EL MARCO FISICO

Pegalajar está situado entre los 3° 31' - 3° 42' de longitud Oeste y los 37° 40' - 37° 46' de latitud Norte. Su término abarca una extensión de 79,71 km. cuadrados. Está situado al Sur de la provincia de Jaen, dentro de las primeras estribaciones prebéticas, pudiéndose considerar como un pueblo serrano.

El termino lo forma un valle rodeado de montañas. Por el Norte se encuentran los montes de la Artesilla, el Morrón y Mojón Blanco; por el Este, el Almadén, el Púlpito y la Atalaya; por el Sur el cerro Santín, los Bodegones, los Valientes, los Tres Mancebos y Grajales; por el Noroeste, la Serrezuela de Pegalajar. Sólo por el Suroeste el termino se abre con pequeñas elevaciones hacia tierras de La Guardia y de la ciudad de Jaén.

Las estribaciones más altas son los picos del Almadén (2.032 m.), el Morrón (1.540 m.), Mojón Blanco (1.495 m.), la Sima (1.605 m.) y los Valientes (1.5l0 m.). Dentro del valle que circundan estas montañas se levantan otras elevaciones más pequeñas, como el Moroche (1.051 m.), Peñuelas (1.154 m.) y el cerro del Hoyo de la Sierra (1.029 m.), que vienen a darle al relieve una configuración de bruscas depresiones (1).

Esta situación del término municipal de Pegalajar, en el camino de tránsito entre Jaén y Granada, ha influido notablemente en su Historia. Por un lado, el valle del río Guadalbullón, que cruza el término por el Sur, fue utilizado desde muy antiguo como vía de paso entre la cordillera Bética y la campiña jiennense; por otro lado, los puertos entre los cerros de la Artesilla, la Serrezuela y el Morrón han supuesto siempre una vía de paso desde la Loma de Úbeda hacia el valle del Rio Guadalbullón (2).

Pegalajar se encuentra por debajo de la isoyeta de 600 mm. de lluvia anual, lo que le encuadra dentro de la España seca. Se da un clima mediterráneo de veranos secos, lo que se traduce en un predominio del matorral xerófilo y las especies heliófilas, como vegetación subserial (3). La encina debió ser el árbol predominante en la zona, acompañada de un sotobosque de peonias, liana,..., que representaría la climax climática del territorio, antes de ser destruida por las roturaciones, el fuego, la codicia de pastizales para el ganado y la utilización de combustible para el hogar. Actualmente apenas existen restos de este bosque y tan solo se pueden encontrar algunos vestigios de bosque mediterráneo en la zona incluida dentro del Parque Natural de Sierra Mágina, donde aún existen algunos tejos. El primer estadio de degradación está formado por un matorral denso, en el que destacan la coscoja, escobón, retama...; y la siguiente etapa serial por un matorral degradado: tomillo, crujía,...

Respecto al suelo, alcanza cuotas altas de degradación, generalmente a causa de una explotación agrícola-ganadera, apareciendo pastizales compuestos mayoritariamente por gramíneas y tréboles. En el área de cultivo, es el olivar el representante de el alto grado de antropización, con una avifauna de alto comportamiento migratorio. Contribuye a crear un ecosistema de abundantes y variadas especies faunísticas, que van desde el omnipresente mochuelo y la rara gineta, a los zorzales que se alimentan del fruto del olivo.

La fauna también es muy variada. Existen especies protegidas con un hábitat en las sierras, como el águila perdicera, el azor, la cabra montés --hasta hace poco extinguida de la zona y ahora recuperada--; también el jabalí, zorro, conejo, liebre, comadreja, zorzal, paloma, perdiz,...

En cuanto a la climatología, el valor medio de las precipitaciones en el periodo 1962-1993, evolucionó de la forma siguiente:

 

Meses prec. medias prec. máximas (año)

Enero 65 181 (1970)

Febrero 63,8 174 (1963)

Marzo 56,4 152 (1975)

Abril 63,5 137 (1969)

Mayo 47,3 153 (1971)

Junio 35,2 104 (1992)

Julio 8,3 90 (1987)

Agosto 11,7 40 (1976)

Septiembre 25,6 99 (1965)

Octubre 51,7 146 (1962)

Noviembre 59,1 142 (1983)

Diciembre 55,9 150 (1989)

El número medio anual de días de lluvia es de sesenta, prácticamente en todo el término. Las precipitaciones máximas en veinticuatro horas variaron desde 11,5 y 13 mm. en los meses de julio y agosto, hasta un máximo de 119 mm. en el mes de febrero. La humedad relativa media osciló desde el 49% en el mes de julio, hasta el 91% en diciembre. El reparto de las precipitaciones por estaciones es semejante en el invierno, primavera y otoño, destacando sólo la gran sequedad estival.

Las temperaturas medias anuales en el periodo 1931-1980 oscilaron desde 39 a 44 grados centigrados de máximas absolutas y -10° C. de mínimas. Las direcciones de los vientos varían mucho en las distintas zonas del término. No obstante, puede decirse que son sensiblemente paralelos a los macizos montañosos dominando la dirección Este-Oeste (4).

La cuenca fluvial del Arroyo de Bercho comprende aproximadamente la mitad Este del término, recogiendo las aguas de los barrancos del Buhoncillo, Toril, Borbotón, Hazadillas, el Álamo, etc.

