CAPITULO III

2. 1. La Agricultura.

A lo largo de toda su historia, la Agricultura ha sido la principal fuente de riqueza de Pegalajar. Las condiciones topográficas han limitado el desarrollo agrícola y le han dado un rasgo peculiar a su geografía. A grandes rasgos podemos distinguir las siguientes zonas agrícolas:

- La Vega, regada por la Fuente de la Reja y su estanque, que se extiende al Sur de la población en una serie de

bancales hasta cerca del río Guadalbullón.

- La Vega del Río Guadalbullón. Es una vega angosta, que atraviesa el término de Este a Oeste, en la que sólo se aprovechaba para riego una estrecha franja de sus riberas, sometida además a intermitentes inundaciones.

- Las tierras de secano al Sur del término, de relieve

menos accidentado y situadas a la izquierda del río Guadalbullón, tierras hasta hace poco dedicadas al cultivo de cereales y hoy plantadas de olivos.

- Las tierras de secano al Este del término, zona montañosa, de explotación ganadera hasta mediados del siglo XIX, luego plantada de olivar.

Al Sur del pueblo se extendían, ya desde la Edad Media, una serie de bancales regados con la Fuente de la Reja (104). Era la huerta de Pegalajar, cultivada desde antiguo en un lugar que durante más de dos siglos fue frontera con el reino musulmán de Granada. El origen de la huerta está directamente relacionado con la construcción del estanque que embalsa las aguas de la Fuente de la Reja, y con el desarrollo de una intrincada red de acequias e hijuelas que inteligentemente riegan los numerosos e irregulares bancales aprovechando cada palmo de terreno. Aunque no sabemos la época exacta, es muy probable que tanto el estanque como la huerta fueran construidos por los musulmanes.

Durante la Baja Edad Media, a raíz de la repoblación, existía en España una inmensa masa de pequeños propietarios libres que habitaban en aldeas o granjas, viviendo en régimen semicolectivista, mientras que eran rarísimos los latifundistas y los sin tierras (105). En Pegalajar, como zona de repoblación y de frontera, debió de constituirse una población de pequeños propietarios libres, quizás, el origen de la excesiva parcelación de las tierras de huerta que hemos encontrado en los censos posteriores.

En esta pequeña explotación agrícola la garantía de producción estaba a cargo de la ganadería estante que fertilizaba orgánicamente la tierra. Los campesinos trasladaban los ganados de las dehesas comunes a los barbechos, y mientras los animales aprovechaban los rastrojos abonaban sus campos. Durante el invierno estos ganados sobrevivían por la existencia de pastos que se hallaban en los montes y dehesas del municipio o del común de vecinos (106).

En el siglo XVI el panorama del campo cambia. Se está produciendo una acumulación de propiedades en otras manos, las de los nobles y eclesiásticos, a través de donaciones y usurpaciones (107).

Durante la Edad Moderna es únicamente la propiedad de la tierra la que cambia, pues a finales del siglo XVIII las fronteras entre las tierras cultivadas y estériles eran las mismas que dos siglos y medio atrás. Tampoco habían experimentado variaciones el utillaje y la técnica empleadas para el laboreo (108).

A mediados del siglo XVIII, las tierras del término de Pegalajar se dividían en distintas calidades, entre las que eran de mayor estimación las de "huerta y río", constituidas por tierras de siembra, olivar, viñas y frutales. En esta época la distribución de las tierras del término era la siguiente:

Extensión, fanegas % del termino

- de riego:

- de siembra 130 1,3

- olivar 158 1,58

- viñas 65 0,65

- frutales 77 0,77

- otros 38 0,38

- total 468 4,68

- de secano:

- siembra 3.872 38,72

- olivar 10 0,1

- total 3.882 38,82

 

- dehesas y baldíos:

- dehesa boyal 300 3

- dehesa yeguas 900 9

- dehesa potros 700 7

- d.Cuchillejo 400 4

- d. Bercho 2.500 2,5

- Cerro Molino 300 3

- resto inculto 550 5,5

- total 5.650 56,5

Dentro de las dehesas había roturadas algunas tierras, unas 600 f. en la de Yeguas, 400 f. en la de Potros y 100 f. en la de Cerro Molino. En total eran 1.100 fanegas de terreno roturadas dentro de las dehesas.

La dehesa boyal de propios en realidad constaba de 1000 f. de extensión, pero ya a mediados del siglo XVIII estaban roturada en su mayor parte. Sus límites eran "por el levante de dehesa que llaman de bercho, por sur con el arroio de dicho sitio, por poniente con la bereda y arroiio que llaman de los ornillos y por norte con tierras realengas".

La dehesa de Bercho, en realidad costaba de 3000 f., estando roturada también por esta época en parte, con 100 f. de siembra. Limitaba "por levante con tierras del término de la Villa de Cambil, por sur(?, error, debe entender también norte) con otras del término de la Villa de Torres, por norte con otras del término de la Mancha, y por poniente con la dehesa boyal".

La dehesa del Carretón solía incluirse dentro dela del Cuchillejo, era de unas 300 f. de extensión, toda de pastos en 1752. Sus límites eran "por levante con tierra del término de la villa de Cambil, por sur y poniente con otra de este conzejo y por norte con la dehesa de bercho".

La dehesa de yeguas estaba ubicada en paraje de la Serrezuela, que iba desde el río Guadalbullón, lindando con el término de las villas de La Guardia y Mancha Real, hasta la dehesa de Bercho.

La dehesa de potros estaba en los lugares denominados "Almoroche, oias y terzera, lindaba "por la parte Vaxa con el dicho río de Guadarbollón y por la Alta con el término de Cárchel y de Jaén".

Estas dos últimas dehesas fueron establecidas en lugares del común de vecinos debido a la Real Orden de 1 febrero de 1726, que establecía diversas ordenanzas para la cría y conservación de yeguas y potros.

A partir del siglo XVI se fueron realizando roturaciones en los baldíos del término. No es un fuerte incremento roturador como el que se realizará luego, en el siglo XIX, pero sí bastante significativo. Ya en 1575 detectamos documentalmente las roturaciones arbitrarias que los vecinos de Pegalajar estaban realizando en la zona de Almoroche, seguramente a los pies de dicho monte, en unas tierras realengas, que finalmente fueron vendidas al concejo de Pegalajar, no sin dar lugar a una serie de problemas por la ilegalidad de las roturaciones realizadas.

