CAPITULO III

1. Demografía.

El conocimiento de la demografía de Pegalajar es importante por la función que desempeña dentro de la economía, mediante el consumo y la producción, al mismo tiempo que refleja en qué medida los acontecimientos políticos, sociales y económicos afectan a esta población.

El origen de la población de Pegalajar tras la "Reconquista" estuvo íntimamente ligado a la ciudad de Jaén, de la que dependía administrativamente. La gran mayoría de la población jiennense estaba formada por hombres llegados en el siglo XIII de las comarcas de Soria y Cuenca y de distintos lugares de León, Galicia y Toledo (1).

De 1535 a 1990, la evolución de la población en Pegalajar es la siguiente: (2)

 

Año Vecinos Habitantes

1535 215 1.060 ?(3)

1559 300 1.200 ?(4)

1595 300 1.200 (5)

1628 300 1.200 (6)

1752 407 1.628 ?(7)

1792 508 2.024 (8)

1826 - 2.586 (9)

1838 - 2.500 (10)

1845 716 2.675 (11)

1850 - 3.007 (12)

1857 859 3.297 (13)

1860 820 3.381 (14)

1880 - 3.886

1890 - 4.061 (15)

1900 - 4.440

1910 - 4.910

1920 - 5.158

1930 - 6.209

1940 - 7.222 (16)

1944 - 7.390 (17)

1945 - 7.358 (18)

1947 - 7.266 (19)

1950 - 6.572 (20)

1960 - 4.945

1970 - 4.118 (21)

1980 - 3.172 (22)

1990 - 3.200

Como podemos observar, durante los siglos XVI y XVII la población se mantiene estática en el crecimiento. Las causas vienen motivadas por diferentes catástrofes, como el hambre cíclica y las pestes recurrentes, que producen una gran mortalidad"(23). Esta misma situación se da en el resto de España, es un ciclo demográfico antiguo de mortalidad catastrófica (24).

A partir del siglo XVIII, la población experimenta un paulatino crecimiento. Las pestes bubónicas de siglos anteriores se reproducen durante este siglo, aunque perdida la ferocidad de antaño, para desaparecer por completo en el siglo XIX (25). Las crisis de subsistencias continuaron afectando duramente a la población, sobre todo las de 1766, 1769, 1773 y 1780" (26), existiendo una estrecha relación hambre y epidemia.

A finales del siglo XVIII se inicia el cultivo de nuevas plantas traídas de América, como el maíz y la patata, que hacen aumentar la población, así como la entrada de granos de fuera de la Península y, desde 1820, la creciente comercialización de los productos interiores (27). También se logran algunos avances en la Medicina, pues a partir de 1800 se fue introduciendo en España la vacuna de Jenner contra la viruela, epidemia que a partir de 1720 había sustituido a la peste como el más cruel de los males (28).

A comienzos del siglo XIX, coincidió una epidemia de fiebre amarilla que afectó el Sur de Andalucía durante 1803-1804, y una crisis de subsistencias por falta de trigo (29). En Pegalajar se manifestó esta crisis con un aumento de mortalidad en los años 1804, 1805, 1806 y 1807, con 44, 59, 46 y 43 defunciones, respectivamente. Estas defunciones no las hemos contabilizado en nuestro estudio posterior, por ser defunciones parciales, al no tenerse en cuenta los párvulos. La gran escasez de trigo durante estos años provocó la substitución del pan de trigo por pan de patata (30).

La siguiente crisis demográfica se produjo en la década de 1830. "Hambre, cólera, disturbios y guerra hubieron de crear en los años treinta, tras las grandes mortalidades, unas clases huecas de importancia, que dejaron su secuela en la década posterior". Entre 1830 y 1840 es donde pensamos que está la clave del descenso demográfico jiennense apreciado posteriormente (31).

En la pirámide de edad de la población de Pegalajar de 1861 (32), podemos observar un estrechamiento en la población de 20 a 30 años, grupo de edad que corresponde a los nacidos entre 1831 y 1841, lo que nos indica claramente las vicisitudes de la población de esta década. En el Pueblo, los años más críticos fueron 1833, 1534, 1836 y 1838, con una mortalidad del 43,2, 42,40, 50,80 y 46 por mil, respectivamente; también se puede observar en el crecimiento vegetativo de algunos años de esta década: 1835 (-2,84), 1836 (-11,2) y 1838 (-11,2 por mil) (33).

