CAPITULO IV 

3. El Municipio.

 

3.2. Los Bienes de Propios.

Los bienes de Propios eran fincas urbanas y rústicas (estas últimas las más importantes) de propiedad municipal. El arrendamiento producía una renta periódica destinada a cubrir el coste de los servicios municipales. Muchas veces, estos bienes se confundían con las fincas comunales (que eran fincas municipales rústicas), que se explotaban colectivamente por los vecinos de forma gratuita, en un principio, y como complemento de sus rentas personales.

A mediados del siglo XVIII, Pegalajar poseía los siguientes bienes:

Fincas urbanas: el Ayuntamiento, la cárcel, la carnicería, el pósito, un horno y un molino de aceite.

Fincas rústicas:

- Dehesa de Bercho, con tierras de labor y de pastos y de unas 2.500 fanegas de extensión (unas 1.611 Has.).

- Dehesa Boyal, con 300 fanegas (579 Has.), de ellas 600 de labor y 300 de pastos.

- Dehesa de Potros, con 700 fanegas, de ellas 400 de labor y 300 de pastos.

- Dehesa de Cuchillejo, con 400 fanegas de pasto.

- Otras 550 fanegas "dejan para ocupación de esta población, caminos, barrancos, veredas, peñascos, caja del río y mechones incultos".

Dentro de estas dehesas se encontraban en 1739, las tierras del Arremetedero, Rincones del Concejo, la Majada Carrizo, el Carretón, Almoroche, Hoyas Tercera y la Serrezuela.

En total eran unas 5.350 fanegas las pertenecientes a los bienes Propios, o sea, el 53,5% de las 10.000 fanegas en las que se evaluaba la extensión del término de Pegalajar.

La mayoría de estas tierras eran zonas de pasto, aunque también las había de labor, las cuales solían arrendarse. La mayor parte de los pastos se arrendaban mediante subasta (142).

En general, los montes de Propios tenían poca vegetación arbórea, de ahí su escasa utilidad como explotación maderera (143), sólo en el monte de Bercho se extraían algunos pinos salgareños para su aprovechamiento maderero (144). Esta era la finca de Propios más importante.

El monte de Bercho fue comprado en 1646 por los vecinos de Pegalajar. Desde aquella época, los vecinos podían extraer sin pago alguno cuanta leña necesitasen, "que por lo común era de madroño, corneta, retama y romero, excepto los de pino, encina y chaparra, que pasado cierto número de años han venido enajenándose para carboneo, objeto principal a que se destinan por la mala calidad y condición de los árboles". También el vecindario se encontraba con la posibilidad de aprovechar para sus ganados el pasto y la hoja del Monte.

Desde la conquista de Pegalajar en 1244, el monte de Bercho fue tierra realenga. A pesar de pertenecer al rey y no ser tierra de propios, los vecinos de Pegalajar solían obtener leña y carbón de esta zona para su uso; también posiblemente los vecinos utilizasen sus pastos bajo alquiler. Su eminente función ganadera ha quedado reflejada en la toponimia de la zona y en lugares hoy destinados a agricultura, tales como las majadas Ampona, Yeguas, Barrios, del Sol, etc. Esta función eminentemente ganadera permaneció inalterable hasta 1646, fecha en que el pueblo de Pegalajar decidió comprar la finca al rey e incluirla dentro de sus propios.

Por otra parte, en la Baja Edad Media y hasta el siglo XVI, continúa el monte de Bercho siendo un lugar importante de caza mayor. Así lo recoge el Libro de la Montería de Alfonso X, que textualmente dice:

"El Monte de Bercho es bueno de Osso e de Puerco en invierno, e son las bozerías, la una desde la Senda de Datariant fasta la Texeda, e la otra fasta la Senda del Palo, e la otra desde la Atalaya del Palo fasta las Cordilleras del Bercho. E es el armada en Vazia Talegas".

El porqué de esta venta real está directamente relacionado con la bancarrota de la Hacienda española en el transcurso del reinado de Felipe IV. Las rentas recaudadas por Hacienda se dedicaban exclusivamente a satisfacer los gastos de la casa real, la alta burocracia, la deuda pública y, sobre todo, los gastos militares (145).