En resumen, las tierras de explotación agrícola en Pegalajar eran 5.450 f., comparadas con las 10.000 f. en que se estimaba la extensión del término municipal, suponían el 54,50 % del término, siendo el resto de explotación ganadero y forestal (109). Todas las dehesas pertenecían a los propios municipales, excepto la de Cerro Molino, propiedad del Colegio de la Compañía de Jesús, donde existía una cantera (110).

El dominio de la tierra a finales del siglo XVIII en la provincia era "de Mayorazgos, o de Señores ausentes, Cabildos, de Comunidades religiosas, de Capellanías, de Cofradías, de Hospitales y de otros medios que no tienen manos para cultivarla. Los labradores que lo hacen o las tienen arrendadas necesitan el apero y los ganados correspondientes que valen muchos reales y suelen no tenerlos, ni fondos suficientes para beneficiar sus cosechas" (111).

Los derechos impuestos sobre las tierras del término a mediados del siglo XVIII eran los siguientes:

- El Diezmo, del que estaban exentas las tierras del Convento de Santa Clara de Jaén; las de fábrica de la Santa Iglesia, de Jaén; las de su Mesa Capitular; las de fábrica, curato, priorato y servicio de la Iglesia parroquial de la Villa, y las tierras de la Compañía de Jesús. Todas éstas se arrendaban a los vecinos de esta villa.

- EL Pie del Altar, diezmo que tenían las tierras de este término, el cual se cobraba de la hortaliza.

Estos en cuanto se refiere a impuestos eclesiásticos. Había una larga serie de impuestos y arbitrios que gravaban los productos de consumo y el comercio.

Los productos que se extraían del término de Pegalajar a mediados del siglo XVIII eran: aceite, trigo, cebada, escaña, centeno, lino, seda, cáñamo, uvas, melocotones, albaricoques, ciruelas, peras, higos, granadas, nueces, y alguna hortaliza para el consumo de sus dueños, debido a su cortedad.

Las producciones principales eran de aceite y cebada, siendo muy poca la producción de seda, escaña, centeno, garbanzos, cáñamo, lino, higos, granadas, maíces, queso, lana y frutas. En la huerta, el número de olivos por fanega de tierra era de 64, produciendo cada fanega de olivar de primera calidad 10 arrobas de aceite, las de segunda calidad 6 y las de tercera calidad 4 arrobas. El número de viñas por fanega era de 1.600 (112).

A principios el siglo XIX la Iglesia seguía siendo uno de los mayores propietarios del término. Muchas de sus propiedades eran tierras regadas por el embalse de la Fuente de la Reja ( hasta el siglo XIX conocida con el nombre de Fuente Vieja ), de ahí que cuando se tenga necesidad de repararlo se cite, por serlo en crecido número de heredades, al Ilustrísimo Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de Jaén, conventos de religiosas, religiosos, patronos, cofradías, capellanías y otras causas pías, como también otros muchos legos. (113).

En 1828 se regaban con el embalse de la Fuente de la Reja 9.511 celemines de tierra (510,74 Has.), divididos en 673 heredamientos de 269 hacendados. Veinte hacendados con más de 100 celemines cada uno, tenían el 76,51 % de la Huerta. Entre estos mayores hacendados sobresalen las instituciones eclesiásticas y los forasteros, como los siguientes:

celemines

Monjas de Santa Ursula (Jaén) 188

José Bailén (Jaén) 456

María Ant. Valenzuela (La Guardia) 160

Marques de Acapulco (Jaén) 120

José Pablo Moreno (Madrid) 244

Monjas Bernardas (Jaén) 306

Monjas Santa Clara (Jaén) 495

Cabildo Eclesiástico de Jaén 167

Monjas de Santa Ana (Jaén) 146

Hospital de San Juan de Dios(Jaén) 255 (114)

Existía un gran número de arrendatarios, pues la propiedad continúa en gran parte en poder de "manos muertas". Estos colonos o arrendatarios de fincas se solían quejar del alto precio de los arriendos, "pues como los productos de la tierra tienen poco valor, apenas pueden pagar con ellos" (115).

Por otra parte, el aceite continua siendo el fruto de mayor interés del pueblo. En esta época se están haciendo nuevos plantíos de olivar y viña (116), pero las viñas que se plantan son de nuevo tipo; éstas están destinadas a la producción de vino, mientras las anteriores debían proporcionar uva de mesa. Hasta el siglo XIX, en Pegalajar prácticamente se desconocía la elaboración del vino porque no había uva proporcionada para ello, debiendo importarse el vino necesario para el consumo. En 1838 se consumían en el pueblo unas 400 arrobas de vino y 250 de aceite (117).

El aceite continuaba exportandose en su mayor parte. En cambio, el trigo y la cebada no eran suficientes para el consumo del pueblo, debiendo importarse por tanto. Eran también notables las frutas, aunque pequeña su producción, como melocotón, pera, granada, y la sobresaliente uva llamada de "quebranta" (118).

La desamortización eclesiástica de 1836-1845 supuso un duro golpe a este tipo de propiedad en Pegalajar. Aunque el volumen de tierras desamortizadas a la Iglesia fue sólo de 76,4 Has. (119), es de resaltar que el mayor número de tierras eclesiásticas que alcanzaron una alta cotización se refieren a terrenos de vega, como la zona de la Huerta. La calidad de estas tierras es bastante buena, lo que unido a la abundancia de agua para el riego daba lugar a una importante productividad que suple la escasa superficie de estas explotaciones (120), donde se prodigaba el cultivo del olivo (121).

Los compradores fueron en número de veintiséis, que adquirieron en total cuarenta y seis fincas rústicas y tres fincas urbanas, realizando un desembolso de 352.377 rs. más las realizadas por compradores forasteros. Eran en su totalidad suertes de vega y olivares de regadío (122).

La mayor parte de los beneficiarios fueron un grupo compuesto fundamentalmente por antiguos propietarios bien o relativamente acomodados. Fueron las personas acomodadas, pertenecientes a la burguesía, las que en mayor parte se apoderaron de las tierras, porque tenía la mayor parte de los capitales y títulos de la Deuda y porque las leyes de desamortización hechas por sus representantes les favorecía (123).

