CAPÍTULO VII
Analizar la historiografía de la nieve en
la Península Ibérica nos lleva a establecer en el plano temporal dos periodos
distintos, que coinciden también con dos planos temáticos.
En el primer periodo situamos las obras
escritas durante los siglos XVI al XVIII, que coinciden con un tema principal,
el aspecto terapéutico de la nieve. Como hemos visto más arriba, la nieve era
considerada un producto de primera necesidad, no tanto por su utilización
gastronómica y como conservante de alimentos
-carne y pescado-, como por sus funciones medicinales: antipiréticas,
antinflamatorias, antiálgicas y antihemorrágicas.
Tras
un gran vacío historiográfico durante el siglo XIX y hasta la sexta década del
siglo XX, es Horacio Capel Saéz, quién inicia las investigaciones y
publicaciones sobre el comercio de la nieve y los pozos, primero de la Sierra
de Espuña (1968) y después ampliado a las montañas mediterráneas del Levante
español. Antes de los artículos de Capel[1],
Florencio Idoate[2],
en la revista Rincones de la Historia de Navarra apuntó algunas ideas
sobre el la nieve, su comercio, importancia terapéutica, etc. El resurgir de los trabajos sobre la
nieve, se realiza desde muy diversos aspectos temáticos, el comercio, la
arquitectura de pozos y neveras, los oficios relacionados, consumos y usos
sociales, legislación y fiscalidad, etc.
Autores
como Vernet, en su libro La Cultura
hispanoárabe en Oriente y Occidente, o Planhol en sus diversos escritos
mantienen que la historia del beber frío se inicia en el Próximo Oriente, es en
la Grecia del siglo V a.C. cuando parece usual su uso. De ahí pasa a Roma en el
siglo I a.C., donde se introduce con criterios terapéuticos. Tras la disolución
del imperio romano y las invasiones bárbaras, se pierde el rastro de la nieve y
su utilización en la historiografía de la época, salvo algunas referencias
aisladas, tanto en la literatura cristiana como en la musulmana. Sí podemos
afirmar que en los inicios del Renacimiento la nieve no era una desconocida en
el ámbito Mediterráneo, pero estaba lejos de conformar un comercio amplio y
organizado. No será hasta el siglo XIV y en el XV, cuando su uso comience a
difundirse entre la nobleza y clases elevadas de los reinos peninsulares. Así
nos lo indica Jerónimo de Munzer, a finales del siglo XV, en su Viaje por España y Portugal, consideraba
muy difícil conseguir bebida fría.
Este
fenómeno elitista de épocas anteriores, en el transcurso del siglo XVI, se va
convirtiendo en una necesidad y da lugar a una rápida difusión de las técnicas
del uso de la nieve y hielo. Hasta alcanzar la consideración de comercio y por
lo tanto susceptible de generar ingresos para la siempre deficitaria Corona
española.
La
importancia terapéutica de la nieve en el pasado queda plasmada en diferentes
obras de los siglos XVI al XVIII. Una de las primeras son las Centurias de Amatus Lusitanicus[3]
en las que comenta diversas curaciones atribuidas al agua de nieve. La obra
alcanzó gran difusión y fue contestada desde la ortodoxia médica por Cristóbal
de la Vega, médico de Carlos V y Felipe II[4].
Francisco
Franco,[5]
en su Tractado de la nieve y del uso
della,[6]
aseguraba que era novedad en Sevilla su uso y que su introducción se debe a
Francisco de Castilla, que dio orden de que se “trayga nieve... porque para muchas enfermedades es necessaria la nieve”. Refiere el inicio de la construcción
de depósitos en la ciudad, y trata de convencer a sus colegas de las bondades
este meteoro. Es la primera obra en España sobre la cuestión del uso de la
nieve en medicina, siendo además una de las primeras monografías europeas sobre
el tema.
