CAPITULO IV
3. El Municipio.
3.5 La Sanidad.
A lo largo de la época moderna la población en general periódicamente estaba sometida a una serie de catástrofes representadas por el hambre cíclica y las epidemias, cuya gran mortandad paralizaba el crecimiento de la población. Los conocimientos sanitarios de la época no daban para mucho. La medicina era bastante ineficaz, "nada hacia perder a quienes por su pobreza, no podían recurrir a ella, las grandes epidemias no perdonaban a nadie" (259).
Las crisis de subsistencia eran el único azote que no alcanzaba a los ricos, pero hay que reconocer que las clases menesterosas, debido al ambiente donde vivían: barrios sucios, calles sin colectores, cuevas, etc., tendían a ser afectadas en mayor número por las enfermedades de la época.
En Pegalajar durante el siglo XVII existía un médico (260) y un hospital de pobres pasajeros (261). Este último seguramente en función de la caridad privada, por lo que más tarde desapareció. El médico titular de la población era retribuido con fondos municipales, a los que sumaba las minutas de su clientela, lo que le hacía un personaje importante por el prestigio social que daba su profesión y su nivel económico.
A mediados del siglo XIX, el médico titular era retribuido por el Ayuntamiento con una dotación de setenta y cinco ducados, pero la población estaba creciendo de forma continua y se veía la necesidad de conseguir además una plaza de cirujano, "porque con más frecuencia se necesita su asistencia en los asuntos criminales que casi diariamente ocurren" (262). En esta época las enfermedades que más afectaban a la población eran las hidropesías, perlesías, tifus, gastritis, calenturas intermitentes y perniciosas (263).
En 1854, debido a la epidemia de cólera morbo asiático, se constituyó en Pegalajar la Junta de Sanidad y se acordó la realización de visitas domiciliarias preventivas, siguiendo órdenes gubernativas (264). El cólera, que ya antes había invadido el país (de enero de 1833 a enero de 1835), acometiendo a 450.000 personas de las que fallecieron más de 100.000 (265), reapareció con más virulencia en noviembre de 1853 y duró hasta Marzo de 1856; se contaron más de un millón de invadidos de los que fallecieron alrededor de 236.744, el 24 por ciento de los afectados (266).
La Junta Municipal de Beneficencia y Sanidad de la localidad acordó "adoptar cuantas medidas les sugiera su celo en la salud pública, y para en el caso de que desgraciadamente acometiera a este vecindario el mal epidémico (...) se valgan de todos los medios que crean conducentes para preservar de él a este pueblo". Se acordó formar un presupuesto adicional para los socorros domiciliarios a los necesitados (267), que ascendía a 1.500 reales (268).
Esta Junta estaba formada por el Alcalde presidente; Fernando María Moya, prior; Francisco Chica Valenzuela, síndico; Juan Antonio Quesada, regidor; Francisco García Muñoz y Antonio Molina, vecinos propietarios; Juan Martín Puignaire y Andrés León, facultativos titulares (269).
En el mes de agosto de 1854 se desarrolló el cólera en algunos pueblos de la Provincia. Bailen, Martos, Linares,.. sufrieron en mayor o menor escala las tristes consecuencias de la terrible epidemia, singularmente el pueblo de Linares (270). De ahí que para evitar la invasión, en Pegalajar se tomasen las siguientes medidas:
- Encañar bajo tierra los derrames de los pilares y prohibir dar de beber agua a los cerdos y otros animales en ellos.
- Establecer visitas domiciliarias en las casas y cuevas de la población, para que no se consientan el que los cerdos vivan con sus dueños, y sean puestos en los corrales al aire libre, así como airear el esparto cocido.
- Limpiar con frecuencia las cuadras y calles.
- Limpiar las albercas donde se cuecen linos y se saca de la balsa el esparto.
- Ordenar al comisionado de aguas no dejar vacía la balsa, para evitar las miasmas pútridas, y pedir al Ayuntamiento la plantación en su inmediación de un crecido número de alamos para que estos absorban las mismas y produzcan maderas al mismo tiempo.
- Vigilar para que los productos de consumo sean de buena calidad.
- Dar publicidad a las medidas preventivas (271).
