CAPITULO VI.

LA VIDA EN PEGALAJAR

1. La sociedad.

A lo largo de la Edad Moderna la sociedad estaba constituida por tres estados: nobleza, clero y pueblo llano. Este último agrupaba a diversos grupos sociales, desde los jornaleros hasta los grandes propietarios. Nobleza y clero estaban poco representados en Pegalajar, sólo a través de algunos individuos pertenecientes a la Iglesia local y algunos hijosdalgos como representantes de la nobleza. Estos tenían un importante poder económico y político, pero el verdadero poder económico lo tenían la nobleza y clero forasteros, dueños de la mayor parte de las tierras de regadío y grandes extensiones de secano y monte.

En la primera mitad del siglo XIX, nobleza y clero continuaban siendo el más alto escalón de la sociedad de Pegalajar. Había un gran número de tierras pertenecientes a la nobleza e instituciones eclesiásticas foráneas, como es el caso de los marqueses de Acapulco, Cadimo, Cairedo..., y las monjas de Santa Clara, Cabildo Eclesiástico, monjas Bernardas...(1). Pero la nobleza y clero eran absentistas, no residían en la población, por lo que no formaban una clase social dentro de ella, aunque sí ejercían su influencia debido a su prestigio social y económico.

En el siglo XIX, la verdadera élite social en Pegalajar estaba formada por una burguesía agraria terrateniente, cuyo prestigio se mide por sus posesiones. Esta clase social tiene sus raíces en la propiedad de una tierra que mantiene desde el siglo XVII o anteriormente y que amplía en el XIX, al ser la gran beneficiada de la desamortización eclesiástica de 1836-1845, gracias a la que vieron aumentar sus posesiones.

A modo de curiosidad y con el fin de dar una visión de los objetos cotidianos de una familia acomodada en el Pegalajar del siglo XVII, reproducimos la dote de una novia: Una artesa (14 reales), una cama de madera con sus cordeles (22 rs.), dos "escaneletes" (12 rs.), una tabla y un tablero de horno (4 rs.), un tendido (16 rs.), un "cedazo" (1,5 rs.), dos cantaros (40 maravedís), vidriado blanco y pardo (8 rs.), "una almirez" ( 11 rs.), una caldera da mano (21 rs.), una "farter" (8 rs.), dos candiles (6 rs.), unas tenazas de fuego (2 rs.), unas llaves (4 rs.), dos asadores, un rallo, un pie devanaderas, una sartén pequeña y una rasera (7 rs.), una docena de cucharas y mano de mortero (10 rs),dos figuras de imágenes y otras dos de papel (3,5 rs.), dos cojines de asiento (6 rs.), una "fresada" (3 ducados), 3 sábanas de lienzo de cerro de cáñamo que tienen veinte varas (2,5 rs. la vara), dos colchones de lienzo de cerro de cáñamo que tienen 21 varas (2,5 rs. la vara), el henchimiento de los colchones y almohadas (12 rs.), dos almohadas de lienzo de medianillo con sus encajes (l rs.), dos almohadas de lienzo de tiradizo (12 rs.), dos almohadas con lienzo medianillo con seda azul (19 rs. cada una ), una cercadura de cama blanca (3 ducados), un cielo de imágenes de tiradizo (4 rs.), unos manteles de turillo (5 rs.), una faldera de lienzo medianillo (5 ducados), un paño de lienzo medianillo con puntas (2 ducados), otro paño de medianillo con sus puntas (10 rs.), una pieza de 13 pañuelos (20 rs.), dos manteles de cerro de cáñamo (13 rs.), otra tabla de manteles de tiradiez (20 rs.), un "cernadero" (13 rs.), un costal de cuatro varas (6 rs.), cuatro talegas de semillas (1 rs.), un paramento que tiene pintada la Magdalena (12 rs.), un vaso y un salero (1 rs.), un tocador de Holanda (6 rs.), una camisa de Holanda de hombre (4 ducados), una camisa de mujer labrada con seda verde (1 ducado), una escobilla de limpia ropa (1 rs.), una mesa pequeña con su bando (11 rs.), una orza, un servicio y dos ollas (70 mrv.) (2).

En la primera mitad del siglo XIX podemos detectar a los miembros de la burguesía agraria dentro de las listas de mayores contribuyentes de la localidad en la riqueza imponible. Es el caso de los herederos de Francisco Vílchez, de Isabel Valenzuela, José María Gómez, Gaspar Cavanillas, Francisco Valenzuela, Antonio Ramón Molina, Francisco García, Ramón Ogáyar, Cristóbal Castro, Fernando Sandoval, etc. Algunos de estos eran forasteros, como León Esteban (3).