Algunos de los desamortizadores de fincas eclesiásticas en Pegalajar (124) pertenecían a los grandes contribuyentes de la población y habían ejercido algún cargo en el Ayuntamiento, como es el caso de los siguientes:

- CABANILLAS, Gaspar

- Alcalde en 1852 (125)

- Regidor tras la Revolución de 1868 (126)

- De los mayores propietarios (127)

- GOMEZ, Francisco José.

- Alcalde 2º en 1856 (128)

- GOMEZ ESPINOSA, Antonio.

- De los mayores contribuyentes (129)

- GOMEZ VALENZUELA, Antonio.

- De los mayores contribuyentes (130)

- HERRERA HERMOSO, José.

- Alcalde 1 en 1855 (131)

- Teniente de la Milicia Nacional en 1856 (132)

- Perteneciente a la clase acomodada (133)

- MARTIN PUIGNAIRE, Juan.

- De los mayores contribuyentes (134)

- VALENZUELA, Fernando.

- Alcalde en 1845 (135)

El resto de los desamortizadores de bienes eclesiásticos residentes en Pegalajar fueron:

CUEVAS, José

CHICA, Diego de la

ESPINOSA, Ramón

ESPINOSA, Juan

GAMEZ, Juan José

GARCIA MUÑOZ, Francisco

GARRIDO, Bernardo

GOMEZ, Juan

GUTIERREZ, Luis

MARTINEZ, Manuel

OGAYAR, Manuel María

PEREZ, Juan

PEREZ, Manuel

RUIZ, Juan

SILES, Alonso

SILES, Antonio

SOLIS, José

TORRES, Juan (136).

Estos últimos debían ser en su mayoría propietarios acomodados, por el volumen del remate de las fincas desamortizadas muy lejos de la penuria económica de la clase baja de la población formada por jornaleros y pequeños propietarios.

En 1845, sólo quedaban en Pegalajar en tierras de regadío algunos bienes eclesiásticos pertenecientes a la Santa Capilla de Jaén. Otras instituciones eclesiásticas seguían poseyendo algunas fincas urbanas y rústicas de secano, como el Colegio de San Eufrasio de la Santa Iglesia Catedral de Jaén, que poseía un molino aceitero, un plantío de 1.300 olivos en el Puerto y otro de 500 olivos en la Hoya del Gato (137).

La mayor parte de las tierras desamortizadas durante 1836-1845 en Pegalajar las compraron forasteros, algunos de cuyos nombres aparecen en el expediente de limpieza de la Balsa en 1845. Es el caso de León Esteban, Pedro Anguita, Ignacio Barco, José Campos, Miguel Garrido, Antonio Saro y José Almendros (138).

También tenían propiedades algunos nobles forasteros, como el marqués de Cadimo, el marqués de Cairedo, y la Junta de Beneficencia de Jaén (139).

A mediados de siglo, la producción agrícola principal seguía siendo el aceite, "poco trigo y semillas y muy ricas frutas, especialmente uvas" (140). El olivo, aunque siempre ha sido la principal fuente de riqueza de Pegalajar, a partir de 1850 experimenta un intenso crecimiento en su extensión, favorecido por los precios del aceite. Se realizan numerosas plantaciones de olivos, como es el caso del cortijo de Herrera (141).

La principal epidemia que en esta época afectaba al olivo era la "palomilla", por lo que en 1852, desde el 1 de marzo, se prohíben las cortas en los olivares del término y sólo se permiten a aquellos que queman el ramón y tuesten las leñas (142), lo que hubo de repetirse en 1862 (143) y 1866 (144). En 1860, las fuertes heladas del mes de febrero afectaron duramente al olivar, produciendo la pérdida de una cuarta parte de la cosecha (145) y hubieron de arrancarse 4.100 olivos (146).

Más tarde, la Ley de Desamortización de 1855, siendo ministro de Hacienda Pascual Madoz, vino a continuar el proceso desamortizador, afectando a los bienes pertenecientes al Estado, Clero, Ordenes militares, cofradías, obras públicas, santuarios, propios, beneficencia, instrucción pública y, en general, todos los pertenecientes a las manos muertas, siendo la forma de pago la pública subasta (147).

En Pegalajar, durante la segunda mitad del siglo XIX fueron subastadas la mayor parte de las tierras de propios, en las que desde algunos años antes habían comenzado roturaciones arbitrarias, como las de los propios de Bercho desde 1848 (148), las cuales no fueron legalizadas hasta 1868 (149). En 1848 empiezan también las roturaciones arbitrarias en la Serrezuela.

Estas enajenaciones van a acabar con una de las principales fuentes de financiación del municipio, pues las compensaciones que se concedían tras la desamortización no sustituían en realidad el valor de los bienes desamortizados. Suponían también una pérdida de fuentes de leña, carboneo y aprovechamiento de los vecinos, además de un daño ecológico en el ecosistema que no era compensado por la producción agrícola, por ser en su mayor parte tierras de montaña no aptas para el cultivo. Estas tierras fueron adquiridas por las clases populares, tras una política de hechos consumados, ajena a la legalidad de la época. Tuvieron que pasar veinte años para que estas roturaciones fueran legalizadas.

La desamortización de 1855 también afectó a los bienes de Beneficencia, lo que viene a continuar el proceso de desaparición de la propiedad de "manos muertas" en Pegalajar y el trasvase de ésta a la nueva burguesía agraria. Durante el primer período de la desamortización de Madoz, los bienes de este tipo desamortizados en Pegalajar fueron los siguientes:

 

Procedencia primitiva----Tipo de finca--Situación--Renta anual

Hospital de Jaén olivar Aberquilla 805

" Campillo 440

" Torremocha 560

" Vaimora 465

" Valle 425

3 olivares Vaón 1.303

olivar Zaucar 630

huerta Campillo 270

" Bóveda 360

" Fte. Gallón 130

" Higuera Gorda 410

" Fte. Noguera 260

viña Mangosilla 400

Hospicio de Hombres-Jaén olivar Vereda 250

huerta Bóveda 755

" Coronilla 250

casería del Pájaro 2700

Patronato de San José olivar Valdehermoso 300

" Torrecillas 362

casa C/ Parras 230

Obra Pía de San José huerta La Cerradura 889

 

Censos redimidos de Beneficencia durante el primer período de la desamortización de Madoz en Pegalajar:

Beneficencia olivar Cañada Vacas 132

" Vega Baja 330

casa C/ Sta. María 33

Hospicio casa C/ Trascastillo 18

Hospital haza Arroyo Conejo 33

Niños Expósitos casería Alberquilla 900

Obra Pía Jesús-María viña Covatillas 33 (150)

En resumen, las tierras de Beneficencia desamortizadas en Pegalajar durante los años 1855 y 1856 eran en su mayor parte de olivar --14 fincas que producían una renta de 6.002 reales anuales y 2 caserías con una renta anual de 3.600 reales, en su mayor parte plantadas de olivar-- y el resto lo formaban 8 fincas de huerta con 3.322 rs. de renta, dos viñas con 433 rs. y 3 fincas urbanas con 281 rs. de renta.