Otra finca de Propios de notable importancia era el Carretón, que fue adquirido en 1825 por Gaspar Valenzuela y unos años más tarde lo fue por León Esteban, uno de los mayores propietarios de Jaén. No obstante, los vecinos de Pegalajar continuaban con el derecho de disfrute de los pastos y rastrojos de estas tierras, mientras no se plantasen de viña y arbolado. Este derecho continuó a pesar de las protestas de los herederos de León Esteban, que en 1867 denunciaron ante el Consejo Provincial este tema, pero la sentencia fue favorable a los vecinos de Pegalajar.

El afán de tierras en este período viene dada por el continuo crecimiento de la población. En la década de 1840 no sólo comienzan las roturaciones, ilegales, en el monte de Bercho, sino también en el Serrezuela, de tal forma que el Ayuntamiento solicita de la Diputación Provincial la autorización para repartir el terreno de Propios de la Serrezuela, reservando a los ganaderos sus derechos, travesías, entradas y salidas, junto con el terreno de aprovechamiento común (146).

La desarmortización de Madoz, a partir de 1855, vino a suponer el fin de gran parte de los bienes de Propios. La reforma agraria liberal quería acabar con la explotación comunal de la tierra, pues en una sociedad individualista y guiada por la apetencia de aumentar el beneficio privado, la existencia de estas tierras era algo retrógrado e inmoral.

La causa principal de la desamortización de los bienes de Propios de los pueblos estaba en la penuria económica que arrastraban los gobiernos del país a lo largo de la primera mitad del siglo XIX (147). La penuria obligó a Madoz, entonces ministro de Hacienda en el Gobierno de Espartero, a buscar dinero urgentemente, "forzándole a hacer desde el poder lo que él mismo había censurado desde la oposición", ya que anteriormente, en 1847, se había opuesto a la desamortización de estos bienes (148).

La opinión general de los pueblos era contraria a la desamortización, según un cuestionario realizado a tal efecto en 1851 (149). El Ayuntamiento de Pegalajar fue uno de los que se oponían por "la necesidad que tiene este pueblo de poseer y aprovechar el producto de los caudales de Propios, principalmente los que proporciona el Monte de Bercho en leña y pastos (150).

La desamortización de estos bienes se venían arrastrando desde antiguo (15l). En 1.760, Carlos III les impuso una contribución del 2% del producto, que más tarde se elevó al 10%. Carlos IV, a finales del siglo XVIII, dispuso que un sobrante de las rentas de Propios se dedicase a la extinción de vales reales. En las Cortes de Cádiz, en el decreto de 4 de febrero de 1813 se acordó reducir a propiedad particular estos terrenos (152), decreto que se repitió en el Trienio Liberal, pero que apenas tuvo tiempo de ser aplicado. Las décadas que transcurrieron desde entonces hasta 1855 presenciaron la casi paralización de la desamortización de estos bienes" (153).

En Pegalajar, a partir de 1848 se produjeron roturaciones arbitrarias, las que fueron en aumento, de aquí que en el 1854 el Ayuntamiento acordase hacer un censo de terrenos del caudal de Propios de la Dehesa de Bercho para su roturación (154).

Pero ese expediente fue suspendido por la Real Orden de 10 de febrero de 1855 (155). Ya antes, en 1850, el Ayuntamiento había intentado enajenar los bienes de Propios (parte del "Monte de Berchal"), en el sitio llamado del "Entredicho", a lo que se opuso el de Torres aduciendo pertenecer por mitad todos los aprovechamientos en esté sitio, mientras Pegalajar sólo le reconocía derechos a pasto y abrevadero para sus ganados, según un certificado de concordia fechado en 1539 (156). Estos terrenos estaban poblados de encinas y pinos, y según las reales provisiones de 1594 y 1595, se prohibía roturarlos (157).

Los principales preceptos de la desamortización estaban recogidos en la Ley de 1 de mayo de 1855. En el articulo 1º se declararon en estado de venta los bienes pertenecientes al Estado, Clero, Ordenes Militares de Santiago, Calatrava, Alcántara, Montesa y San Juan de Jerusalén; Cofradías, Obras Públicas y Santuarios, ex-infante don Carlos, Propios y Comunes de los pueblos, Beneficencia e Instrucción Pública: y generalizaba añadiendo todos los pertenecientes a las manos muertas. Por el art. 2º se exceptuaban de la venta los terrenos de aprovechamiento común. La forma de pago era en pública subasta (Art.3º) (158).