Esta clase social detentaba el poder del municipio a través de la Corporación Municipal y la Junta de Mayores Contribuyentes, realizando también el reparto del cupo correspondiente de contribución. En este grupo, la mayoría estaban integrados en la clase media.

La mayor parte de la población la formaba una pequeña burguesía agraria, un "semiproletariado" que repartía su trabajo entre el jornal y su pequeña explotación, producto de la gran parcelación a que estaban sometidas las tierras de regadío. Con el paso del tiempo este grupo irá ampliando su base, dividiéndose las parcelas aún más.

El grupo social formado por la burguesía industrial y comercial era muy minoritario, compuesto de individuos que, cuando pueden, invierten sus ganancias en la tierra. Su actividad no va más allá del imprescindible servicio local. Aunque su número experimenta un continuo crecimiento a lo largo de la historia, no es más que el incremento necesario motivado por el crecimiento poblacional, continuando el mismo tipo de actividad familiar. Este grupo estaba formado por carpinteros, molineros, panaderos, tenderos, tratantes de carnes y ganado, etc.

Las profesiones liberales eran también muy minoritarias, limitadas en la primera mitad del siglo XIX a un médico, dos maestros de Instrucción Primaria y un escribano (4), ampliándose con el tiempo a un mayor número de médicos, maestros y algún abogado (5).

La clase baja estaba representada por los jornaleros. Su número se irá incrementando con el aumento de la población, pasando de los 80 existentes en 1752 (6), a los 1253 de 1936 (7).

También existían los pobres de solemnidad, grupo social derivado del sector jornalero y formado por aquellas personas que por enfermedad, vejez, viudez y otras circunstancias vivían de limosna. Este grupo, como el anterior, aumentará paulatinamente de 50 existentes en 1752 (8) a 440 en 1933 (9).

Por otra parte, las malas cosechas no eran algo tan excepcional. Desde 1837 a nuestros días hemos registrado las siguientes: 1837, 1838, 1847, 1852, 1855, 1856, 1858, 1860, 1863, 1867, 1874, 1882, 1883, 1891, 1892, 1893, 1894, 1895, 1896, 1897, 1899, 1900, 1901, 1904, 1905, 1907, 1910, 1912, 1913, 1915, 1917, 1918, 1919, 1925, 1931, 1932, 1935, 1945, 1949, 1968 (10).

Normalmente, hasta 1945, estos años se traducían en una mayor mortalidad en la población, como hemos visto en el apartado dedicado a la demografía, ya que la mayor parte de la población de Pegalajar era pobre. En 1838, sobre la necesidad de aumentar la recaudación por el arbitrio del consumo de vinos, la Corporación municipal de Pegalajar dice:

"Los consumidores en los puestos públicos de estos Pueblos, son clase pobre, y si se quiere. la que le sigue. y no se pierda de vista que estos habitantes, no están dominados por el vicio de la embriaguez, ¿y cómo hemos de convenir que en un año escaso, en que la libra de pan está a un precio subido, y no tienen en qué ocuparse la clase pobre, y de consiguiente no pueden comer, ha de aumentarse el consumo de vino? ¿Si no tienen para comprar pan, cómo para vino, a un precio subido? La experiencia, que destruye las teorías, nos ha enseñado lo contrario: hemos visto en un pueblo de 2.500 almas que en el año anterior, y poco más o menos será en el presente, se ha consumido con poca diferencia en los puestos públicos 400 arrobas de vino y 250 de aceite, pero también hemos visto con dolor, centenares de hombres traspasados de hambre, con el sello funesto de ella en el rostro, ¿y en tal estado, ansiando por un pedazo de pan, tendrían para vino ni aceite? Hemos visto (y es cosa original en este pueblo) alumbrarse con pedazos de madera de pino por el aceite que tienen, que llaman tea, ¿y podrá decirse que la escasez y miseria aumenta los consumidores de abastos? Si éstos tuvieran dinero, estamos conformes, pero el mal está en que no lo hay y esta falta hace que los hombres vivan sin vino ni aceite, y hasta sin pan muchas veces ¿cómo se quiere que los vicios se aumenten cuando escasea el dinero? (...)" (11).