La elevada mortalidad de 1833 y 1834 debió deberse al cólera, ya que Jaén fue una de las provincias más afectadas (34). La causa de la elevada mortalidad de 1836 y 1838 fue la crisis de subsistencias que viene reflejada este último año en los libros de defunciones por numerosos casos de enfermedades intestinales, como la "gastro-enteritis".

Otra detención en el crecimiento evolutivo de la población por una crisis de subsistencias fue en 1849, a lo que se unió una epidemia de sarampión, que produjo una gran mortalidad en los niños, ascendiendo la mortalidad total al 38,77 por mil. A otra crisis de subsistencias corresponde también la alta mortalidad de 1853 (38,07 por mil), lo que seguramente vino dado por la sequía de 1852 (35).

En 1855, el cólera fue el causante del elevado número de defunciones (39,97 por mil), a lo que se unió también la falta de recursos de la clase jornalera, sometida a un largo paro por las prolongadas lluvias de este año. Esta crisis se prolongó durante 1856 y 1857.

En la segunda mitad del siglo XIX, a pesar del tendido de las líneas ferroviarias y construcción de vías de comunicación, se reprodujeron las crisis de hambre. Fueron también años de gran mortalidad 1860 (39,33 % ),1864 (35,78 %) y 1865 (38,45 % ). Esta década tuvo su punto álgido en 1868, con una mortalidad del 45,69 por mil y un crecimiento vegetativo de -13,49 por mil.

La crisis de 1882 se tradujo en Pegalajar en una altísima mortalidad (49,92 por mil), y en 1883 fue del 40,77 por mil, ambos años con crecimiento vegetativo negativo (-1,55 por mil y -7,55 por mil). El cólera de 1885 no fue tan violento como el del 1855, pero hizo también que se elevara la mortalidad a un 39,51 por mil.

Algunos años de la última década del siglo XIX se vieron afectados por una prolongada sequía, que como era habitual se tradujo en una escasez de productos básicos y en una elevada mortalidad, como en 1892 y 1894, con un 43,83 por mil y un 40,23 por mil, respectivamente.

En cuanto a las causas de defunción, en general, durante todo el siglo XIX podemos observar un predominio de la mortalidad exógena, resultante de la acción del medio y cuya manifestación aparece a todas las edades. Es el caso de las enfermedades infecciosas y accidentes. A medida que los procesos médicos se imponen, esta mortalidad será sustituida por una de tipo endógeno o biológico (36). Teniendo en cuenta la precariedad del diagnóstico en esta época, las enfermedades que producen una mayor mortalidad en la población son las pulmonares durante el invierno y las intestinales en el verano. Como es lógico, durante las épocas de escasez de productos alimenticios los organismos de los afectados tendían a disminuir sus defensas y hacer más morbosa cualquier tipo de enfermedad, lo que se traduce en una mayor mortalidad.

Entre los adultos las causas de defunción más importantes durante este período son: tuberculosis, disentería, hidropesías, tifus, fiebres intermitentes, bronquitis, carbunco, cirrosis, etc.

En cuanto a la dispersión de la población, en 1857, la de Pegalajar estaba distribuida de la forma siguiente:

Lugares Clase Cédulas Habitantes

Caseríos -35 Caseríos 39 177

Cortijos -6 Cortijos 9 45

Molino Molino 2 3

Ventas -4 Ventas 8 43

Pegalajar Villa 801 3.029

Total 859 3.297 (37)

 

Como vemos, era una población muy concentrada en el núcleo urbano, siendo los caseríos de La Cerradura el único subnúcleo importante del termino.

En el censo de edificios de 1860, podemos observar un gran número de éstos dispersos fuera del núcleo urbano, pero la mayoría estaban abandonados y sólo algunos de ellos eran usados en tiempos de recolección (38).

En el siglo XX, la población continúa evolucionando de forma positiva, iniciándose un mayor ritmo de crecimiento que alcanza su cumbre en 1944 con 7.390 habitantes. Hasta este año el crecimiento es continuado. El aumento de las vacunaciones, y el progreso en general en la Medicina hace disminuir la mortalidad de épocas pasadas, aunque ésta continúa siendo alta.

En estas primeras décadas, las entidades de población del término, según el censo de 1930, eran las siguientes:

 

Lugar Edificios Habitantes Distancia nucleo urbano

Albercas (Las) 4 0 150 metros.