Como podemos observar, la mayoría de las tierras son de regadío, en su gran parte regadas con la Fuente de la Reja, tierras que la Beneficencia solía arrendar y que tras la desamortización van a conducir a una progresiva desaparición de este sector de arrendatarios, que vivían del arrendamiento de estas tierras, propiedad de Beneficencia, Iglesia, Propios...

Por otra parte, las plagas en la agricultura y la falta de medios para luchar contra ellas limitaban la producción, afectando al olivo, frutales, hortalizas,... También a las vides, atacadas por un hongo, el oídium, que hizo perder la cosecha en 1856 (151).

Otra plaga que afectó a la agricultura de Pegalajar hasta bien entrado el siglo XX fue la langosta. En 1846-1847 "se procuró su exterminio por medio de prestaciones vecinales" (152). Volvió a reaparecer en 1863 (153), repitiéndose en 1901. En esta última plaga, para luchar contra la langosta se roturaron los terrenos infectados de "canuto" que estaban situados al Este de la población, a fin de acabar con el germen destructor (154). Otra forma de luchar contra ésta eran los riegos con gasolina, para lo que se construyeron "dos buitrones de cuatro metros cincuenta centímetros de largo por dos metros cincuenta centímetros de ancho, y cuatro regaderas de seis libras de cabida con la roseta hecha de pequeños y espesos agujeritos, a fin de que al verter la gasolina sobre el insecto se desperdicie la menor cantidad posible" (155).

Estas plagas de langosta no eran algo nuevo, desde la antigüedad han afectado periódicamente a los cultivos hasta bien entrado el siglo XX, cuando el desarrollo de los insecticidas la eliminado del primer puesto entre las plagas agrícolas. La fecha más antigua que conocemos sobre la aparición de la langosta en Pegalajar es el año 1670, cuando el prior, Cura y demás sacerdotes de la Iglesia de la Santa Cruz, junto con el Concejo, Justicia y Regimiento, el Sindico personero y Procurador de esta villa hicieron un voto a San Gregorio Nacianceno de celebrar su fiesta y hacer una procesión desde la Iglesia Parroquial a la Ermita del Señor San Marcos el día 9 de mayo de cada año, "con la obligación de los que a dicha procesión asistieren hayan de ir descalzos a la ida y vuelta" (156).

Las plagas de langosta a veces se abatían sobre regiones enteras, destruyendo las cosechas y sembrado el hambre. También durante el siglo XVIII hizo aparición la langosta, mal crónico que algunos años adquiría  una violencia atroz. Cuando la plaga adquiría caracteres nacionales se sacaba de la Iglesia de Mures (Navarra) la venerada imagen de San Gregorio Ostiense, abogado contra la langosta, oruga, pulgón y otras plagas del campo: durante la terrible invasión de 1755-1756 el propio Gobierno señaló el itinerario que debía recorrer, para evitar disputas entre los pueblos, salió de Navarra y por Valencia y Murcia, llego a Andalucía, Extremadura y La Mancha, desde donde regreso a Su Santuario (157).

San Gregorio Ostiense fue cardenal y arzobispo de Ostia, muerto en 1048, que fue enviado especialmente por le Pontífice romano a las provincias de Rioja y Navarra, azotadas por las plagas de la langosta y hambre. EL hecho del voto realizado por el pueblo de Pegalajar a San Gregorio Nacianceno y no a San Gregorio Ostiense, se debe seguramente a una confusión de aquella poca, ya que San Gregorio Ostiense es el santo relacionado con la langosta y su fiesta además se conmemora el 9 de mayo.

Sobre la distribución de la superficie y sus cultivos en el término durante la segunda mitad del siglo XIX, según la Memoria del Gobernador Civil Julián de Morés y Sanz correspondiente a 1886, ésta era la siguiente:

Superficie cultivada:

Cereales 2.368,87 has.

Olivar 1.996,16 has.

Vid 59,94 has.

Superficie no cultivada:

Monte alto 410,73 has.

Monte bajo 1.095,65 has.

Pastos y eriales 1.849,65 has.

Terreno inculto:

Población 20 has.

Vías 83,14 has.

Arroyos y barrancos 7,89 has.

Ríos 9,64 has. (158)

 

En este censo ya se puede observar un importante crecimiento del olivar, así como de la superficie agrícola. No obstante, el cereal aún continúa ocupando el primer lugar en los cultivos, mostrando ese período de transición hacia una agricultura de monocultivo del olivar.

Por otra parte, en cuanto a la producción agrícola de Pegalajar, tenemos cifras ya concretas para algunos años de la década de 1860 en los siguientes cultivos:

 

Año Hl.trigo Hl.cebada Hl.maíz L. vino L. aceite

1862 5.827,5 3.607 1.887 20.972 213.571

1863 4.828 2.664 1.609,5 17.746 213.571

1864 5.494 3.108 1.665 19.359 238.697

De estos productos se realizaban exportaciones sólo de aceite y maíz, e importaciones de vino y trigo.

Otros cultivos de menor producción se realizaban en Pegalajar. En 1857 eran los siguientes: lino (30 arrobas = 24.150 kg.), cera (6 arrobas = 69 kg), bellotas (20 arrobas = 230 kg.), pastos (2.900 hanegadas = 1.611 Has.), hortaliza (7.300 arrobas = 83.950 kg.), garbanzos (100 fanegas = 5.500 kg. aprox.), habas (220 fanegas = 12.100 kg.), ,aceituna de mesa (200 fanegas = 1.000 kg.), seda (18 libras = 8.260 kg.), uvas de mesa ( 500 arrobas = 5.750 kg.), higos (300 fanegas = 16.500 kg.), vinagre (100 quintales = 4.500 kg.), miel (18 quintales = 828 kg.) y nuez (15 quintales = 690 kg.) (159).