Los años de malas cosechas producían un incremento de los robos en las propiedades agrícolas, como el robo de aceituna (12), que era el fruto más corriente en el pueblo, lo que motivaba el incremento del número de plazas de guardas (13).

Durante estos años, los precios de los artículos de primera necesidad subían enormemente, mientras el paro afectaba a los jornaleros. Estas circunstancias motivaban los robos y las alteraciones de orden público, por lo que cuando acaecían, el Ayuntamiento intentaba controlar los precios de estos artículos (14), lo que no siempre era posible.

Otra forma de enfrentarse a la pobreza era la formación de una junta entre la Corporación y los mayores contribuyentes para estudiar las posibles medidas de solución. En 1897 se presentaron en la Alcaldía más de 80 jornaleros pobres "en demanda de que se les socorriese por el Señor Alcalde, porque ya les era imposible continuar en la miseria que llevan algunos días y apurados todos los recursos que la bondad puede suministrarles por la clase acomodada (...)". Para enfrentarse a este problema se aprobaron las siguientes medidas:

1. Nombrar una comisión para la organización del trabajo.

2: Socorrer con los pocos recursos que cuenta el Ayuntamiento y con la cantidad diaria que estime la comisión a las viudas pobres, según los hijos que tenga cada una.

3. Socorrer ese día con fondos municipales a los necesitados.

4. Proceder a practicar un repartimiento sobre todos los contribuyentes por territorial e industrial de cuotas superiores y en justa proporción a la riqueza.

5. Estos socorros serán extensivos mientras dure la necesidad (15).

A cambio de esta ayuda los jornaleros se ocupaban en el arreglo de caminos vecinales (16).

Para poder subsistir era preciso el trabajo de casi todos los miembros de la unidad familiar del obrero. Las mujeres prestaban servicios en las labores domésticas de las casas ajenas e iban al campo a la recolección de la aceituna y otras. Esto suponía un abandono de las labores del propio hogar y de los hijos (17).

Los obreros del campo se podían clasificar en dos categorías: los peones fijos o criados y los temporeros o jornaleros. Los primeros eran aquellos que en el campo asumían funciones semejantes al capataz y que se denominaban unas veces caseros y otras manigeros. Por el contrario, los temporeros salían a la plaza del pueblo cada mañana para contratarse por uno o varios días de trabajo (18).

Para éstos, la miseria y el hambre no era sólo propia de los años de malas cosechas, ya que ha sido endémica de las clases más bajas del pueblo hasta mediados del siglo XX; de ahí que con motivo de algún acontecimiento festivo o político una de las formas de hacerlo popular era la distribución de pan entre los pobres de la población (19).

Esta situación de pobreza dio lugar a la roturación ilegal de los Propios de Bercho a partir de 1848, y más tarde, las laderas montañosas de la Serrezuela, Haza Colorada y La Cerradura, terrenos de poca productividad. Estas roturaciones causaron grandes perjuicios "por el arrastre de tierras por las aguas, además de impedir el tránsito de ganados y disminución de terrenos de pastos" (20). Pero el ansia de roturaciones era realmente del pequeño propietario, que poseía el apero imprescindible para esta labor. Muchas veces era perjudicial para la clase jornalera. La Corporación municipal consideraba en 1901 como "delito contra la numerosa clase proletaria" algunas de estas roturaciones:

 

"En los abiertos de Torrecillas y baldíos del Haza Colorada, en el sitio llamado Bendéñigo (...) se han roturado varias parcelas de terreno por vecinos de esta villa, destruyendo el atochar que en aquel sitio había y que constituía un gran recurso para la clase menesterosa, que en épocas que escaseaban los trabajos agrícolas, allí recurría a recoger dicho vegetal, que manufacturado en el día era el maná de muchísimas familias que así, con su trabajo y sin menoscabo de las propiedades ajenas cubrían sus necesidades" (21).

A principios del siglo XX, la escala social no había cambiado mucho. Existía una alta burguesía agraria en la cúspide, compuesta por escasos individuos, que en 1904 eran los siguientes: (22)

Cuota de contribución Territorial Urbana Industrial

Fernando M. Valenzuela Cabanillas 1.819,86 146,30 -

Antonio Ramón Molina Valenzuela 1.098,64 63,88 -

José María Gómez Espinosa 968,60 116,90 -

José León Gómez 710,52 76,47 -

Julián Hermoso Chica 473,83 82,60 - ptas

Los medianos propietarios agrícolas continuaban siendo un sector importante de la población, que perdía fuerza ante el continuo crecimiento de la pequeña propiedad por las continuas subdivisiones de las parcelas.

