Villajos.

Esta calle sigue el curso del barranco Villajos a su paso por la población. Dicho barranco se inicia en la ladera de la Serrezuela. Más abajo penetra en el casco urbano, surgiendo a ambos lados las casas que lo encauzaron e hicieron calle en un lugar en que todavía era poco profundo, puesto que el barranco bordea el cerro del castillo por el Noreste y Sureste, a modo de hoz y profundizándose ladera abajo, lo que hacía inexpugnable la fortaleza por estos flancos.

El nombre está vinculado al surgimiento de un grupo de edificios en sus cercanías, junto a la ermita de Santa María. Hasta entonces el barranco había supuesto un freno a la expansión de la población. El crecimiento demográfico empujó al casco urbano a cruzarlo, haciéndolo por su parte menos profunda y más llana, más arriba de donde se encontraba la ermita de Santa María y el viejo cementerio. Allí comenzó a formarse un grupo de casas. Entre éstas y el núcleo principal de la población se encontraba el castillo, por lo que estas edificaciones estarían un poco aisladas, y recibirían debido a ello el nombre de villajo o villajos. nombre que por proximidad se le dio a dicho barranco.

Su nacimiento como calle fue más tardío, a finales del siglo XVIII. Al llegar junto a la calle Nogueras, el barranco profundizaba su cauce. El fuerte desnivel le hacía caer casi en cascada entre poyos de huertas, buscando un drenaje al fuerte caudal de agua que durante las tormentas bajaba de la Serrezuela, arrastrando todo aquello que encontraba a su paso y destrozando la calle, motivo fundamental para que desde tiempos tempranos estuviese empedrada.

Hasta finales de los sesenta de este siglo, el tramo final de la calle Villajos, lugar donde finaliza la calle Nogueras y comienza la Baja Fuente, era un basurero. Por su proximidad, allí se arrojaba todo lo inservible, siendo un foco de infección plagado de ratas e insectos. Posteriormente, para evitar este peligro y el que conllevaba el torrente con las tormentas, dicho barranco fue encauzado bajo la calle y rellenado con lastre el basurero, cambiando totalmente su fisonomía tras haber ganado la zona urbana cuantiosos metros.

En la parte alta de esta calle, donde se unen las de la Cruz y Llana, estuvo situada en las últimas décadas y hasta hace pocos años la central de Correos. No existía un motivo especial para su ubicación, tan sólo el ser la casa donde vivía el "Correo", empleado de la empresa en la localidad. Una pequeña habitación y el portal de la casa como sala de espera era suficiente para cubrir las necesidades del municipio. Con la jubilación de este empleado despareció aquel emplazamiento como oficina.

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