También
el prestigioso médico Nicolás Monardes, en su Libro que trata de la nieve y de sus propiedades y del modo que se ha
de tener en el bever enfriado con ella: y de los otros modos que ay de enfriar[7],
libro traducido y comentado por M. Giovani Battista Scarampo al italiano en
el mismo año de 1574[8],
favorable al uso terapéutico de la nieve, se extrañaba de que Sevilla no tuviera
abasto regular, dando a entender que era cosa común en otros lugares. Monardes
en la Corte, consigna su empleo generalizado como reciente... “salvo entre hombres ilustres que ha sido
cortesanos”. Monardes dice que
la nieve quita el temblor de corazón y alegra a los melancólicos.
En
1576 salen de la imprenta dos obras, una de Alonso Díez Daza, Libro de los provechos y daños que provienen
con la solo bebida del agua: como se deba escoger la mejor y rectificar lo que
no es tal...[9];
Francisco Micon con su obra Alivio de
sedientos, en el cual se trata de la necesidad que tenemos de beber frío y
refrescado con nieve, y las condiciones que para esto son menester, y cuales
cuperos lo pueden libremente soportar[10],
recomienda beber frío tanto como uno soporte y lo recomienda a negociantes,
regidores de pueblos, ministros, soldados y caminantes. También describe un
comercio en pleno funcionamiento en el Montseny y Sant Llorenç de Morunys,
describiendo neveras y métodos de transporte;
Juan Gutiérrez de Godoy, Questio
medica practica de ministranda aqua nive refrigerata agosto die
expurgationibus.
Esta
innovadora terapia del frío contó con la imprenta como aliada para su difusión.
La crioterapia tiene como fundamento una concepción filosófico-médica, que
entiende a las personas compuestas de cuatro elementos (tierra, agua, aire y
fuego) cuyas cualidades (húmedo, frío, seco y cálido) regulan el equilibrio
humano. La enfermedad es un desequilibrio
entre los humores o temperamentos que debe ser corregido. El frío debe contrarrestar
los desarreglos debidos al exceso de calor, con la ayuda inestimable de
sustancias frías como la nieve o el hielo.[11]
Hasta
llegar a esta situación fue necesario que los médicos abandonaran la tradición
hipocrática respecto del uso de la nieve, producto que consideraban perjudicial
para la salud, toda vez que representaba una trasgresión de la norma nada en exceso. Esta posición se
enfrentaba a la de Galeno, quien manteniendo las restricciones del frío ante
dolencias del pecho, lo recomienda en fiebres o hemorragias. Esta postura
galénica contribuyó a la generalización de la defensa del empleo de la nieve
entre los médicos.
Ya en el siglo XVII, destacamos las obras de
Alonso González, Carta al doctor Pedro de
Párraga Palomino, médico en la ciudad de Granada, en que se trata del arte y
orden para conservar la salud, y dilatar nuestra vida y buen uso del beber frío
con nieve[12];
Francisco Jiménez de Carmona, Tratado
de la grande excelencia del agua y de sus maravillas, virtudes, calidades y
elección, y del buen modo de enfriar con la nieve[13];
Matías de Porres, breves advertencias
para beber frío con nieve[14];
Juan de Carvajal, Vtilidades de la nieue:
deducidas de la buena Medicina...[15];Toribio
Cote y Cobián, Disertación
teórico-práctica del uso del agua fría en la operación de los catharticos[16];
I. Pérez Merino, Medica controversia
si en el dolor pleurico verdadero intenso y agudo complicado con diminuta o
supressa mestrua purgacion de aya de sangrar el braço...[17];Fernando
Cardoso, Utilidades del agua de nieve y
del beber frío y caliente[18]; Alonso de Burgos, Methodo curativo y uso de la nieve, en que se declara y prueba la obligación que tienen los médicos de dar
a los purgados agua de nieve, con las condiciones y requisitos que se dirá[19];
Será el doctor Miguel Fernández de la Peña, en su Breve apología y nuevo discurso del méthodo que se debe observar,
reprobando el agua de nieve, en dia de purga[20]
el que considera que el agua de nieve no es recomendable para la
curaciones, seguiendo la tradición filosofica medica de Hipócrates y
Aristóteles. El médico I. Pérez Merino, en su Breve antipología al discurso nuevo del doctor Miguel Fernández de la
Peña. Methodo verdadero del uso del agua de nieve en día de purga[21] viene a establecer la necesidad y buenos
oficios de la nieve para la curación de enfermos. Cristóbal Mirez de Carvajal
en su obra Tratado de las cualidades que
la nieve tiene a predominio y respuesta a un papel que quiere defender la
opinión contraria...[22]
y en su otra obra, Antilogía breve en que
se prueba el verdadero temperamento que la nieve posee a predominio y de passo
se responde a dos apologías que pretenden probar.[23],
establece la conveniencia de su uso. Esta literatura médica y científica iba
destinada no solo a los médicos, sino también a las autoridades civiles,
religiosas y a las personas cultas. Una de las últimas obras, es la de Tomás
Murillo y Jurado, Resolución philosophica
y medica... Del verdadero temperamento frío y húmedo de la nieve en que se
trata de sus utilidades y daños...[24].