El grupo social más en auge sigue siendo el proletariado agrícola, que paulatinamente empieza a tomar conciencia de clase a través de las primeras sociedades obreras socialistas que se forman en el pueblo. El continuo aumento de los jornaleros incrementa el paro.

Con la I República Comienzan a recibirse subvenciones del Ministerio de la Gobernación, 996,75 pts. en junio de 1931, para realizar obras de utilidad pública (23). El paro afectaba a muchos pueblos de la provincia y el dinero asignado no era suficiente, de ahí que se intentase sacar dinero por todos los medios legales posibles.

En julio de 1931, el Ayuntamiento de Pegalajar acordó adscribirse a la petición del Ayuntamiento de Alcaudete para hacer una asamblea en Jaén, presidida por el Gobernador Civil, con el fin de pedir al Gobierno un anticipo para paliar la crisis obrera, pagadero a 10 años y recargándolo en partes proporcionales en la contribución (24).

También en julio se solicitó un préstamo de 13.256 pts. a la Caja de Previsión Social de Andalucía Oriental con el mismo fin, repartido entre 35 personas según el Decreto del Ministerio de Trabajo y Previsión Social de 28 de mayo de 1931 (25).

En octubre se solicitó de los ministerios de Hacienda y Gobernación, como asimismo al Gobierno Civil, una parte del crédito de 100 millones que habían concedido las Cortes para atender "la crisis de trabajo y calamidad pública" (26). La forma de invertir ese dinero era la empleada desde el siglo pasado: la reparación de calles en la localidad y caminos vecinales (27).

Todos los trabajadores parados estaban incluidos en una bolsa de trabajo con el fin de organizar por sucesivos turnos los trabajos a realizar. La Comisión estaba formada por dos concejales, dos obreros y dos patronos (28).

Sobre la clase obrera ejercía una gran influencia el Partido Socialista a través de su sindicato, U.G.T., la Sociedad Obrera de Agricultores "La Emancipación" y la Sociedad Obrera de Oficios Varios "La Fraternidad" (29). Debido al incremento de afiliaciones y "siendo necesario construir una casa del pueblo para domicilio de las sociedades obreras de esta población afectas a la U.G.T. y P.S.E." se solicitó un solar en la parte baja de la Fuente de la Reja (30), se consiguió mediante el pago de 150 pts. por los 350 metros cuadrados suficientes para dicho fin (31).

En el otoño de 1931 el paro empezó a agravarse, situación que viene claramente reflejada en la comunicación que el Ayuntamiento dirige al Gobernador Civil:

"Que la falta de cosecha de aceituna y la desvalorización del aceite han determinado en este Pueblo, que vive casi exclusivamente de esta producción, una profunda crisis de trabajo que implica un paro forzoso de más de 800 obreros agrícolas, y que no es posible remediar sin el concurso del Poder Público, ya que los propietarios, si bien han contribuido y contribuyen actualmente a su alivio, se hayan ya imposibilitados para seguir haciendo frente con eficacia a tan grave problema" (32).

Esta situación vino a agravarse aún más con las malas cosechas de 1932, afectando también a los pequeños y medianos agricultores. Había unos 250 obreros que nunca eran sacados de la Bolsa de Trabajo, por lo que se acordó seguir el procedimiento de tomarlos por riguroso orden, con el fin de que participasen todos en la misma proporción en el trabajo (33).

Otras medidas impuestas en 1933-1934 para paliar el paro fueron: la obligatoriedad de hacer los suelos en los olivares (34), la solicitud al Ministerio de Obras Públicas de invertir obreros en esta localidad de Bailén (35), el intento de conseguir subvenciones para hacer caminos vecinales sobre los de herradura de Bercho por la Nogueruela, de las Coberteras y el camino hacia La Cerradura (36); el empréstito de 25.000 pts. aprobado por la Diputación Provincial,...(37).

Este dinero concedido para dar trabajo a los parados a veces no bastaba, teniendo el Ayuntamiento que utilizar sus mermados fondos para repartir pan a los pobres (38).

El número de obreros del campo en relación a las tierras de cultivo existentes en Pegalajar era muy elevado. En 1936 había 1.253 obreros del campo inscritos en la Bolsa de Trabajo. Una de las soluciones que veía el Ayuntamiento era la expropiación por el Instituto de Reforma Agraria de 1.860 Has. pertenecientes a latifundios del Pueblo. Comprendían los cortijos de Herrera, Los Frailes, Castillejo Prior, La Sima, Lora y La Encina (39).