Los precios de algunos de estos productos en 1866 eran los siguientes:

Una arroba de vino 15,71 reales

Una arroba de aceite 2,12 "

Una arroba de garbanzos 29,23 "

Una arroba de trigo 4,89 " (160)

Ya entrados en la segunda mitad del siglo XIX podemos observar un continuo crecimiento del número de propietarios en Pegalajar, sobre todo en las tierras de vega que riegan las aguas de la Fuente de la Reja. Este aumento de propietarios es producto de la subdivisión de las ya pequeñas suertes de huerta existentes en períodos anteriores. De 1828 a 1930 el número de propietarios de tierras que riega la Fuente de la Reja evoluciona de la forma siguiente:

En 1828 existían 269 propietarios

En 1883 392 "

En 1903 431 "

En 1930 782 " (161)

Estas tierras eran regadas por una extensa e intrincada red de acequias a través dé discontinuos bancales. Las principales ramas de esta red, en 1865, eran las siguientes:

- Pago de arriba:

1. Acequia del Cañuelo.

2. " del Bañuelo Alto.

3. Caz del Heredamiento de Arriba.

4. Hijuela de los Torrejones.

5. " del Chorreón.

6. " de las Cuevas de Marín.

7. Continuación del caz del Bañuelo.

8. Caz de las Covatillas.

9. Acequia del Peral.

- Pago de Abajo:

10. Caz de los Molinillos.

11. Acequia del Quemado.

12. " de Valdelascuevas.

13. " de la Higuera Gorda.

14. " del Cerval.

15. " de la Alcaidía.

16. Caz de la Presilla.

17. Acequia del Campillejo.

18. " de San Martín.

19. " del Campillo.

20. Barranco.

21. Acequia de la Fuente Noguera.

22. Hijuela que sale del Zaucar.

23. Acequia que va a la Casa de las Animas.

24. " de Vaimora.

25. Caz del Moralejo. (162)

Las tierras que regaba la Fuente de la Reja eran de huerta o bien estaban plantadas de olivos. En el expediente de limpieza del embalse de la Fuente la Reja de 1883, los gastos se distribuían de la siguiente forma:

pesetas

- Tierra de siembra, por cinco meses

que utiliza las aguas........................416,75

- Olivos, por siete meses restantes..........583,25

Total........1.000,00

- En total son 2.959 celemines a 15 ctm......443,85

- 51.305 olivos a 1,25 ctmos.................583,25

Total........1.085,25 (183)

Si tenemos en cuenta que la superficie que regaba la Fuente de la Reja era de 9.511 celemines, estaba dedicado a olivar el 68,88 % de las tierras de la Huerta, y de siembra el resto, repartidas entre 392 propietarios de la forma siguiente:

 

Tierra de olivos regada con la Fte. la Reja. Año 1883.

Nº olivos Propietarios

1-100 204

101-200 39

201-300 10

301-400 7

401-500 7

501-600 4

601-700 7

701-800 1

1001-1100 3

1101-1200 3

1201-1300 1

1401-2500 2

3201-3300 1

 

Tierra de siembra regada con la Fte. la Reja. Año 1883

Celemines Propietarios

1--10 184

11-20 37

21-30 19

31-40 7

41-50 7

51-60 5

61-70 1

81-90 1 (164)

Podemos observar cómo la propiedad está muy repartida y también muy desnivelada. En las tierras de olivar, que ocupan la mayor parte de la Huerta, diez propietarios tienen casi la mitad de los olivos.

El mayor propietario del término de Pegalajar a finales del siglo XIX era Fernando Mª. Valenzuela Cabanillas, que poseía 93 fincas rústicas (entre otras tenía el Cortijo de Lora, Casería del Peral y Casería de los Frailes), ganado vacuno, mular, caballar, y de cerda, 13 fincas urbanas, 2 molinos aceiteros, etc.; seguido de Antonio Ramón Molina Valenzuela con 37 fincas rústicas, 10 f. urbanas, 1 molino aceitero, 1 molino harinero y ganado diverso (165).

A principios del siglo XX estos personajes continúan siendo los mayores propietarios que además pagaban la mayor contribución: 1.966,16 pts. y 1.162,52 pts. respectivamente, seguidos por Juan Mª. Gómez Espinosa (1.085 pts.) y José León Gómez (786,94 pts.) (166).

Podemos llegar a la conclusión de que a lo largo del siglo XIX han existido en Pegalajar un número muy crecido de propietarios, en 1897 existían 1.044 (167), predominando un minifundismo en las tierras de riego de la huerta que ha ido aumentando a lo largo de los años. El número de propietarios se vio aumentado también por el acceso de las clases bajas a las roturaciones de la zona montañosa de Bercho, perteneciente a los propios municipales. No obstante, el hecho de la existencia de numerosos propietarios no quiere decir que las tierras estuviesen equitativamente repartidas; existía también el latifundio, que ocupaba una parte importante del termino, sobre todo en tierras de secano.

Entrado el siglo XX, la tendencia al aumento del número de propietarios continúa. En 1928 son ya 1.536 los propietarios, que pagaban de liquido imponible 257.640 pts. de los que sólo tres tenían una cuota mayor de 5.000 pts. En esta época existían 7 fincas que ocupaban 2.452 Has. el 32,5% de la extensión del término (168).

Sobre las formas de cultivo a finales del siglo XIX y principios del XX, tenemos algunas referencias que a nivel provincial hace Juan C. Armenteros y que son totalmente válidas para Pegalajar.

Desde 1890 hasta 1920 los sistemas de cultivo de cereales y leguminosas permanecen invariables, sufriendo una transformación importante a partir de los años cincuenta en los lugares en que la técnica se ha implantado. El sistema utilizado por lo general era el denominado barbecho a tres caras, o bien al tercio, en el que se utilizaban muy poco los abonos. Consiste en dividir en tres porciones, más o menos iguales, la superficie laborable. De estas tres porciones sólo se siembra una y de las otras dos, otra queda de barbecho y la que resta de erial, al objeto de que el terreno descanse y los ganados se alimenten con las hierbas naturales que produce. Al año siguiente rotan los cultivos (169).

En los terrenos de "ruedo", cerca de los pueblos, la forma de labranza consistía en dividir las tierras en las clásicas hojas de año y vez, sembrando un año trigo y otro habas y garbanzos. En los terrenos llamados de "siembra" se solían quemar los rastrojos en el mes de septiembre para servir sus cenizas de abono (170).