El
balance final de la polémica es claramente favorable al uso de la nieve y del
beber frío.
La
posición contraria al frío recomendaba vivamente beber caliente. Uno de sus
principales propagandistas fue Antonio Persio que publica en 1593 Del bever caldo costumanto da gli antichi
Romani...[25]
pero sin mucho éxito.
Durante
la segunda mitad del siglo XVII el colectivo médico en España había asumido en
su practica los beneficios de la nieve. Su influencia se impuso y la
controversia se terminó. Solo en el siglo XVIII, hemos encontrado la obra de
Félix Fermín Eguía y Arrieta, Escrito
phisico politico, las utilidades y daños que trae el agua fría de nieve, á qué
personas, y humanas dolencias covienen y desconviene...[26].
Como
hemos visto al principio, fue Capel Sáez, quién por los años sesenta, retomó el
estudio e investigación de la nieve y su comercio, en base a los hallazgos de
los pozos de nieve de la Sierra de Espuña. Sus estudios han ido encaminados a
tratar el comercio de la nieve en el este peninsular, su organización,
consumos, rutas, etc.[27]
En
la década de los años setenta, ya se producen algunas aportaciones
significativas al tema, destacan los artículos publicados por Rafael García
Serrano[28],
José María Salbidegoitia[29],
Fernando Jiménez[30]
y Antonio González Blanco[31],
donde van descubriendo nuevos pozos de nieve en la Rioja, Navarra, Castilla,
Vizcaya, y tratan el tema desde el punto de vista de la arquitectura industrial
y del comercio del producto.
Desde
los años ochenta las aportaciones al tema se han multiplicado de forma
continuada, geógrafos, historiadores, antropólogos, montañeros, excursionistas,
etc., han ido identificando, describiendo y catalogando muchos pozos de
almacenamiento de nieve y hielo que bajo nombres tan distintos como neveras,
torcas, pozos neveros, elurzulos, pous de glaç, etc., se encuentran por
toda la cuenca del Mediterráneo, y por regiones donde se dan las condiciones de
una demanda urbana del producto. En estos años destaca las aportaciones de Jorge
Cruz Orozco, sobre la nieve y su comercio en el Levante español, concretamente
en Castellón y Valencia[32]
y José Mallol Ferrándiz[33]
que ha estudiado exhaustivamente la documentación del Archivo Municipal de
Alicante, en un trabajo que mereció el XXXI Premi Senyera d’Investigacions
Històriques 1988. También se van investigando otras regiones como
Extremadura donde José Luis Majada Neila[34]
basándose en documentación del siglo XVIII, perteneciente al archivo del Duque
de Béjar, nos descubre el importante comercio de nieve en la zona de Béjar, la
fiscalidad de la época y los grandes intereses que se movían a su alrededor.
En
Navarra, Juan C. Labeaga[35],
en Andalucía J. Aranda Doncel[36]
y para Madrid está el trabajo de Pilar Corella Suarez[37].
Todos estos trabajos tienen como eje central el aspecto económico, comercial y
fiscal de la nieve. Resaltando el descubrimiento de un nuevo recurso montano
que se añadía a la explotación forestal y ganadera de las áreas de alta montaña
de las regiones mediterráneas.
La
década de los noventa historiográficamente nos introduce una nueva perspectiva
del estudio de la nieve, la arqueología y la arquitectura de los pozos. No
quiere decir que no se sigan realizando aportaciones continuas sobre nuevos
descubrimientos de éstos por toda la Península. También comienzan a realizarse
los primeros catálogos, y los investigadores españoles comienzan a participar
en congresos internacionales.
