérito fin de ampliar la enseñanza oficial a la clase proletaria y supliendo todos los gastos de material y luz sin que por ello haya interesado recompensa alguna". En este curso el Ayuntamiento acordó indemnizar dichos gastos que ascendían a 77 pts. 50 ctms (213).

En 1910, las autoridades provinciales exigieron el aumento de dos escuelas de ambos sexos en el pueblo. Como siempre, el Ayuntamiento volvió a recordar su escaso presupuesto. El recargo de los impuestos de consumo no era la solución, al poder provocar perturbaciones y conflictos de orden público, "ya que la mayoría de este vecindario tuvo siempre gran interés contra los consumos". También aducían que el número de alumnos que concurrían a las escuelas era bastante exiguo, "debido a que la mayor parte de los matriculados pertenecen a la clase proletaria, la que desde muy tierna edad son dedicados a los trabajos de la Agricultura y no pueden asistir a clase (...)"; sólo asistían de 50 a 60 alumnos en determinadas épocas" (214).

Una revolución en la enseñanza tuvo lugar en Pegalajar en 1914. La Sociedad Obrera la Unión Agrícola, que tenía su local en la Calle Tercias, nº 14, abrió una escuela nocturna para los hijos de los obreros del campo. La apertura no agradó a la Junta Local de Primera Enseñanza ni a los maestros oficiales "por el escandaloso espectáculo que diariamente se produce por los alumnos (...) en las horas nocturnas (...) y lo que es aún más censurable, la propaganda perniciosa que hace con el catecismo de la doctrina socialista de F. Carretero, repartiendo a los niños un número crecido de ejemplares" (215).

La Junta Local de Enseñanza trató por todos los medios de cerrar esa escuela, basándose en las supuestas condiciones higiénicas del local y acusando a su profesor, Francisco Juan Panader de inculcar a los niños ideas nocivas y llevar una conducta licenciosa "por hacer vida marital con una señora que no es su esposa" (216).

En esta primera mitad del siglo XX continuó el problema de los edificios escolares y número de aularios en el pueblo. La Corporación municipal, ante las subvenciones que concedía el Ministerio de Instrucción Pública cambió de parecer en la política escolar local y solicitó en 1921 la edificación de nuevos locales, debido "al estado de los locales destinados a escuelas públicas, sobre todo la que ocupa Dª Emilia Artigas Varela, y la imposibilidad de encontrar locales a propósito que reúnan condiciones higiénicas".

Se acordó acogerse al B.O.E. de 23 de noviembre de 1920 "recabando ante el Iltmo. Sr. Obispo de la Diócesis la oportuna cesión del solar contiguo a la Iglesia Parroquial por ser el único sitio a propósito para la construcción de un grupo escolar". Esta zona pertenencia a la Iglesia Parroquial, situada al S.O. de ella y el local tendría una superficie de 27 metros de largo por 15 de ancho. La zona fue cementerio en épocas pasadas (217). Pero aún pasarían varias décadas para tal edificación.

Los locales escolares existentes, así como las viviendas de los profesores, fueron en parte mejorados, por lo que los profesores existentes en el Pueblo, Eulogio Bedmar Galiano, Pedro Padilla Gutiérrez, Emilia Artigas Varela y Enriqueta Pastor Bordavio, agradecieron al alcalde sus gestiones para estas mejoras (218). Este cambio en la actitud de la Corporación quizá fue debido a la pertenencia de un profesor, Eulogio Bedmar Galiano, a la Corporación municipal (219).

En 1925, el Gobernador Civil recomendó al Ayuntamiento que en los presupuestos del año siguiente se consignase una cantidad para la creación de dos nuevas escuelas, una de niños y otra de niñas, "a razón de 1.000 pts. por cada una, más lo que se calculase por los alquileres de los locales, con el fin de dar mas medios de instrucción, y sobre todo a las clases pobres, dadas las proporciones tan elevadas que en la actualidad alcanza el analfabetismo" (220). El Ayuntamiento se hizo eco de los deseos del Gobernador y, concediendo primordial importancia al problema, acordó la creación de una escuela de niños, pero hasta 1928 no se incluyeron en el presupuesto las 1.000 pts. que se necesitaban (221). Entró en funcionamiento en 1929, en un local situado en la Calle Carril, propiedad de Ángel Chica Pérez, por una renta de 500 pts." (222).