El método de siembra de los cereales era conocido con el nombre técnico de "a voleo", que en la provincia se denominaba sembrar "a manta", mientras que el maíz, los garbanzos y los yeros se sembraban "a chorrillo" y las habas "a golpe" de tres a cinco semillas cada uno.

El laboreo necesario para los terrenos sembrados de cereales y leguminosas solía ser el de tres arados denominados alzar, binar y terciar, realizándose en distintas épocas cada una de estas tres operaciones: el mes de enero para alzar, febrero para binar y abril o mayo para terciar. En la mayoría de los sitios las labores se realizaban todavía con arados antiguos romanos o árabes, a pesar de que en algunas zonas se empezaban a utilizar arados de hierro, tipo Howard, y un arado, con el nombre de Jaén, de reja giratoria.

La mayoría de los arados tenían una reja pequeña que apenas penetraba 12 centímetros en la tierra, el dental sobre el que descansaba la reja era de madera, rozando con el terreno; sobre este dental apoyaba el gañán su pie para que el arado penetrara en la tierra, pero como rozaba con el suelo con muchisima frecuencia se le adhería tierra que aumentaba su peso y dificultaba la marcha de los animales; las orejeras de estos arados no volteaban bien la tierra. Por otra parte, los campesinos desconocían los rulos y apenas utilizaban las gradas, extirpadores, escarificadores, etc.

Técnicamente era una agricultura atrasada. El abono utilizado era el de cuadra y se esparcía cada tres o cuatro años. Las operaciones de recolección seguían también una técnica rudimentaria. La siega se verificaba con hoz. La superficie segada por el hombre era aproximadamente de 12 a 15 áreas, a lo largo de sus 10 o 12 horas de trabajo diario. El acarreo de la mies o gavillas se hacia a lomo de caballerías, para lo que se colocaba en el lomo la narria o la jamuga. La trilla se realizaba por medio de tablas de madera con cuchillas o con trillos de discos cortantes tirados por ganado caballar o mular (171). La labor de trilla se hacia en Pegalajar desde muy antiguo en las eras de la Fuente, situadas junto la estanque, o en las de la Ventilla (172).

Por otra parte, el problema de la falta de cereales seguía siendo algo constante en Pegalajar a principios del siglo XX. Debían de realizarse, como en el siglo anterior, las importaciones de trigo y otros granos, "siendo su producto casi único el aceite y las hortalizas" (173), pues las plantaciones de olivos continuaron durante toda la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX a costa de tierra calma y otros cultivos. A esto había que añadir el creciente aumento de la población, con lo que las necesidades de importación de trigo se hacían mayores.

El olivar seguía creciendo y, a principios de siglo, ya preocupaba a los labradores del pueblo el adulterio del aceite de oliva. El Ayuntamiento y los mayores contribuyentes se asociaron a la Cámara de Comercio de Córdoba "para solicitar al Estado que los aceites de algodón, sésamo, cacahuete, etc. no se mezclen con los de oliva por ser perjudiciales para la producción olivarera (174).

Los tipos de cultivo en el término de Pegalajar en las tierras de secano y regadío eran los siguientes en 1930:

Tipo de cultivo Has. secano Has. regadío

Trigo 325 225

Cebada 425 75

Habas 20 10

Garbanzos 35 -

Yeros 15 -

Patatas - 30

Cebollas - 10

Olivar 3.608 2.050? (205 Has)

Viña 100 -

Barbecho 75 -

Erial 30 -

Soto y alamedas - 10 (175)

Como podemos apreciar, el censo de 1930 tiene un volumen de tierras de olivar de regadío muy exagerado, pues es imposible el volumen de 2.050 Has., lo que consideramos como un error de transcripción, siendo probablemente 205 Has. la cantidad real.

Con la llegada de la Segunda República, el 19 de mayo de 1931, Largo Caballero, ministro de Trabajo y Previsión en el Gobierno provisional formado tras la proclamación de ésta, dio el decreto de Arrendamientos Colectivos, al que se acogieron numerosas sociedades obreras de la F.N.T.T. (Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra). En la provincia de Jaén la clase obrera organizada se integraba mayoritariamente en el P.S.O.E. y en su central sindical, la U.G.T. Dentro de esta última, la F.N.T.T. contaba en la provincia con uno de los principales focos de actuación, ya que eran los militantes campesinos los que constituían la mayoría de los afiliados socialistas en Jaén (176).

En 1933 se autorizó a la Sociedad Obrera de Agricultores "La Emancipación" de Pegalajar para concertar contratos de arrendamientos colectivos (177). Fue uno de tantos pueblos de la provincia donde se creó una colectividad agraria. Este movimiento colectivista es consecuencia de un pensamiento que se fue concretando y moldeando a lo largo de toda la República, que no nace con ella, sino que recogía toda una serie de tradiciones seculares de trabajadores sin tierras andaluces (178).

El arrendamiento colectivo se practicó hasta 1936. La Sociedad Obrera que lo realizaba tenía un sentido del trabajo autogestionado, en el que la propiedad de la tierra no era transferida ni a la Sociedad Obrera como entidad jurídica, ni a los trabajadores como particulares. Los obreros trabajaban colectivamente la tierra, administrándose a sí mismos y realizando todas las labores necesarias para su explotación y aprovechamiento. Anualmente se pagaba una renta al propietario de la tierra. El Instituto de Reforma Agraria (IRA) era el organismo oficial que debía respaldar y ayudar técnica y económicamente la experiencia (179).

Tras las elecciones de febrero de 1936 hubo incautaciones de fincas por el IRA, mediante las cuales una finca pasaba a ser propiedad del Instituto, que, a su vez, la cedía en usufructo, bien a una sociedad obrera, bien a un grupo de colonos creados al efecto (180). El Ayuntamiento de Pegalajar solicitó en abril de 1936, al Director del IRA, declarar de utilidad social las fincas enclavadas en el termino municipal propiedad de los siguientes vecinos:

Lucas León Gómez...................Cortijo de Herrera

Antonio Uceda García...............Los Frailes.

Francisco Gómez Gámez..............Castillejo Prior

Eduardo e Isabel Molina Vílchez....La Sima

Fernando Medina Calatrava..........Lora y La Encina.