Los municipios debían presentar las reclamaciones para la excepción de venta de los terrenos de aprovechamiento común y para la declaración de dehesas boyales, por lo que el Ayuntamiento de Pegalajar "reconociendo la necesidad e importancia de esta parte del servicio (...) acordó: que el Monte y Dehesa de Bercho, se destinó para Boyal, al pasto de ganado de labor, la cual pertenece al caudal de estos Propios. Y para la excepción de terrenos de aprovechamiento común se dirijan las actuaciones a los que están considerados como tales y consisten: 1º Cerro del Morrón y Solana del Enebral en el puerto de la Mancha: 2º la Serrezuela al Norte y contigua a la población; y 3º los Cerros de Bodegones y Grajales" (159). Estos terrenos eran de mancomunidad con la ciudad de Jaén (160), desde 1559, según la carta de privilegio real otorgada en dicha fecha".

En 1862, siendo alcalde Francisco Javier Vilches, uno de los principales problemas del Ayuntamiento era la legitimación de las roturaciones de Bercho, que habían venido realizando las familias sin recursos, de ahí qué la Corporación decidiera aprovechar el paso de la Reina Isabel II hacia Granada para solicitarte dicha legitimación (161). A pesar de la petición esta no se consiguió y las roturaciones continuaron con el consentimiento del Ayuntamiento, que nombró un perito agrícola para qué las dirigiera y las controlara (162). Fue en 1868, tras la Revolución, cuando la Diputación Provincial accedió a la legitimación, manifestando el Ayuntamiento "que sólo la libertad que por el último alzamiento hemos conquistado se debe la concesión de que queda hecho mérito, (...)" (163).

En 1869 se hace el deslinde y amojonamiento de Bercho con respecto a los pueblos lindantes, se formalizan las roturaciones y se establecen hipotecas sobre ellas con miras a obtener un titulo en el registro de la propiedad (164). El Ayuntamiento conservó las tierras no productivas como pastos, que a su vez se arrendaban para su aprovechamiento (165).

En estos montes de Propios eran frecuentes los robos de leña por parte de individuos de los pueblos limítrofes, sobre todo cuando por falta de presupuesto, se suprimían los guardas jurados existentes" (166).

La Ley de Desamortización de Bienes de Propios estuvo vigente prácticamente hasta principios del siglo XX. Para salvar la situación económica de los pueblos, tras la desamortización, la idea de Madoz consistía en compensar a las entidades cuyos bienes se enajenaban con una cantidad equivalente al importe de la venta de los mismos. Tal equivalencia era tan sólo aparente por:

- La diferencia entre el valor real y el valor en venta, dado que éste disminuiría notablemente a consecuencia del aumento de la oferta y de los abusos típicos del sistema de venta en subasta pública.

- La depreciación de la moneda, pues la renta del 3% de los títulos de la deuda era insuficiente a más de un siglo de la desamortización, y mucho menor que el rendimiento efectivo que los municipios podían obtener ahora de los bienes desamortizados" (167).

En cuanto a las fincas urbanas de Propios, en Pegalajar en 1866, eran las siguientes:

1.- Casas Consistoriales, "tan antiguas que no se conoce su origen", en las que se realizaron obras en 1863.

2.- Matadero. Levantado de nueva planta en 1845.

3.- Paneras del Pósito, "tan antiguas como la creación del pueblo".

4.- El Cementerio. Construido en 1854.

5.- La Carnicería y despacho de carnes. "Su origen es el mismo que el del Pósito" (168).

Hasta principios del siglo XX continuaron en propiedad del Ayuntamiento los baldíos del Haza Colorada, Morrón y Hoyo de la Sierra los cuales carecían de toda clase de arbolado y la producción de pastos era escasa, lo que dificultaba su arrendamiento. Estos eran utilizados por el vecindario, desde tiempo inmemorial, como terrenos de aprovechamiento común, "para el desahogo de ganado de labor y uso propio de los vecinos y el sostenimiento de algún atajo de cabras" (169). Debido a la difícil situación económica del Ayuntamiento estos terrenos también fueron enajenados (170).

En 1925, el Ayuntamiento volvió a comprar los anteriores terrenos, cuyos propietarios eran Francisco, Fabiana y Piedad Oviedo de Castillejo y Siles (éstas dos últimas casadas con Aurelio Ortega Calzado y Alfonso Medina Calatrava), Francisco Gómez Gámez y Juan y Blasa Morales Torres (cuyo marido era Joaquín Carrasco Vinuesa), Emilio Molina Vilches, Antonio Chica García, Francisco Siles Torres y José Gómez Fernández. Tenían la siguiente extensión:

Morrón y Hoyo de la Sierra, 389 Has.