Los
investigadores Jorge Cruz Orozco y Josep Mª Segura i Martí, en 1991, publican
un avance del catalogo de los mismos[38]
en la región valenciana, es un intento de recopilar de forma sistemática y
ordenada los numerosos existentes. Establecer las tipologías en función de su
uso, capacidades, estado de conservación, etc. Pero será en 1996, cuando
publiquen bajo el titulo de El comercio
de la nieve. La red de pozos de nieve en las tierras valencianas[39],
el inventario completo de todos los pozos que se han podido identificar en
la región valenciana. En dicho inventario se recogen alrededor de 300 pozos de
nieve o hielo, con la descripción de los más importantes, ofreciendo fichas
homogéneas de catalogación, incluyendo fotografías, gráficos, cortes y estado
de conservación. También se distinguen por el fin de la producción de hielo, si
era para el autoconsumo local o para el comercio de las áreas urbanas. El libro
incluye una carpeta de cartografía con cinco hojas. La obra aporta datos de
interés sobre episodios de nevadas y grandes fríos en el reino de Valencia,
entre los siglos XVI al XX, así como sobre los años de nieve insuficiente que
afectaron al desabastecimiento de hielo de las ciudades. En él también se
reconstruye, partiendo de la más diversa documentación, la actividad de
recogida, almacenamiento, conservación, transporte y comercialización de la
nieve. Entra en el estudio de la tipología de los depósitos, naturales o
artificiales, estos últimos en sus diversas variantes, con cubiertas o sin
ellas, y si estas cubiertas son de madera, teja o lajas de piedra. Se estudian
las plantas, acceso, profundidad, etc. Pero lo fundamental del texto es su
valiosa aportación al conocimiento sistemático de un patrimonio cultural en
general, y para la arqueología industrial en particular. Es un intento de
sensibilizar a las instituciones publicas para que contribuyan a la valoración
y conservación de estas estructuras. De ahí que en la obra sugieran, los
autores, itinerarios para visitar los ejemplares más importantes y monumentales
o las agrupaciones de pozos existentes.
Es
a partir del Primer Encuentro Internacional sobre el comercio y la artesanía de
la nieve[40],
celebrado en Bignoles, Francia, en 1994, cuando se lanza la idea de valorizar
estas construcciones, reconstruyendo algunos pozos para dedicarlos al turismo
rural, estableciendo itinerarios de senderismo por los caminos que utilizaban
los arrieros para bajar el hielo. Creando centros de interpretación sobre la
nieve y el hielo, aprovechando la ubicación de los mejores ejemplares de pozos.
Durante esta década de los noventa observamos
por la bibliografía la continuidad en los hallazgos de pozos por toda la
geografía peninsular. Se dan noticias de existencia de ellos en Cataluña por el
investigadores Jaume Perarnau[41],
en Castilla-La Mancha por Manuel Rubio[42],
en el País Vasco por Antxon Aguirre[43]
y en Navarra por Juan C. Labeaga[44]
y Alegría Suescun.[45]
Albert Painaud[46]
estudia los mismos y su comercio en Huesca, concretamente los de la Sierra de
Guara y Alberto Bayod[47]
trabaja sobre las neveras y pozos del Bajo Aragón. Mientras José Martínez[48]
realiza un estudio histórico y documental sobre el de Aranjuez.
La
relación continúa incrementándose,
algunos estudios previamente publicados en revistas especializadas, se
pueden consultar artículos en Internet, como los de Jose Miguel Navarro López, “Pozos neveros en Serrablo”[49], el de Ángel María Calvo Barco, “Los neveros, una actividad desaparecida en
nuestras montañas”,[50]
o el de Horacio Capel, “El comercio de
la nieve y del hielo”.[51] Estas dos últimas publicaciones realizan una
recapitulación bibliográfica de las obras más influyentes en el estudio de la
nieve, comercio, construcciones, etc.
El
auge del comercio de la nieve coincidió con los que se ha llamado la Pequeña Edad de Hielo. Ya en 1990, J.