Durante la Guerra Civil la situación no mejoró a pesar de las incautaciones de tierras y los repartimientos de éstas por sorteo (40). Las necesidades de la Guerra en hombres y alimentos, unidas al tradicional déficit de trigo en la localidad hicieron que en 1938 existiese en Pegalajar escasez de trigo para el consumo público (41), siendo corriente el pan de cebada.

En los años difíciles de la posguerra, el abastecimiento de los productos de primera necesidad estaba dificultado por la situación de aislamiento internacional que padecía España. Con el fin del autoabastecimiento se formaron las juntas de recursos, la de Pegalajar fue constituida el 10 de junio de 1943. Uno de sus objetivos era distribuir el cupo forzoso de cereales y leguminosas que habían de entregar los agricultores a un precio determinado (42).

Tras la Guerra Civil vino a agravarse también la situación de paro. Una forma de conseguir ingresos era el aprovechamiento de la Alhucema que se produce en el monte del Moroche de los Propios municipales. Esta planta era utilizada para la fabricación de perfumes (43). Aunque el esparto y su artesanía continuaba siendo la solución más utilizada por los parados.

Las medidas adoptadas por el Ayuntamiento para paliar este problema, en 1945, fueron las siguientes: la revisión de las fincas del término faltas de labor, reparar las acequias en mal estado de conservación, construir grupos en la localidad, solicitar un préstamo bancario para invertirlo en la compra de esparto, recabar del Gobierno Civil fondos para establecer un consorcio entre el Patrimonio Forestal y el Ayuntamiento para la repoblación forestal,... (44). Este consorcio fue aprobado en septiembre de 1946, repoblándose el Morrón, Hoyo de la Sierra, Baldíos del Haza Colorada y Moroche (45).

En 1946, debido a la gran sequía, la situación de hambre se hizo general, lo que se tradujo en una elevada mortandad en la clase obrera. En este año los obreros agrícolas que trabajaban tenían derecho a percibir una parte de sus salarios en especie, "a razón (...) de 10 kg. de trigo o su equivalente en harina para sí y otros tantos para los miembros de su familia, computándose su valor en el salario que le corresponde percibir al precio oficial" (46). También se asignó al Pueblo sembrar como mínimo 300 has. de trigo (47). Se solicitaron de la Junta Interministerial de Paro las 100.000 pts. que había concedido para las obras de reforma de la Charca (48).

Este año de 1946 fue el más duro del siglo para la clase obrera de Pegalajar. El año en que el crecimiento vegetativo de la población registra un saldo negativo, por razones que el mismo Cabildo municipal recoge en su libro de actas:

"(... ) razones de estado de necesidad y epidemias que ha padecido y padece el vecindario en general y más estremadamente las familias pobres, debido a la depauperación sufrida con motivo de la casi nulidad de las cosechas del pasado año y a los continuados temporales de lluvia que impidieron a la clase obrera obtener un jornal durante varios meses (49).

El jornal medio de un bracero en Pegalajar, de 1922 a 1948 evolucionó de la siguiente forma:

1922.... 3 ptas. (50) 1935.... 3,5 ptas (53)

1923.... 3 ptas. (51) 1940.... 7 ptas (54)

1924.... 2,75 (52) 1948.... 11 ptas (55)

Existía un padrón de vecinos pobres que tenían derecho a un servicio de beneficencia municipal, que normalmente se limitaba al pago del importe de las cuentas de farmacia, con fondos del Ayuntamiento. Cuando ocurrían calamidades públicas, estos fondos no bastaban; de ahí que en 1946 se acordó imponer el gravamen de un céntimo de peseta por kilo de aceituna recogida en el termino, con lo que se pensaba recaudar 75.000 pts (56). Este impuesto fue denegado por la Delegación de Hacienda (57).

El paro continuó a pesar de las medidas adoptadas, sin que en ningún momento supusiesen una base firme para el futuro, y respondían más a la frase de "pan para hoy y hambre para mañana" que a una verdadera solución. Una medida distinta fue el intento, en 1949, de formar una industria de artesanía del esparto (58), industria que por falta de financiación no respondió a las ilusiones puestas en ella y acabó en un fracaso.