Baldíos del Haza Colorada, 433 Has.

Fueron vendidos al Ayuntamiento por 40.000 pts. cuyo pago había de hacer el Municipio en ocho años, a razón de 5.000 pts.

Por otra parte, los Propios que aún quedaban al Municipio continuaban siendo una significativa fuente de ingresos, bien por la corta y tala de leñas (171), por la renta de los pastos (172), o la renta de la alhucema que se producía en el Monte de El Moroche (173).

El inventario de bienes municipales en 1951 era el siguiente:

1º. Casa nº 10 de la Plaza del Generalísimo, dedicada a Casa Consistorial. Valor: 50.000 pts.

2º. Casa n 11 de la Plaza de Generalísimo, destinada a ampliación de la Casa Consistorial. Valor: 15.000 pts.

3º. Casa nº 12 de la Plaza del Generalísimo, dedicada a Casa Cuartel de la Guardia Civil. Valor: 100.000 pts.

4º. Casa Pósito, nº 2 de la Calle Arco Villa y 1 moderno de la Calle Carnicería, destinada a almacén municipal. Valor: 25.000 pts.

5º. Mercado Público, Calle Carnicería, n 40º (moderno). Valor: 200.000 pts.

6º. Matadero Municipal. Callejón mismo nombre. Valor: 4.000 pts.

7º. Casa nº 3, Calle Campillejo, destinada a escuela de niños. Valor; 30.000 pts.

8º. Lavadero Público. Valor: 130.000 pts.

9º. Cementerio, sito en extramuros (Tres Cruces). Valor: 50.000 pts.

10º. Monte denominado Morrón y Hoyo de la Sierra, se destina a aprovechamiento comunal. Valor: 69.000 pts.

11º. Monte titulado Baldíos del Haza Colorada, destinado a aprovechamiento comunal.

12º. Dehesa de pastos denominada Bercho, con 45 parcelas, de extensión total 1.652 Has., destinada a aprovechamiento de pastos. 10.000 pts. de renta. Valor: 150.000 pts.

13º. Monte titulado Moroche, 46 Has. Aprovechamiento comunal. Valor: 9.200 pts.

14º. Una lámina de Propios con capital de 37.669 pts. 9 ctmos. y una renta de 1.205 pts. 40 ctmos (174).

A éstos había que añadir en 1958 los grupos escolares de las Peñuelas, del Barrio Nuevo, el de la Cerradura, con dos casas, y más adelante los distintos grupos escolares y casas de maestros.

Las casas recogidas con los números 10 y 11 en 1951, destinadas a Casas Consistoriales y ampliación de estas últimas, terminaron por unirse en un edificio de nueva construcción, tras ser acogida esta obra --ya planteada en 1971-- en el Plan de Obras y Servicios de la Diputación de 1980.

La Casa Cuartel de la Guardia Civil, situada en la Plaza, junto al Ayuntamiento, amenazaba ruina desde principios de la década de los setenta. De ahí que el Ayuntamiento ofreciera terrenos para la construcción de un nuevo cuartel, cuya posible ubicación era el Haza de Jesús, con una superficie de 2.280 metros cuadrados. Mientras tanto, en 1975, se facilitaron viviendas en los albergues del barrio de Jesús a las familias de los guardias civiles. Sin embargo, lo que en un principio era una ubicación provisional, parece haberse convertido en definitiva. El antiguo cuartel fue desafectado en 1978, acordándose destinar su solar a viviendas; así como el antiguo edificio escolar del "Santo". Una vez construidas las viviendas, serían arrendadas a los vecinos (175), condición esta última no llevada a cabo, al venderse posteriormente en pública subasta debido a las penurias presupuestarias. También se desafectaron los grupos escolares en desuso del barrio de los Apóstoles, Plaza de los Toros, calle Peñuelas y La Cerradura.

Por otra parte, se adquirió la Plaza de los Toros en 1983 (176). Ya antes se habían adquirido el haza del Bañuelo para el Colegio Público de E.G.B., lo que fue completado con adquisición del haza adjunta, donde en 1993 se inauguró la piscina municipal.

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