Querada y E. Obiol[52] publican un
articulo en que dedican especial atención a la red de depósitos como un
indicador paleoclimático. Es esta otra linea de trabajo con amplias
posibilidades. Pues la investigación de los problemas de abastecimiento por
escasez de nieve, de aumentos de precios, etc, en diferentes puntos del territorio permitirían una reconstrucción
paleoclimática de gran interés. Ese estudio contribuiría a ilustrar el alcance
y duración de la Pequeña Edad del Hielo
y conformaría otra de la causas de la desaparición del comercio de la nieve.
Según
un estudo realizado sobre la Pequeña Edad de Hielo en Andalucía, por
Fernando Sanchez Rodrigo,[53] durante el
espacio comprendido entre 1550 y 1650 se produjo una disminución de las
temperaturas medias y un aumento de las precipitaciones alternando con
frecuentes periodos de seguia, junto con la aparición de fenómenos
meteorológicos extremos asociados a la ruptura de la corriente zonal y el
predominio de circulaciones meridionales. Se infiere que la variabilidad
climática natural durante esta etapa fue producida más por mecanismos
estocásticos internos al sistema climático, que por causas externas como la
variabilidad solar o la actividad volcánica.
El
estudio de los anillos de crecimiento (dendrocronología) muestra el inicio del
enfriamiento de la Pequeña edad de Hielo
a mediados del siglo XV y un periodo de temperaturas más bajas a principios del
XVIII, coincidiendo con el mínimo de
Maunder. La Pequeña Edad de Hielo
registra dos periodos de avance glaciar posteriores al mínimo de Maunder en torno a 1820 y 1850, que marcan su
finalización.[54]
El
interés del estudio paleoclimático es doble, de un lado, para explicar la
situación de algunos pozos de nieve y sus emplazamientos, que a la luz de la
actuales condiciones climáticas resultan sorprendentes. Por otro lado a través
del estudio de los pozos y del
comercio de la nieve contribuir a una mejor definición del alcance de esta Pequeña Edad del Hielo en nuestra zona.
La
historiografía de la nieve en Jaén está circunscrita a unos pocos estudios y
algunas referencias. Pobre bagaje impreso para un tema que ha permanecido
olvidado de los investigadores de la provincia.
Podemos
distinguir historiográficamente, las obras en la que se cita la nieve, su
comercio y los pozos de forma descriptiva. Y las obras en que su estudio e
investigación es el objeto de las mismas.
Entre
las primeras cabe citar la de Diego Marín y Vadillos, Historia de cada uno de los pueblos de la provincia de Jaén en
1862, el cual dice de la Sierra de Quesada que “en ella no se encuentra otra cosa notable, mas que los profundos pozos
de nieve que son de tanta cabida y de tales condiciones, que en muchas
ocasiones dura constante en ellos la expresada nieve, á pesar de abastecer á la
provincia casi todo el año”[55]. En Sierra Mágina, “o sea de Huelma que tiene abundantísimos pozos de nieve”[56]; Respecto de
la Pandera, dice que “en la cual hay
un pozo de nieve de tal construcción y de profundidad tan grande, y que además
tiene un notable desagüe por donde destila aquella, que se asegura, y es una
creencia bastante generalizada, que fue en la antigüedad una productiva y
abundante mina de plata”[57]. Nos da
referencia de que “Sierra-Pandera, Alvercho y picos de Alvanchez, están
cubiertos de nieve la mitad del año”[58].
Juan
Enrique Ruiz González, también en 1988 realiza un recopilación y trascripción
de la relaciones enviadas por los párrocos al geógrafo Tomás López en el siglo
XVIII.[59]
Sobre
Quesada también hay más bibliografía, Joaquín Cruz Peña,[60] nos da
noticias sobre la nieve y su subasta en el municipio, basándose en un documento
del siglo XIX. Y Maria Teresa Vallejo[61] en un
artículo sobre los monumentos naturales de Quesada, cita que en el Torcal de
Torcallano, hasta los años 50 de nuestro siglo de las simas profundísimos se
extraía la nieve para comercializarla por las poblaciones de La Loma.