Alberquilla (La) 2 7 500 "

Atocha 3 5 7.000 "

Barranco Álamo 2 6 7.500 "

Barranco de Goro 2 0 8.500 "

Canteruela (La) 3 0 7.000 "

Carretón (El) 2 8 7.000 "

Casería Frailes 2 2 3.500 "

Cerradura (La) 75 343 4.000 "

Cerrillo Prior 2 4 4.000 "

Cortijo del Chaval 2 12 3.500 "

Fuente Albercón 3 0 2.500 "

Fuente Muñoz 4 0 500 "

Hazadillas 4 4 3.500 "

Herrera 3 11 4.000 "

Hoyas (Las) 2 0 4.000 "

Majada del Barrio 4 2 7.000 "

Majada del Sol 4 0 6.800 "

Molinos (Los) 6 0 300 "

Pegalajar 1135 5.713 0 "

Peña Blanca 4 0 12.000 "

Pradillos 3 0 4.000 "

Puerto (El) 2 13 1.000 "

Río de la Guardia 3 0 3.000 "

Sima (La) 3 10 5.000 "

Val de las Cuevas 11 0 1.000 "

Vereda (La) 2 0 200 " (39).

Las pequeñas entidades de población, poco a poco, irán abandonándose de tal forma que en el Nomenclator de 1950, sólo aparecen como entidades habitadas Atocha (caserío), La Cerradura (caseríos) con 500 habitantes (40) y Pegalajar (villa) (41).

A partir de 1945, comienza la emigración en Pegalajar. Durante este año emigran unas cuarenta familias en busca de trabajo, "debido a las malas cosechas por causa de la pertinaz sequía producida en el año último" (42). Esta crisis de subsistencias provocada por la sequía dio lugar a un gran aumento de la mortalidad en 1946, con un crecimiento vegetativo de -9,64 por mil (43), único negativo que se produce en el siglo XX. La emigración continuó en los años posteriores. En 1946, 1947 y 1948 hay diversas peticiones de baja del padrón por traslado de emigrantes, fundamentalmente a Madrid. En la década de 1950 y sobre todo en la de 1960, la emigración se extendió a diversos puntos de España y del extranjero, aunque Madrid y Barcelona fueron los núcleos preferidos. Esto dio lugar a una disminución paulatina del número de habitantes, disminución que aún continúa, situándose en el censo de 1980 en 3.172 habitantes.

Durante el siglo XX podemos establecer dos fases en la mortalidad de Pegalajar (44). Una primera, de 1900 a 1930, donde podemos observar una paulatina disminución de la mortalidad respecto al siglo pasado, debido a la profilaxis, el progreso en la utilización de la asepsia y antisepsia, el uso de algunas vacunas como la de la viruela, etc. El progreso en las comunicaciones fue fundamental. La población quedaba relativamente liberada de una economía en gran parte de autoconsumo, de tal forma que los años de sequía y malas cosechas, como 1904-1905, 1907, 1915 y 1917 no provocaran una mortalidad catastrófica como en épocas pasadas.

De 1930 a 1980 se produce una mayor disminución de la mortalidad. Los progresos en la Medicina son constantes. La utilización extensiva de las sulfamidas de Domagk, los antibióticos de Fleming y, posteriormente, otros procesos de quimioterapia serán fundamentales en la disminución de la mortalidad. En este período tan sólo observamos dos escollos en esta disminución, aunque menores que los del siglo pasado, uno correspondiente a 1937 (24,72 por mil) y 1938 (21,73 por mil), y otro a 1946 (26,01 por mil). El primero debido a las consecuencias de la Guerra Civil, el segundo al bloqueo peninsular por motivos políticos y malas cosechas del año anterior.

La mortalidad infantil de Pegalajar viene a darnos un conocimiento mas preciso del estado sanitario y nivel socio-económico de la población. El índice de mortalidad infantil con ligeros altibajos se mantiene constante hasta 1947. A partir de este año disminuye de forma notable debido a los progresos en Medicina antes mencionados. A partir de 1939, los años de gran mortalidad coinciden en gran parte con las épocas de crisis de subsistencias o epidemias, que afectan a la población en general (45).

La superficialidad del diagnostico en esta época hace difícil en algunas ocasiones la explicación de la causa real de defunción. Como causas de la mortalidad infantil suelen aparecer reiteradamente las palabras "debilidad", "falta de desarrollo", "dentición", "gastro-enteritis", "escrofulismo", "raquitismo", etc.; lo que nos induce a pensar en que la mayoría de las defunciones, sobre todo en época de elevada mortalidad infantil, están motivadas por desnutrición, avitaminosis y sepsis.