Otra medida, que se puede considerar revolucionaria en estos años del franquismo y que no se llevó a efecto, fue el intento de parcelación de algunas de las grandes fincas del pueblo las que ocupaban una extensión de 1.500 a 1.700 Has.), "en las cuales se podrían asentar unas trescientas o cuatrocientas familias pobres que viven en la completa miseria, por encontrarse en paro en casi todas las épocas del año". A propuesta del vocal de la Junta Local de Necesidades Municipales, Gómez Alcalde, se solicitó la declaración de utilidad social de estas fincas, pero sólo votó a favor Angel Cordero Torres, y el resto de los vocales, "Srs. Molina García, Uceda Medina, Hermoso Torres y Ruiz Díez", consideraron que no había ninguna finca que debiese ser parcelada (59).

Esta Junta Local, en 1952, elaboró un plan de necesidades que se podrían llevar a cabo con el fin de paliar el paro:

- Construcción de dos puentes en el Guadalbullón, uno en La Cerradura y otro en el Vado de don Fernando.

- Construcción de un poblado rural en el camino de Bercho.

- Creación de nuevas industrias: fábricas de alpargatas, de aceite de orujo, de jabón y de jabonería, de conservas, de alfarería, de tejas, de ladrillos...

- Maquinaria de machacado y trenzado para la Cooperativa espartera.

- Construcción de 400 viviendas, un Hospital de Urgencia, escuelas, cuartel de la Guardia Civil, Biblioteca Pública, campo de deportes, parques, carretera de circunvalación...

- Traída y elevación de aguas al depósito.

- Alcantarillado.

- Colaboración en el ferrocarril Jaén-Granada (60)

La inmensa mayoría de estas obras no se llevan a cabo y la lucha contra el paro se limita a las subvenciones para arreglar los alrededores de la Charca, construcción de algunas viviendas y arreglo de calles (61), sin que en ningún caso se estableciesen las bases de una industria que crease puestos de trabajo necesarios para una población en auge, cuya única solución al paro y la miseria fue la emigración, que desde 1944 estableció una línea descendente en el número de habitantes de la población.

A partir de 1976, las subvenciones al paro obrero se van incrementando paulatinamente. Pegalajar, como pueblo eminentemente rural, tiene un número importante de vecinos con una actividad agraria eventual. Estas subvenciones venían a paliar en parte la situación, pues en su mayor parte, el 70 %, debían ser invertidas en mano de obra y el resto en materiales. Los trabajos consistían casi siempre en el pavimentado de calles y el arreglo de caminos, remedio tradicional que desde épocas anteriores venían realizándose con tal fin de forma esporádica.

El hecho de ser el Ayuntamiento el administrador de los fondos de empleo provocó el recelo de las centrales sindicales locales, como Comisiones Obreras, que exigían su intervención en la distribución, "principalmente el control de obreros empleados en tales obras y de los materiales que se utilizen", a lo que la corporación se negó por no estar legislado (62).

La década de los ochenta supuso también la emigración de gran parte de la juventud a otras poblaciones donde pudiesen encontrar trabajo, sobre todo a las limítrofes, como Jaén o Mancha Real. En este último pueblo entorno a la industria de la carpintería, lo que llevó en 1988 a plantearse en la Corporación municipal la necesidad de un medio público de transporte para ellos, lo que no llegó a prosperar.

La evolución del paro y del Régimen Especial Agrario (R.E.A.) muestran una situación alarmante en los últimos años, en que la emigración cada vez es más difícil, manteniendo una situación crónica de difícil salida, pese a las inversiones del Plan de Empleo Rural (P.E.R.), como lo demuestra el cuadro adjunto:

 

Año Paro Nº R.E.A.Nº Inversiones

 

individuos Nº indiv. P.E.R. pts.

1987 142 220 10.500.000

1988 139 179 10.500.000

1989 180 148 13.928.000

1990 178 201 10.750.000

Otra cuestión de tipo social, pendiente en Pegalajar y ya hoy realizada, ha sido la creación de un Centro de Asistencia Social, el cual se acordó realizar en 1984, obra por un importe de 2.000.000 de pts. (63)

Por otra parte, la distribución de la población activa por sectores productivos en Pegalajar, correspondiente a 1986, era la siguiente:

Agricultura 57,2 %

Industria 6,3 %

Construcción 10,4 %

Servicios 26,2 %

Esto nos da una clara evidencia de preponderancia agraria existente en Pegalajar, que ha mantenido sus bases económicas tradicionales en los últimos años, sin que las grandes transformaciones socioeconómicas que en décadas anteriores se han producido en el país hayan incidido de forma claramente manifiesta en la localidad, como lo ha hecho en otros lugares.