Respecto
a las precipitaciones de nieve, se ha realizó un estudio titulado La nieve en los alrededores de Jaén,[62] por Carlos
López y otros, donde tras un periodo de observación de 15 años (1975/1989) de las
montañas que rodean la ciudad de Jaén, (Almadén, La Pandera, Jabalcuz, etc),
llegan a una serie de conclusiones y aportan unos datos estadísticos muy útiles
para establecer correlaciones con los estudios paleoclimáticos de épocas
anteriores.
Con
relación a los aspectos topográficos, hemos de citar el trabajo de campo
realizado por los espeleólogos Andrés Moral y Agustín Gutiérrez[63] del grupo
Alhaja, sobre la Sima de la Pandera, con la confección de un plano topográfico
de la misma.
Ya
en tiempos recientes, el antropólogo y etnográfo Manuel Amezcua[64], publica dos
artículos sobre la nieve y su comercio, que suponen una interesante
aproximación a la cultura de la nieve local. Y, sobre todo, Luis Coronas Tejada
que estudia el "Abastecimiento de agua y nieve en el Jaén del siglo
XVII" en la Revista de la Facultad de Humanidades de Jaén; estudio
que completa posteriormente en su libro Jaén, siglo XVII.[65]
El
oficio de nevero ha sido estudiado por Palacios Zamora,[66] en un breve artículo
publicado en prensa periódica, y donde se limita a transcribir un documento del
Archivo Municipal de Valdepeñas del año 1809, sobre contratos de abastecimiento
de nieve a la ciudad de Jaén desde la Pandera y Sierra Mágina.
También
en torno a la nieve en La Pandera, Juan Infante, Domingo Molina y Serafín
Parra, en 1996, como parte de una investigación más amplia[67], sobre las actividades económicas en Valdepeñas
de Jaén en el siglo XVIII, realizan un pormenorizado estudio sobre los pozos de
la nieve y su comercio, tomando como
base datos del archivo municipal y de la Diputación Provincial, de las
relaciones topográficas de Tomás López, etc. El estudio es interesante por que
se realiza la primera exploración de campo buscando los pozos de la nieve. Así
con la ayuda de la Asociación Deportiva La
Boleta y la Asociación Cultural Lugia
se realizan varias jornadas de investigación de campo, localizando en
Ventisqueros 2 pozos, en Cornicabra 3, en Marroquí 2, en la Pandera 3 y el de
la Sima de la Pandera.
[1] CAPEL SÁEZ, Horacio.
“El comercio de la nieve y los pozos
de
[2]IDOATE, Florecio . “Invierno
en verano o nieve en Pamplona, Estella y Tudela”. Rincones de
[3] Cuyo nombre autentico
era Joannes Rodericus (1511-68).
[4] CRUZ OROZCO, J. Y
SEGURA Í MARTÍ, J. El Comercio de la nieve. La red de pozos de
nieve en las tierras valencianas.
Dirección General de Patrimonio Artístico, Conselleria de Cultura,
Educación y Ciencia, Generalitat de Valencia. Valencia. 1996, pp.26.
[5] Nació en Xátiva
hacia 1515 en el seno de una familia posiblemente judeo-conversa, graduándose
de bachiller en artes en 1533 en la universidad de Valencia. Estudió medicina
en la universidad de Alcalá de Henares y entre 1549 y 1555 residió en Portugal
ejerciendo como profesor de botánica
médica en la universidad de Coimbra y médico de cámara de Juan III. Tras viajar
algunos años por Centroeuropa volvió antes de
[6] FRANCO, Francisco. Tractado de la nieve y del uso della. (Dirigido al muy ilustre señor don
Hernando Enriquez. Compuesto por Francisco Franco, medico del Serenisimo Rey de
Portugal y catedratico de prima en el colegio mayor de Santa María de Jesús y
universidad de Sevilla. Sevilla, 1569. Edición Facsímil con introducción,
transcripción ortográfica, interpolaciones, notas y relación de autoridades a
cargo de Francisco Ferrando Sanjuan. Comissariat D’Exposicions. Ajuntament de
Xixona. 1997.
[7] Sevilla , 1574.