Para la formación del censo escolar se dividía la población en dos distritos. A las escuelas del primer distrito acudían los niños de las calles: Relex, Parras, San Antonio, Plaza, Santa Lucía, Horno, Laguna, Bahondillo, Real, Carnicería, Tosquilla, Peñuelas, Trascastrillo, Zumbajarros, Pozos, Romeral Alto, Romeral Bajo y Cuevas del Romeral. A las escuelas del segundo distrito acudía el resto de la población (223).

El nivel de escolarización continuó igual hasta la Segunda República. Según el censo de población y la Ley vigente, correspondían a Pegalajar seis escuelas de niños y seis de niñas lo que evidentemente no se cumplía (224); pues las escuelas existentes, tres de niños y tres niñas, eran claramente insuficientes (225). El núcleo de La Cerradura, que según el censo de 31 de diciembre de 1930, tenía 343 habitantes, aún continuaba sin escuela (226), hasta que en 1931 se dio el material necesario a tal efecto, incluido local e indemnización para el maestro (227).

En 1932 volvió a ampliarse el número de escuelas en Pegalajar. El Consejo Local de Primera Enseñanza comunicó al Ayuntamiento la necesidad de crear tres escuelas más: "una de niños, otra de niñas y otra de párvulos, desempeñada por una maestra, por ser insuficientes las cuatro de niños y cuatro de niñas que existen en la localidad". La Corporación acordó la formación de una escuela unitaria de niños y una de párvulos, sufragando los gastos de material, mobiliario y locales (228). Maestros, como Francisco Santisteban y Zoilo Gómez, se quejaban al Ayuntamiento de las malas condiciones higiénicas y pedagógicas de los locales (229).

En 1932 también se inició la enseñanza de adultos, por R.D. de 1 de diciembre de este año (230), y se establecieron premios escolares para los niños de hasta diez años de edad y pobres de solemnidad (231).

El curso escolar no comenzaba hasta el 9 de septiembre,

debido a que "en la primera decena de septiembre no acuden los niños a las escuelas por ser tradición desde tiempo inmemorial celebrar la llamada feria de Noalejo, los que no se encuentran en las faenas agrícolas se marchan a la huerta a pasar estas fiestas, por lo que se designan estos días como fiestas tradicionales" (232).

Con la llegada al poder del Frente Popular en 1936 y durante la Guerra Civil, una de las tareas principales de la nueva Corporación fue la total escolarización de los niños de la población, para ello se acordó crear dos escuelas de niños y otras dos de niñas, "con el fin que desaparezcan en esta villa los muchos analfabetos que existen, debido a no haber el número suficiente de escuelas" (233). La asistencia no fue la deseada.

En 1937, las Juventudes Unificadas pidieron cinco mesas, dadas de baja por el Consejo Local de Primera Enseñanza, y los libros de las casas incautadas para la formación de una biblioteca; a lo que se opuso la Corporación Municipal "al estar escritos los libros en un tono muy contrario al régimen democrático y social propio de nuestra causa" (234), mobiliario que también solicitó Luis Quesada, responsable local del Partido Comunista, para la escuela que tenían organizada (235). En 1938, el Consejo Local de Primera Enseñanza estaba formado por Antonio Guardiola Berenguer, Juan Jimeno Jiménez, Gaspar Espinosa Torres y Amador Almagro Aranda.

Las actividades culturales mas corrientemente en esta época eran la celebración de semanas culturales, como la semana del niño, para lo cual se adquirirían juguetes y libros (236); la instalación del periódico La Juventud (237) y la colaboración con la emisora del Pueblo, Radio Jaén (238).

Por otra parte, los conocimientos de los maestros eran muy necesarios para la gestión de las asociaciones obreras, cuyos componentes tenían pocos conocimientos académicos. De ahí que la Sociedad de Pioneros solicitara a la Corporación un maestro como secretario, eligiéndose por aclamación a Gaspar Guzmán Espinosa (239).