En cuanto a la natalidad (46), durante todo el siglo XIX y primera década del XX se mantiene un índice muy alto, superior casi todos los años al 40 por mil. De 1912 a 1932 se mantiene entre el 20 y 30 por mil, índice que va disminuyendo lentamente hasta 1964, siendo más agudo el descenso a partir de esta fecha, debido no sólo a un mayor control de natalidad, sino también a la gran emigración de gente joven que se produce en estos años, dejando unas clases huecas que más adelante veremos reflejadas en la pirámide de edad de 1980. Esta emigración de gente joven queda también reflejada en el índice de nupcialidad (47), produciendose un descenso de ésta a partir de 1965.

En las cifras siguientes comparamos la evolución de las tasas de natalidad y mortalidad de Pegalajar con el resto de España:

 

Años Tasa natalidad Tasa mortalidad

España Pegalajar España Pegalajar

1887-91 35,6 45,6 31,1 30,2

1892-96 35,3 45,4 29,8 33,2

1897-1900 33,7 40,5 28,3 33,4 (48)

Podemos observar un mayor índice de natalidad y mortalidad en Pegalajar, muestra del atraso socio-económico de esta población rural, sometida a unos niveles trágicos de mortalidad, que sólo pueden ser compensados por la altísima natalidad.

En cuanto a la esperanza de vida (49), podemos observar un paulatino crecimiento de ésta a partir de principios del siglo XIX y también un retraso con respecto al resto de España. Mientras que en 1900 la esperanza de vida en España era de 35 años, en Pegalajar lo era sólo de 23 y hasta 1926 no llegará a los 35 años. La vida en una zona rural, ajena a los progresos médicos, técnicos y sociales, inciden en esta baja esperanza de vida al nacimiento. No obstante, ésta mejora respecto al siglo pasado. Será a partir de 1947 cuando experimente un gran salto, llegando en 1980 a 75 años.

Por otra parte, las perspectivas de muerte y supervivencia en la población varían notablemente de un siglo a otro (50). Del siglo XIX hemos tomado una muestra del quinquenio 1848-52. En esta época más de la mitad de los nacidos solían morir antes de los cinco años de edad, siendo la mortalidad mayor en los varones y menor en las hembras. A los setenta años solían sobrevivir alrededor del 5% de los nacidos, siendo la probabilidad de supervivencia en la vejez mayor para la mujer que para el hombre.

A modo de comparación hemos tomado del siglo XIX la muestra del quinquenio 1966-1970. Como podemos observar, las probabilidades de perspectiva de muerte y supervivencia han cambiado radicalmente. La mortalidad de uno a cinco años es mínima, por el contrario aumenta drásticamente a partir de los setenta años, lo que lógicamente expresa el gran aumento de la esperanza de vida de la población. En cuanto al sexo, como en el siglo pasado, la mortalidad de 1 a 5 años continúa siendo mayor en los varones que en las hembras, mientras la probabilidad de supervivencia en la vejez sigue siendo mayor en la mujer.

Si comparamos las pirámides de edad correspondientes a los años de 1861 y 1981 en Pegalajar (51), podemos ver dos tipos de población muy diferentes. En la pirámide del siglo XIX se observa un progresivo escalonamiento, sólo roto por el estrechamiento existente entre los 20 y 30 años, que como anteriormente indicamos, se debe a la alta mortalidad que se produjo en la década de 1830. También podemos observar una amplia base en la pirámide, que corresponde a la población joven, lo que nos indica una población con un fuerte crecimiento demográfico.

Por el contrario, en la pirámide de edad de 1981 observamos una tendencia al "abombamiento", que viene roto por la estrechez que se produce entre las edades de 25 a 40 años, que corresponde a los nacidos entre 1941 y 1956, cuando se produce una gran emigración en Pegalajar hacia zonas industrializadas del país, emigración que no se interrumpe, sino que continúa hasta la actualidad, como lo demuestra la escasa amplitud de los escalones descendentes. También podemos observar que la base de esta pirámide se estrecha, al contrario que la anterior. Esto viene dado por la gran disminución de los nacimientos, propio de las actuales sociedades desarrolladas y también por la escasa población existente en edad de procrear, que se ha visto y se ve forzada a la emigración.

En la actualidad, la población de Pegalajar es "vieja", con una paulatina disminución de la juventud, que se manifiesta también en la reducción del número de habitantes. Es la consecuencia de un pueblo sin apenas industria, sin comercio y anclado en una vieja economía agrícola que cada día necesita menos mano de obra para su mantenimiento.