[8] SCARAMPO, M. Giovan
Battista. Tratallo della neve e del bere
fresc raccolto per M. Giovan Battista Scarampo dal Trattato del Monardo di
Siviglia, & ridotto in linguia Toscana... Semartelli.
Florencia, 1574; Traducido al inglés en 1577 y al francés en 1602.
[9] Sevilla, 1576.
[10] Barcelona, 1576.
[11] CRUZ OROZCO, J. Y
SEGURA Í MARTÍ, J. El Comercio de la
nieve. La red de pozos de nieve en las tierras valencianas. Dirección General de Patrimonio
Artístico, Conselleria de Cultura, Educación y Ciencia, Generalitat de
Valencia. Valencia. 1996. Pág:25.
[12] Granada, 1612.
[13] Sevilla, 1616.
[14] Lima, 1621.
[15] Sevilla, 1622.
[16] Sevilla, 1636.
[17] Málaga, 1636.
[18] Madrid, 1637.
[19] Córdoba, 1640.
[20] Granada, 1641.
[22] Málaga, 1650.
[23] Granada, 1652.
[24] Madrid, 1667.
[25]CRUZ OROZCO,J. Y SEGURA Í MARTÍ, J. El
comercio de la nieve...pág. 26.
[26] Madrid, 1750.
[27] CAPEL SÁEZ, Horacio: El comercio de la nieve y los pozos de
[28] GARCÍA SERRANO,
Rafael. “Neveras tradicionales en
Navarra”. En III Semana de
Antropología Vasca. Tomo I, 1973.
[29] SALBIDEGOITIA, José
María y BARINAGA, José Ignacio. “Las
neveras de Vizcaya”. En
Revista Kobie, nº 5, 1974.
[30] JIMÉNEZ, Fernando. “El pozo de la nieve de Alba de Tormes”. En el Adelantado. Salamanca,
17/7/1980.
[31] GONZÁLEZ BLANCO,
Antonio, ESPINOSA, Urbano y PASCUAL, Hilario. Los pozos de nieve (neveras) de
[32] CRUZ OROZCO, Jorge. El
comercio de la nieve en Castellón y Valencia. Catálogo de neveras. Tesis de
licenciatura. 1985; “El comercio de la
nieve en Castellón y Valencia: transito del siglo XIX al XX”. Actes
del I Congres d’Ecomonia Valenciana, Vol. II, 1985; “Huellas del comercio de la nieve en la
toponimía de Castellón y Valencia”.
Actes del X Colloqui General de
[33] MALLOL FERRÁNDIZ,
José. Alicante y el comercio de la nieve en la edad moderna.
Universidad de Alicante, Secretariado de publicaciones. Alicante. 1990, pp.
153.
[34] MAJADA NEILA, José
Luis. Historia de la nieve de Béjar.
(El texto y el contexto). Centro de Estudios Salmantinos y CSIC.
Salamanca, 1981. 71 págs.
[35] LABEAGA MENDIOLA, Juan Cruz. “Los pozos y el comercio de la nieve en Viana y Aras”. Cuadernos
de Etnología y Etnografía de Navarra, nº 39. 1982, pp. 261-328.
[36] ARANDA DONCEL, J. “El abastecimiento de la nieve a Córdoba en
los siglos XVII y XVIII”. Revista de Estudios Geográficos, tomo XLVII,
nº 182-183. 1986, pp. 173-191.
[37] CORELLA SUÁREZ,
Pilar. “El comercio de la nieve y del
hielo de Madrid”. V Ciclo de
conferencias sobre el Madrid de Carlos III. Artes Gráficas Municipales.
Madrid. 1989.
[38] CRUZ OROZCO, Jorge y
SEGURA I MARTÍ, Josep Mª. “Avanç al
cataleg de dioisits de neu al Pais Vanlencia. Arqueologia industrial”. Actés del Congress del Pais
Valencia. Diputación de Valencia. 1991, pp. 205-232.
[39] CRUZ OROZCO, Jorge y
SEGURA I MARTÍ, Josep Mª. El
comercio..., pp.244.
[40] “Première Recontre
Internationales sur le commerce et l’artisanat de la glace. Brignoles”. 1994.