Desde agosto de 1854 hasta octubre de 1855, el cólera se extendió por la provincia de Jaén. En la ciudad de Jaén perecieron por este mal más de 521 (272) individuos. En julio de 1855, se había extendido por unos cuarenta pueblos de la Provincia, entre ellos Pegalajar (273), donde ocurren los primeros casos a finales de junio de 1855 y el último en septiembre de ese mismo año. La mortalidad total por cólera fue la siguiente: (274)
Meses 1.855 Defunciones por cólera en Pegalajar
Junio ........................ 2
Julio.........................37
Agosto........................ 5
Septiembre.................... 1
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Total......................45 (35% del total defunciones).
Como podemos apreciar, el mes de julio fue en el que se dieron más defunciones, lo que produjo gran alarma entre la población y muchos abandonaron la localidad, entre ellos la mayor parte de los concejales (275).
Del 7 al 31 de julio fueron los días de más virulencia de la epidemia, produciendo 27 muertos y 121 enfermos (276). El 28 de julio los casos disminuyeron de forma notable y se acordó cantar el Te Deum los primeros días de agosto (277). El canto del Te Deum era el signo de la desaparición de la epidemia en la población; su importancia estribaba en que al cantarlo se reanudaban las actividades comerciales, volvía la población y el desarrollo general de todas las actividades. Contra aquellas poblaciones donde existía la epidemia se solían establecer cordones sanitarios, que, aunque ilegales, producían grandes molestias a los vecinos. El canto del Te Deum fue prematuro, pues, como hemos visto, el cólera continuó presente hasta septiembre y la Junta de Sanidad siguió manteniendo las medidas previstas, como la prohibición de cocer lino y esparto en las albercas inmediatas a la población, aumentando la higiene en el matadero y la prohibición de la permanencia de los cerdos en las calles y plazas (278).
En 1865, la atención sanitaria en Pegalajar experimentó una sensible mejora. EL médico cirujano era retribuido con 4.000 reales para atender a las familias pobres, estaba obligado a realizar dos visitas diarias a los enfermos graves, atender los casos judiciales y la higiene del pueblo. También se creó una oficina de farmacia, de la que hasta entonces carecía. El farmacéutico era retribuido con 2.000 reales, no podía abandonar su destino sin justificación previa y no podía abandonar el pueblo en épocas de epidemia.
Para atender a las familias pobres, se creó un padrón que seria rectificado cada tres meses (279). Uno de los graves problemas de la Junta Municipal de Beneficencia era el gran número de pobres existentes. En 1863 se abrió una subscripción para crear una casa de asilo de pobres, la cual dio una cifra muy reducida (280), por lo que el asilo no pudo hacerse, a pesar del creciente número de pobres, que en 1878 era de 460 (281) y 489 en 1891 (282). La mayoría de ellos habitaban en el Romeral, cuevas de la Fuente y del Chorreadero (283).
Otra epidemia que afectó a Pegalajar en 1877 fue la viruela (284), más benigna que el cólera de 1855, siendo los casos de defunción 27, el 20% de las defunciones totales de ese año.
La epidemia de cólera de 1885 se extendió por territorios sometidos a una profunda crisis agrícola, manteniéndose con ella una Ley demográfica que establece la estrecha relación entre la mortalidad producida por el cólera y el bajo nivel de vida (285). En Pegalajar se tomaron diversas medidas para enfrentarse a ella:
- Habilitar una casa para meter a los forasteros que viniesen desvalidos.
- Nombrar hombres para vigilar todos los caminos del pueblo las 24 horas del día.
- Controlar las cartas de sanidad de los forasteros.
- Prohibir la entrada de frutas y hortalizas de Jaén.
- Habilitar dos casas para el cólera.
- Nombrar dos camilleros para los muertos (286).
En los libros de defunciones del registro civil sólo aparecen dos casos que tienen causa de defunción el cólera, pero este hecho no es muy fiable; por un lado debido al crecido número de defunciones totales de este año, y por otro lado a las numerosas defunciones que tienen como causa entero-colitis, posiblemente un eufemismo para referirse al temible cólera. Era una forma de evitar los inconvenientes que recibía la población afectada y a los que anteriormente nos hemos referido.
La última epidemia del cólera morbo asiático en la localidad fue en 1889. Esta vez entró a la Península por Valencia, siendo su morbosidad mucho menor (287). En Pegalajar solo se dieron dos casos.
Otra enfermedad, que con relativa frecuencia se daba en Pegalajar, era el paludismo. El foco de infección lo constituía el agua estancada en la Charca, pues el estanque sólo solía limpiarse cuando albergaba poca agua, debido al relleno de materiales que la erosión depositaba, a lo que había que sumar la función de basurero que ejercía (288).