En total tenían una cabida aproximada de 1.860 Has. 49 áreas. La solicitud venia motivada "en virtud a que éste termino municipal tiene un número elevado de obreros campesinos que es de 1.253 inscritos en la Bolsa de Trabajo y un número de hectáreas de terreno de diferentes cultivos de 7.544, siendo esta extensión reducidisima con relación al número de obreros campesinos de que consta este censo" (181). Con el estallido de la Guerra Civil en 1936 fueron expropiadas las grandes fincas de Pegalajar. Una vez acabada la guerra, se formó en la localidad una Comisión de Recuperación Agrícola, a la que se dirigieron en mayo de 1939 Juan Gómez Medina, Angel Chica Pérez y Lucas León Gómez, en representación de los propietarios de las fincas expropiadas en Pegalajar, solicitando la entrada del producto de la venta del aceite del año anterior, cosecha procedente de las fincas anteriormente expropiadas, lo que lógicamente se les concedió (182).

En 1940 las grandes fincas del termino municipal eran las siguientes:

Finca Extensión Propietario

Cerro Prior 129 Has.72 a.01 cta. Francisco Gómez Gámez

Carretón 328 " 18 a 12 " Emilio Estevez Castillo

y León Esteban

Frailes/Herrera 280 " 54 a 97 " Antonio Uceda/Lucas León

La Sima 330 " 08 a 21 " Antonio Molina Gómez

Lora y Encina 480 " 37 a 94 " Alfonso Medina Calatrava

(183)

 

La extensión total de estas fincas era 1.649 Has., que suponían el 21,85% de las tierras del término.

Los años de la postguerra fueron difíciles. La Jefatura Agronómica de Jaen exigía a los pueblos de la provincia superficies mínimas de cultivo de trigo, lo mismo que de otros productos, para conseguir un autoabastecimiento en la población. La sequía de 1945 vino a complicar aún más las cosas con la perdida de gran parte de la cosecha (184). En este año, la producción en Pegalajar de cereales y leguminosas fue la siguiente:

 

Productos Hectáreas Cosecha obtenida Cupo forzoso

Trigo 184,16 106.783 Kgs. 100.000 Kg.

Cebada 160,11 101.261,5 1.062,5

Avena 2,50 215 -

Garbanzo negro 32,63 3.253 500

Veza 1,62 560 -

Yeros 9,55 1.525 -

Lentejas 0,91 - -

Garbanzo blanco 39,57 4.195 -

Habas 3,46 325 -

Total 434,51 (185)

Además de la escasa cosecha, hubo que entregar un cupo forzoso más otra cantidad que hubo de guardarse para la siembra, con lo que el total destinado al consumo de la población fue aún más escaso. Esto se tradujo en una gran mortandad por inanición y en el comienzo de la emigración progresiva en Pegalajar.

La cosecha de aceituna no fue mejor. En junio de 1945 se estimaba en unos 2.500.000 kg. (186). En septiembre de 1945 la estimación bajó a 750.000 kg., "debido a la pertinaz sequía y epidemia de bicho", con la pérdida total de la cosecha de olivar de secano y en una tercera parte la de regadío (187).

En mayo de 1946 la superficie agrícola de Pegalajar se distribuía en los siguientes cultivos:

Has.de secano Has. de regadío

Trigo 200 100

Cebada 175 40

Habas - 4

Garbanzos 120 -

Yeros 3 -

Patatas - 3

Cebollas - 2

Olivar en producción 2.337 674

Olivar que no produce 120 40

Viña en producción 50 -

Viña que aún no produce 6 -

Barbecho sin árboles 440 -

Erial no permanente 45 -

Sotos y alamedas - 14

Total 3.536 877 (188)

A la hora de obtener conclusiones sobre la evolución de los cultivos en Pegalajar, hemos de hacer referencia a los censos en Hectáreas de que disponemos, concretamente a los de 1725, 1930 y 1946, que a continuación comparamos:

1.752 (Has.) 1.930 (Has.) 1.946 (Has.)

Secano-Riego Secano-Riego Secano-Riego

Siembra 3.750 98 925 350 938 149

Olivar 9 119 3.068 205 2.497 714

Viña - 49 100 - 56 -

Resto - 86 - 10 45 14

Total 3.759 352 4.633 565 3.536 877 (189)

De acuerdo con estos censos de cultivo podemos obtener la siguientes conclusiones:

 

1. De 1752 a 1930 aumentan en 1.087 las hectáreas de cultivo en Pegalajar, debido a la roturación de las dehesas de Propios del municipio, disminuyendo de 1930 a 1946 en 785 hectáreas, a causa del abandono de roturaciones de bajo rendimiento más aptas para pastos que para cultivo.

2. La superficie de riego aumenta progresivamente: 352 Has. en 1752, 565 Has. en 1930 y 877 Has. en 1946. Este aumento de tierras de regadío se ha debido en gran parte a las reformas del embalse de la Fuente la Reja y a los nuevos cauces en la vega del río Guadalbullón.

3. Las tierras de olivar de secano han experimentado un paulatino aumento: 9 Has. en 1752 y 2.497 Has. en 1946. Las tierras de olivar de regadío también experimentan un continuo crecimiento: 119 Has. en 1752 y 714 Has. en 1946, debido no sólo al aumento de la superficie regable, sino también a costa de las tierras de siembra.

4. Las tierras de siembra de secano han experimentado un descenso paulatino en beneficio del olivar: de 3.750 Has. en 1752 pasan a 938 Has. en 1946; mientras que la tierra de siembra de riego crece en extensión, debido al aumento de la zona de regadío.

5. Las 49 Has. de regadío que producían uva de mesa desaparecieron en la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX, siendo sustituidas a lo largo del XIX por viñas de secano, cuyas uvas se destinaban a la elaboración de vino. A partir de 1.930, la superficie de viña (100 Has.) va disminuyendo, hasta ser muy escasas las hectáreas existentes en la actualidad.

En cuando a la propiedad de la tierra, anteriormente hemos visto cómo las fincas de regadío de la Huerta de Pegalajar a lo largo del siglo XIX y siglo XX experimentan un aumento en el número de propietarios, con la consiguiente disminución de las parcelas. Aunque determinados propietarios conservan fincas de respetable extensión. Donde se da un mayor latifundio, como anteriormente hemos visto, es en la zona de secano situada al Sur del término. Allí están ubicados los siguientes cortijos:

 

 

Cortijo Propietario en 1948

Lora Juan Gómez Medina

La Encina Emilio Gómez Medina

Poca Pringue Ángel Quesada Sedeño

Herrera Lucas León Gómez

Cortijillo Emilio Gómez Medina

Y otros también, al Sur, como la Sima, Los Frailes y Cerro Primor. Otro cortijo, el del Carretón, está situado al Sur-Este del término.