El barranco de los Hornillos toma las aguas de la zona Noroeste del término, a él afluyen las aguas de los barrancos de las Covatillas y Villajos, procedentes de los cerros de la Serrezuela, la Artesilla y el Morrón. Estas dos cuencas fluviales desembocan en el río Guadalbullón por su margen derecha y las aguas fluviales de la margen izquierda son recogidas por distintos barrancos como los del Puerto de la Hiruela, la Encina, Palma, Pinar,... En general, estos barrancos tienen sus cursos secos la mayor parte del año; tan sólo el arroyo de Bercho y el barranco de los Hornillos mantienen un curso de agua más continuo, pero de un volumen pequeño.

La mayoría de las fuentes del término manan poca cantidad de agua. El manantial de la Fuente la Reja es el único que por su volumen basta para el abastecimiento de agua potable a la población y el riego de gran número de hectáreas de huerta y olivar, colaborando también los aforamientos de otras pequeñas fuentes (5).

El arroyo de Bercho mantiene un caudal apreciable, pero sólo los meses de invierno y primavera, debido a que se alimenta fundamentalmente de fuentes superficiales y del deshielo de la nieve depositada en la vertiente Oeste del pico del Almadén, desembocando directamente en el Guadalbullón.

En cuanto a la geología del término municipal de Pegalajar, podemos delimitar su ubicación entre las zonas Subética y Prebética, aunque en ocasiones es muy dificil, debido a que el frente de las unidades subéticas se presenta cabalgando a las unidades prebéticas mas meridionales.

Los materiales subéticos comprenden desde el Trias al Nummulítico y series Mesozoicas. Dentro de la topografía deprimida hay extensos afloramientos Triásicos, en relación espacial con materiales del Cretácico inferior al Mioceno. Los materiales Neógenos y Cuaternarios ocupan la mayor parte del término, estando su distribución, en muchos casos, influida por la acción de fallas normales de edad reciente, que limitan depresiones locales. Las series de las cercanías de La Guardia de Jaén y Sierra de Almadén están formadas por dolomías y calizas; el Cretácico también está representado.

La Serrezuela, o Sierra de Pegalajar, está constituida de calizas blancas, a veces cristalinas, cabalgando la parte superior sobre margas del Mioceno Inferior, mientras que la parte inferior caracteriza al Cenomaniense, con calizas estratificadas en blancos gruesos con niveles de cuarzo y otros dolomíticos del Cenomaniense.

Tiene Pegalajar una unidad de orden superior, representada por masas aisladas de poca extensión; sus principales afloramientos corresponden al cerro de Peñarrubia y la Atalaya. Todos cerca del pueblo. Están compuestos de los siguientes términos: calizas margosas o dolomíticas; margas yesíferas; margocalizas del Cretácico Superior; margas y margocalizas pertenecientes en su muro al Paleoceno y en su techo al Eoceno Superior.

También existe representación de rocas ígneas, la constituyen las afitas presentes en Keuper y las rocas subvolcánicas, doleritas constituidas por plagioclasas y piroscenos, ligadas al Jurásico y al Cretácico inferior; también hay pegmatitas alcalinas.

En el área del actual cauce del Arroyo y rio Guadalbullón, se incluyen depósitos Cuaternarios de composición litológica, en una mezcla de arenas, arcillas y limos, con eventuales niveles de gravas, ligeramente cementadas y costras de caliche.

En la zona de Bercho, se incluyen los materiales terciarios, apareciendo bancos de caliza y areniscas más o menos compactas, recubiertas de arcillas y margas, por lo que la resistencia a la erosión aumenta. La zona del río está formada por una mezcla de margas arcillosas, rojizas y verdosas, areniscas y frecuentes niveles de yeso, todo recubierto por una capa arcillosa. Es sensible a los agentes erosivos, tanto físicos como químicos.

En casi todo el término abundan los grupos de piedras que incluyen dolomías, caliza, calizas dolomitizadas y eventuales niveles de margas. En general son rocas compactas y bastante resistentes a la erosión, que actúan de forma selectiva.

Las características hidrológicas varían de impermeables a permeables, admitiendo drenaje efectuado por escorrentía. Los depósitos de los cauces del río y arroyo son en general semi-impermeables, el drenaje es aceptable por percolación natural. Es normal la existencia de agua en profundidad.

Sólo en la zona de la Serrezuela y cerro de la Sima, existen algunos acuíferos a escasa profundidad, asimismo son normales la aparición de balsas de agua en la base de la formación, pero serán de regular o reducida extensión y caudal.

Cabe también la posibilidad de que existan mantos acuíferos que discurran sobre lechos impermeables ocultos y que puedan dar lugar a alumbramientos en los contacto de estos materiales impermeables con los cotas más bajas, pudiendo ser algunos de gran caudal, aunque generalmente serán de reducida extensión y caudal.

Sus terrenos admiten cargas de magnitud media, produciéndose asentamientos del mismo orden. Sin embargo, la existencia de yesos de fácil disolución por el agua hace que el comportamiento sea muy irregular y problemático, pues el terreno puede perder de golpe sus características resistentes, razón por la que se le han asignado unas condiciones mecánicas desfavorables, aunque la zona de las sierras son de cargas elevadas y condiciones mecánicas favorables.

Según la norma sismorresistente P.G, S-1 (1968), la sismología de esta zona es suave, pudiendo producir daños ligeros o moderados (6).