A principios del siglo XX, la asistencia sanitaria estaba representada por dos profesores de medicina, uno de cirugía, uno de farmacia y un veterinario, que componían la Junta de Sanidad, junto a varios representantes de la Alcaldía (289).
Las vacunaciones iban siendo más frecuentes y masivas (290), disminuyendo la mortalidad. Por otro lado, una nueva enfermedad aparece en esta época en la población: la lepra, teniendo que desplazarse varios enfermos al Hospital de San Lázaro en Granada (291).
En 1910 se creó otra farmacia, siendo ya dos las existentes, una de Joaquín Carrasco Vinuesa y otra de José Cobo Jiménez. Este último fue sustituido en 1912 por Salustiano de Sádaba (292).
Las epidemias en el siglo XX pierden su antigua virulencia, debido en gran parte a los progresos en la higiene y a las vacunaciones. En 1913, por ejemplo, se vacunó al vecindario para evitar una posible entrada de la epidemia variolosa (293).
No obstante, de 1917 a 1920 otra epidemia, la gripe, se extendió por la población. La Junta Local de Sanidad adoptó diversas precauciones para el aislamiento de los afectados y el decrecimiento de la enfermedad, con la formación de una "brigada" para la desinfección, higiene, limpieza y el socorro en medicinas para los enfermos pobres (294). A esta brigada se destinó el 1,5% del importe del presupuesto municipal (295).
El número de enfermos afectados debió ser muy numeroso, aunque las defunciones no lo fueron tanto. Sólo en 1919 y 1920 se produjo un gran aumento de éstas. Así vemos que las defunciones por gripe en el periodo 1917-1924 fueron las siguientes:
Años...........1917 1918 1919 1920 1021 1922 1923 1924
Def. por gripe.. 4 8 24 15 1 0 0 3
A partir de 1925 desaparece la plaza de un médico titular, ejerciendo sólo dos, cuyo sueldo es aumentado a 2.500 pts. (296).
Los farmacéuticos titulares continúan siendo dos: Joaquín Carrasco Vinuesa y Francisco Hermoso Torres (297), a los que en muchas ocasiones el Ayuntamiento adeudaba diversas cuentas de medicinas solicitadas por la Beneficencia municipal (298). La plaza de veterinario era ejercida por José Valverde Pérez, con un sueldo anual de 1.000 pts. (299). Tras la década de 1930 se aumentó el número de farmacias con la incorporación de la de Carmen Sedeño León (300).
En la década de 1940 continuaban aún muchas necesidades sanitarias elementales pendientes, como la falta de alcantarillado y red de distribución de aguas potables. Existían numerosos caños y vertederos de aguas sucias a la calle, donde además se arrojaban inmundicias desde las puertas y ventanas de las casas (301). Se formó una nueva Junta Local de Beneficencia (302), que atendía a 276 familias pobres (303). Se incrementaron las vacunaciones, principalmente las antivariólicas, antidiftéricas, antitíficas y B.C.G. (304). Cada día era más urgente la necesidad de un ambulatorio para la Beneficencia municipal. En 1945 se acordó invertir la cantidad sobrante del impuesto sobre la aceituna, cuyo fin era el arreglo de la Iglesia Parroquial y la Ermita de la Virgen de las Nieves, en la construcción de una clínica (305); al parecer no sobró dinero, y el ambulatorio tuvo que esperar varias décadas para su construcción en la Plaza del Campillejo, en una casa de 77 metros cuadrados de superficie, que adquirió el Ayuntamiento en 1945 por 18.000 pts. (306). En la década de 1950, el personal sanitario estaba compuesto por tres farmacéuticos, tres médicos, dos practicantes y dos veterinarios (307), que se han reducido a la par que el número de habitantes.
La automatización telefónica de la localidad dejó libre de utilización la casa de la Plaza del Campillejo, donde se ubicaba. En este lugar se pensó instalar el Consultorio Médico en 1979, que en 1981 culminó con un compromiso por parte del Ayuntamiento de no modificar su uso al menos en treinta años. Este cambio de función se hizo oficial en marzo de 1984, modificándose el inventario de bienes municipales, dándose de alta en el local el Consultorio Médico Municipal y de baja la casa-teléfono (308).