En los años de la postguerra existían en Pegalajar cuatro escuelas de niños, cuatro de niñas y la mixta de La Cerradura (240), implantándose una fuerte disciplina en la escuela, con sanciones a aquellos que sin justificación tuviesen más de cinco faltas (241). El Ayuntamiento aún seguía pagando el alquiler de los locales escuelas, que en 1953 se elevaba a 12.020 pts (242). Aún existía escasez de aulas y maestros, por lo que se solicitó la creación de dos escuelas de enseñanza primaria en La Cerradura, en sustitución de la mixta existente (243), la creación de diez escuelas en el casco urbano y de viviendas para maestros (244).

En 1954 se crearon cuatro nuevas escuelas (245), las situadas en la lonja de la Iglesia. En 1955, el Ayuntamiento, acogiéndose al plan de la Diputación Provincial de construcción de escuelas y casas de maestros, solicitó un crédito de 420.000 pts. para la construcción de las anteriormente solicitadas (246), lo que fructificó en el proyecto de edificación de dos grupos escolares. Este proyecto se fue retardando y modificando hasta 1960, cuando se consiguió la subvención correspondiente para dos grupos de cuatro escuelas y diez casas de maestros, declarándose de urgencia el inicio de las obras (247).

Para la realización de un grupo se compró el terreno situado en el sitio denominado San Gregorio o Haza de Jesús, propiedad de Araceli Ortega Oviedo de Castillejo (248), construyéndose cuatro viviendas junto con las cuatro aulas. Otro grupo escolar se construyó en el Barrio Relex (zona del Santo), creándose dos viviendas de maestros en el edificio de propiedad municipal de la Calle Carnicería (el antiguo Pósito).

En 1964 se aprobó la construcción de dos escuelas y tres viviendas para maestros, para lo que se acordó adquirir el terreno de Andrés Siles Cobo, que lindaba con los de la Asociación Benéfica Constructora de Viviendas San Vicente Paúl, y permutar dicho terreno con otro de la citada Asociación, por estar mejor situado (249).

Este proyecto se completó en 1965, cuando Manuel Hermoso Fernández donó gratuitamente al Ayuntamiento un solar sin número situado en la Calle Joaquín Carrasco Vinuesa, de 173 metros cuadrados de superficie para la construcción de tres viviendas para maestros (250).

Los aularios de E.G.B. de la localidad, aunque se había realizado la construcción de nuevos grupos escolares, adolecían de serias deficiencias, tanto por la dispersión como por la escasez de aulas, que llevaba habilitar el albergue del Frente de Juventudes como aulario. En 1969, empezó a cuajar la idea de la construcción de un gran grupo escolar que sustituye a los viejos edificios. En un primer proyecto constaba de cuatro aulas, aseos, sala de usos múltiples, sala de profesores, despacho de director, biblioteca, cocina y cerramiento. Este proyecto se presentó a la Junta Provincial de Construcciones Escolares.

No sería hasta 1977 cuando la Delegación Provincial del Ministerio de Educación y Ciencia solicitara con urgencia al Ayuntamiento poner a su disposición terrenos suficientes para la construcción de un grupo escolar de ocho unidades y dependencias anejas para la E.G.B. La Corporación Municipal acordó para tal fin utilizar el solar del Haza del Bañuelo.

Por otro lado, en el núcleo de La Cerradura, la emigración y la centralización de los alumnos hizo que las dos escuelas existentes terminaran por desaparecer (251).

Otro objetivo que en estos años se impuso el Ayuntamiento fue la creación de una unidad de Educación Especial en la localidad "que acogiera a los numerosos alumnos subnormales, deficientes mentales o con problemas de conducta"; la instalación de un Instituto de Formación Profesional en la localidad; y la creación de dos escuelas para adultos. Para la ubicación del aula de Educación Especial, el Colegio Público Nuestra Señora de las Nieves solicitó la casa de Teléfonos, que había quedado sin función, para el profesor José Rojas Merino, lo que no llegó a aprobarse por estar destinada a ambulatorio.

Respecto a la Educación de Adultos, en 1983 se firmó un convenio con la Dirección General de Promoción Educativa y Renovación Pedagógica y se creó el Centro Municipal de Adultos. Al año siguiente se suscribió un contrato de carácter laboral para este servicio, siguiendo las directrices de la Delegación.