Las Actas de este encuentro están recogidas en el Suplément nº 5 au cahier
de l’A.S.E.R. du Contre-Var.
[41] PERARNAU I LLORENS, Jaume. El pous de la glaç de la comarca de Bages: assaig d’interpretació i
localització. Centre d'Estudis del Bages.
Manresa. 1992, pp. 54; “Les glacières
à glace naturelle dans
[42] RUBIO FUENTES, Manuel. “Los pozos de nieve de la ciudad de Guadalajara”. Revista Guadalajara, nº 19.
Diputación Provincial de Guadalajara. Guadalajara. 1992, pp.241.
[43] AGUIRRE SORONDO, Antxon. “Los elurzulos o nevereos de Deba”. En Revista DEBA, nº 26,
págs: 61-65, 1993.
[44] LABEAGA MENDIOLA, Juan Cruz. “El abastecimiento de la
nieve a Sangüesa (1600-1926)”. Cuadernos
de Etnologia y Etnografía de Navarra. Nº 60, 1992, pp.247-288.
[45] ALEGRÍA SUESCUN, D. “Luces y sombras de un pozo de nieve: el pozo de
[46] PAINAUD, Albert y AYUSO, P. “El comercio de la nieve en Huesca durante
los siglos XV al XIX”. En
Revista Bolskan. Instituto de Estudios Aragoneses y Diputación
Provincial de Huesca. Huesca, 1994; “Les
puits à neige de
[47] BAYOD CAMARERO, Alberto. “Neveras y pozos de nieve o hielo en el Bajo Aragón. El uso y comercio
de la nieve durante
[48] MARTÍNEZ PEÑARROYA, José. “Estudio histórico y documentación arqueológica de “El Pozo de Nieve” de
Aranjuez”. Reunión de Arqueología Madrileña, pp. 161-165. Madrid, 1996.
[49] NAVARRO LÓPEZ, José Miguel. “Pozos neveros en Serrablo”. Amigos de Serrablo. Revista Serrablo,
nº 108, junio 1998. Edición electronica: www.serrablo.org/revista/s108.
[50] CALVO BARCO, Ángel
María. “Los neveros, una actividad
desaparecida en nuestras montañas”.
Zainak, cuaderno de Antropología
y Etnografía, 14, pp. 203-213. 1998. Eusko Ikaskuntza. Edición eletronica:
www.gaia5905.es.
[51] CAPEL SAEZ, Horacio.
“El comercio de la nieve y el hielo”. Revista Bibliográfica de Geografía y
ciencias Sociales. Universidad de Barcelona. Nº 16. Abril 1997. Edición
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[52] QUERADA, J. Y OBIOL,
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[53] SÁNCHEZ RODRIGO,
Fernando. Cambio climático natural. La pequeña Edad de Hielo en Andalucía.
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[54] CRUZ OROZCO,J. Y
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[55] MARÍN Y VADILLOS,
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[56] MARÍN Y VADILLOS,
Diego. Historia de cada uno .... Pág: 48.
[57] MARÍN Y VADILLOS,
Diego. Historia de cada uno...
Pág: 52.
[58] MARÍN Y VADILLOS,
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[59] RUÍZ GONZÁLEZ, Juan
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[60] CRUZ PEÑA, Joaquín. “Nieve y subasta”. Feria y Fiestas de Quesada. Ayuntamiento. Quesada, 1987.
[61] VALLEJO, María
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[62] FERNÁNDEZ LÓPEZ,
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[64] AMEZCUA MARTÍNEZ,
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[65] CORONAS TEJADA, Luis. Jaén, siglo XVII.
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[66] PALACIOS ZAMORA, M. “Los neveros”. Diario Jaén,
31/08/1992. Transcribe un documento del Archivo Municipal de Valdepeñas de Jaén
del año 1809 (Legajo 1236) páginas 53 y ss. Donde se contrata el acarreo y
abasto de nieve a la ciudad de Jaén
procedente de
[67] INFANTE MARTÍNEZ,
Juan; MOLINA FUENTES, Domingo y PARRA DELGADO, Serafín. “Actividades económicas y sociales de
Valdepeñas de Jaén en el siglo XVIII. Los pozos de la nieve”. En Actas del I Congreso “