Por otro lado, en el censo olivarero de 1945-1946, podemos observar que la propiedad está bastante repartida:

 

Ext. fincas. Has. Propietarios. Nº

De 0 a 10 Has. 336

11 20 22

21 30 5

31 40 1

41 50 3

Más de 50 3

Los mayores propietarios de tierras de olivar en 1945 eran los siguientes: (190)

Has.Riego Has.Secano Total

Lucas León Gómez 45,45 35,35 80,80

Hij. Luisa Medina Calatrava 100 20 120

Antonio Uceda García 160,80 198,96 359,76

Los mayores productores de trigo y maíz en 1848 eran: Lucas León Gómez, Juan Gómez Medina, Emilio Gómez Medina y José Gómez Gómez (191).

En los años posteriores continuó la tendencia a la subdivisión de las parcelas de cultivo. De tal forma que en 1972 el número de parcelas en Pegalajar es de 4.346, distribuidas en tamaños de la forma siguiente:

Extensión Número

Menores de 0,5 Has. 2.534

De 0,5 Has. a 1 1.276

De 1 5 484

De 5 y más 72

Total 4.346 (192)

Debido a esta subdivisión el número de propietarios de explotaciones agrarias aumenta (en 1962 era de 1.167, en el año 1972 de 1.231, y en 1982 eran 1.458) (193), pero la inmensa mayoría de estas explotaciones son de una extensión muy pequeña, como podemos observar a continuación.

 

Número explotaciones agrarias en 1972 y su extensión (Has.):

3 Sin tierras

219 De o,1 a o,4 Has

339 De o,5 a o,9

271 1 - 1,9

137 2 - 2,9

76 3 - 3,9

39 4 - 4,9

87 5 - 9,9

34 10 - 19,9

5 20 - 29,9

6 30 - 49,9

5 50 - 69,9

2 70 - 99,9

1 200 - 299,9

0 Más de 300

Total 1.231 (194)

De éstos 1.231 empresarios físicos en 1972, clasificados por su ocupación principal, se consideraban agrarios 102, no agrarios 1.117 y otra condición jurídica 12 (195). En este grupo tan elevado de 1.117 empresarios agrícolas, cuya ocupación principal no era tal, están incluidos aquellos propietarios de pequeñas parcelas que no pueden vivir exclusivamente de ellas, debiendo realizar otro tipo de trabajos; también están incluidas en este grupo un gran número de mujeres que no trabajan directamente la tierra, o si lo hacen, es en tiempo de recolección. También hay otros propietarios con suficiente tierra para trabajarla, sin embargo realizan actividades más lucrativas.

En cuanto al régimen de tenencia de la tierra, teniendo en cuenta las 5.554 Has. de superficie censada (3.561 labrada y 1.493 no labrada) (196), en 1972 estaba distribuido de la forma siguiente: (197)

Régimen de tenencia: (Has.)

- propiedad 4.572

- arrendamiento 252

- aparcería 190

- otros 11

Total: 5.354

Una década después, según el censo agrario de 1982, la superficie del término se distribuía de la siguiente forma:

Superficie en has. 7.971

Tierras de cultivo 6.865

Agraria útil 4.512

En regadío 800

Tierras de cultivo

Herbáceos 61

Leñosos 4.062

Barbecho 389

Prados y pastizal 818

Terreno forestal 1.535 (198)

La inmensa mayoría de las tierras de cultivo corresponden al olivar, en un monocultivo que ocupa mas del noventa por ciento de estas tierras. En cuanto a la molturación de aceituna, en 1985/90 fue la siguiente:

85/86:

Aceituna, Tm. 18.610

Aceite, Tm. 4.048

86/87

Aceituna, Tm. 15.028

Aceite, Tm. 3.495

87/88

Aceituna, Tm. 36.702

Aceite, Tm. 7.276

88/89

Aceituna, Tm. 10.529

Aceite, Tm. 2.330

89/90 Aceituna, Tm. 12.936

Aceite, Tm. 2.584 (199)

Hay que resaltar también que, si por un lado, se ha producido la desecación del manantial de la Reja que abastecía a la mayor parte de las tierras de regadío del término, por otro lado, la reciente implantación del riego por goteo con aguas del río Guadalbullón ha supuesto para el olivar pegalajeño una ampliación de las tierras de regadío y una fuerte apuesta por el desarrollo agrícola de la localidad. Sin embargo, para las tierras regadas con la Fuente de la Reja, que comprenden los poyos de huerta no plantados de olivos, aún no existe una solución.

Como conclusión final podemos destacar que la agricultura de Pegalajar ha experimentado un crecimiento en la superficie labrada de 1752 a 1936, produciéndose desde esta fecha un paulatino abandono de las parcelas de montaña menos productivas. La agricultura, que hasta mediados del siglo XIX se basó en el autoconsumo, se decanta a favor del olivar, produciéndose un continuo aumento de éste a costa de las tierras de siembra, con la consiguiente exportación de aceite, y déficit de granos. La producción de la huerta está dedicada al consumo local. La vid, que desde mediados del siglo XIX había ido aumentando su superficie cultivada, a partir de 1930 disminuye de forma notable, cediendo su superficie al olivar y al almendro. Este último hasta hace poco era prácticamente desconocido en Pegalajar. En cuanto a la propiedad de la tierra es de resaltar la excesiva parcelación. Por otro lado, la existencia de una técnica anacrónica --aún quedan algunos caminos de herradura y la fuerza animal como motor de trabajo-- y una gran parte de las parcelas en terreno de montaña constituyen importantes obstáculos para el desarrollo de una agricultura eficiente en Pegalajar.

Hoy en día, la puesta en regadío de nuevas hectáreas de olivos --incluso más que antes de la desecación de la Fuente de la Reja-- ha supuesto un revulsivo en la agricultura pegalajeña, lo que unido al proyecto de depuración de las aguas residuales, que tradicionalmente venían utilizándose para riego (200), pese a las consecuencias negativas que su uso conlleva, permiten abrigar esperanzas de un importante desarrollo de la agricultura local.

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