En cambio, la instalación del Instituto de Formación Profesional en la localidad fue una frustración. El Ayuntamiento había solicitado en 1975 un centro de este tipo, "ya que abriría un amplio horizonte de posibilidades humanas y de promoción económica y social para la juventud de la comarca", para lo cual el mismo Ayuntamiento facilitaría locales suficientes mientras se realizaban las nuevas instalaciones (252). El Ministerio de Educación y Ciencia ignoró el proyecto.

En cuanto a la alfabetización de la población, después de la Guerra Civil, aún era muy numeroso el número de analfabetos. En 1960 se inició una campaña contra el analfabetismo a nivel provincial, creándose en Pegalajar dos escuelas con 50 alumnos (253); aunque el número de analfabetos era mucho mayor. Según el censo de 1960, entre 13 y 40 años había los siguientes: (254)

Analfabetos

De 13 a 21 años..............98

De 22 a 40 "...............243

El tanto por ciento de personas analfabetas y sin estudios crece proporcionalmente con la edad, consecuencia de la situación socioeconómica de épocas pasadas. Por ello, aún hoy día existe un importante índice de analfabetismo, como lo demuestra el padrón municipal de 1986:

 

% analfabetos % sin estudios

Hombres Mujeres Hombres Mujeres

10,66 20,90 59,29 51,90

Para cambiar esta situación se habilitó en Pegalajar la Escuela de Adultos, que ha dado la oportunidad a todos los vecinos de conseguir elevar su nivel cultural y abrirles nuevas posibilidades en su vida.

Actualmente Pegalajar cuenta con unos equipamientos educativos, que según la encuesta de Infraestructuras y e Equipamiento Local de 1991, era la siguiente:

Equipamientos educativos en Pegalajar.

C. P. Ntra. Sra. de las Nieves

 

Preescolar:

nº de plazas: 90

nº de alumnos: 65

E.G.B.:

nº de plazas: 600

nº de alumnos: 329

 

La relación alumnos profesor en estos últimos años ha ido disminuyendo, debido al envejecimiento de la población por la emigración de jóvenes en busca de trabajo y al descenso de la natalidad. En los últimos años, según la Inspección de la Consejería de Educación y Ciencia fue la siguiente:

 

Año Alumnos por profesor

87-88: 21.5

88-89: 21.57

89-90: 20.09

Respecto al equipamiento educativo de Enseñanzas Medias, Pegalajar depende de Mancha Real, a donde han de desplazarse los alumnos diariamente, aunque otros optan por continuar los estudios en la capital.

El colegio dispone de las instalaciones deportivas fundamentales, de tipo municipal, como son el terreno de juego (campo de futbol) y la pista polideportiva. Sin embargo, carece de Gimnasio. Recientemente --1993--, ha sido inaugurada la piscina municipal, una antigua reivindicación que tenía el pueblo de Pegalajar y que supone un complemento imprescindible a las actividades deportivas y de ocio veraniegas.

El equipamiento cultural se completa con la Biblioteca Pública Municipal, muy importante dentro de la vida cultural de una población. Los primeros pasos se dieron en 1968, cuando el Centro Coordinador de Bibliotecas pidió al Ayuntamiento la concesión de un lugar adecuado o solar para la posible ubicación de una biblioteca. El Ayuntamiento contestó que no tenía local ni solar para su construcción (255), por lo que la biblioteca hubo de esperar más de una década.

Otra actividad cultural, de gran riqueza en Pegalajar, ha sido la tradición oral, que ha perdurado hasta nuestros días, transmitiéndonos a veces una dura e injusta realidad social, como lo demuestran las siguientes estrofas de villancicos:

"María le dice a José:

José, dale pan al Niño,

que la obligación de un padre

es mantener a su hijo.

José le contestó:

Yo no tengo un cuarto,

si pan quiere el Niño,

que vaya a ganarlo" (256).

"La Virgen va a la aceituna,

San José va a varear,

el Niño va a los graneos

y la borrica a acarrear" (257).

"En el Portal de Belén

hay un tío espatarrao

y está muertico de risa,

porque no ha probao bocao" (258).

Esta riquísima tradición oral de Pegalajar ha sido recogida por alumnos del Colegio Público Virgen de las Nieves y otros, bajo la dirección de Joaquín Quesada Guzmán y Diego Polo Aranda, que se han encargado de su ordenación y publicación.