CAPITULO V.
EL URBANISMO
5. La Cerradura.
Es una aldea de Pegalajar, situada junto al río Guadalbullón, en la carretera nacional Bailén-Motril, cerca de los términos de Cambil y Los Cárcheles. El nombre de Cerradura, sin duda, alude a la angostura abierta por el río entre las sierras, que supone una importante vía de paso en Andalucía Oriental.
Es una zona donde el río se abre en un pequeño valle de feraces tierras por el riego que reciben, aunque también están expuestas de tarde en tarde a la furia de las inundaciones. Debido a su rica agricultura y a su privilegiada situación, estas tierras han estado pobladas desde la antigüedad, como lo demuestran diferentes restos ibéricos y romanos que han aparecido en sus alrededores.
La inseguridad reinante en muchos períodos de la Edad Media hizo que esta zona se despoblase, buscando la proximidad de los núcleos defensivos, más aún en los últimos siglos de la Baja Edad Media, cuando la frontera entre el reino musulmán de Granada y el de Castilla pasaba por sus proximidades. Entonces, el lugar poblado más avanzado de la zona era la Torre de la Cabeza, situada en el cerro de su nombre, cerca de La Cerradura, antigua torre vigía y de control que anteriormente había formado parte de una red árabe de comunicaciones, teniendo las torres más próximas en el cerro de los Bodegones y la Serrezuela de Pegalajar.
A partir del siglo XVI, con la conquista del reino nazarí de Granada, el peligro de razzia desapareció y comenzaron a surgir algunas casas en la vega, junto a la carretera. En 1860 existían en la zona un ventorrillo, cuatro casas y cinco chozas de huerta, un molino harinero y una ermita dedicada a la Purísima Concepción, donde estaba situada la fuente de agua potable de la que se abastecían, continuando la tradicional relación del elemento mariano con el agua. Entre 40 y 50 personas habitaban el lugar, población que sería semejante en siglos anteriores. Sin embargo, la demografía empezó a cambiar a partir de entonces. Las desamortizaciones de bienes de propios y la roturación de las sierras colindantes empujaron el crecimiento demográfico de la zona, que se tradujo en un crecimiento urbano entorno a la carretera y el surgimiento de un barrio en el Cerrillo, en su mayor parte habitado por jornaleros. De tal forma que en 1930 eran ya 75 los edificios existentes y 343 los habitantes.
En los años sesenta la emigración rural afectó a La Cerradura tanto o más que a Pegalajar. Pero en cierta forma fue paliada por las construcciones de chalés que poco a poco se fueron realizando, normalmente de gentes de la capital que buscaban el clima ideal de la zona y sus buenas comunicaciones. A pesar de ello, muchas casas están vacías, algunas en ruina. Sólo el verano trae un ambiente vecinal del que carece todo el año. No ha habido ninguna industria, salvo la fábrica de aceite, que haya querido aprovechar las magníficas comunicaciones de la zona y, en consecuencia, dar empleo y vida este enclave. Tan sólo algunos bares en la carretera aprovechan el importante flujo de vehículos, seriamente amenazados por la futura autovía.
El núcleo urbano de La Cerradura tradicionalmente ha estado olvidado de toda mejora urbanística. Tanto es así que el puente de unión entre los dos barrios de la población (85) no se realizó hasta entrada la década de los setenta --antes, sólo una viga servía de paso a los vecinos-- y el alumbrado público no llegó hasta varios años después.
El abastecimiento de agua potable a este anejo era otra de las necesidades que tuvieron que esperar sus moradores hasta también la década de los setenta. Fue en 1974 cuando por fin se redactó el proyecto de obras de abastecimiento de aguas a cargo del ingeniero de caminos José Fernández Lampaya, que fueron declaradas de urgencia por el Ayuntamiento (86). Estas obras, terminadas un año después, no eran suficientes para el suministro de agua, por lo que era preciso hacer nuevas captaciones, solicitándose a la Comisaría de Aguas del Guadalquivir en 1976 un pequeño aprovechamiento de aguas de La Pileta (87), concediéndose poco después autorización para derivar un caudal continuo de 1 litro por segundo del barranco Chimeneas, paraje "La Pileta", concesión otorgada por un plazo de 99 años, obras que comenzaron a realizarse inmediatamente "por la pertinaz sequía". Por esta captación fue presentada contra el Ayuntamiento una denuncia en el Juzgado de Instrucción número 1 de Jaén (88). Sin embargo, las mayores dificultades para el abastecimiento de agua se producían sobre todo en el verano.
En años posteriores, las restricciones continuaron. Ello dio lugar, en 1981, a que desde el Ayuntamiento se gestionasen nuevas obras de captación de aguas, tanto en La Cerradura como en Pegalajar, destinándose a tal fin 5.310.000 pts., captaciones que dieron resultados negativos (89). No obstante, en años sucesivos continuaron los intentos para solucionar el problema del suministro de agua potable en la pedanía (90). La solución llegó en 1992, cuando se derivaron parte de las aguas del paraje de Bercho --que en principio estaban destinadas a Pegalajar-- hacia La Cerradura.