Constitución (Plaza de la).

Esta plaza es la más grande y principal del pueblo, está situada al Oeste de la población. Por su lado Norte pasa el eje principal de comunicaciones del pueblo, que lo atraviesa de Oeste a Este, junto a la plaza toma los nombres de calle San Antonio y Real. Otras pequeñas calles, que comunican la plaza de la Constitución con la de La Laguna son Arcos, Horno y Santa Lucía.

En anteriores reformas realizadas en su piso aparecieron restos humanos, que nos demuestran la ubicación de un cementerio en este lugar, posiblemente en el Medievo, poco antes de que se convirtiese en plaza. Su origen como tal fue también medieval. En la Crónica del Condestable se habla del arrabal al que los moros "tenían entrado... y lo quemavan", en l470, situado "...en el camino que viene de Jahen al dicho castillo", al que llegaba "...el agua de una fuente que estava cerca de la dicha villa...", conocida como "la Fuente Vieja". A la Plaza de la Constitución desembocan las calles del antiguo arrabal, que necesitaba un espacio amplio, libre de construcción, con una topografía favorable, que sirviese de refugio al ganado en los momentos de peligro, por ser frontera con el Reino de Granada. En el lugar que comunica la Plaza con la calle San Antonio debió estar ubicada la puerta del arrabal, donde confluía el camino de Jaén con la calle Real, que llevaba hasta la puerta del castillo.

Cuando acaba el peligro nazarí, Pegalajar deja de ser frontera y comienza un importante crecimiento poblacional que tiene como consecuencia una ampliación del arrabal. La Plaza surge como tal en el siglo XVI, asumiendo las funciones de centro político, social y económico del pueblo. En ella se ubicaban las viviendas de las personas más notables, la cárcel municipal y, en la segunda mitad del siglo XVIII, también el Ayuntamiento. Se echa de menos la Iglesia, que por su anterior emplazamiento en el castillo le resta a esta plaza la importante función religiosa.

Parece ser que el actual edificio de las Casas Consistoriales fue construido en el siglo XVI, durante el reinado de Carlos I, como un antecedente de otras obras del siglo XVII construidas en la provincia; o bien en tiempos de Felipe II, cuando Pegalajar obtiene el título de villa, independizándose de Jaén. Algunos elementos de la fachada, como el escudo de los Borbones y las columnillas con las coronas imperiales y la inscripción "Plus Ultra", parece que son añadidos posteriores realizados en la segunda mitad del siglo XVIII.

Otro edificio a destacar, todo de piedra, es el que hace esquina con la calle San Antonio. Aunque no tiene una fachada con importante valor artístico, destaca su sobriedad y fortaleza. En su portada figura la fecha de construcción: 1825, que realizó León Esteban, abogado y uno de los mayores contribuyentes de la capital; más tarde sería miembro de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Jaén, alcalde del ayuntamiento jiennense en 1848, teniente de alcalde y regidor en otros años; vicepresidente del Consejo Provincial en 1856-60, y gobernador civil interino en algunos meses de 1858 y 1860. Una de sus posesiones en el término municipal de Pegalajar era la finca del Carretón, anteriormente dehesa de propios, comprada a través de un testaferro por León Esteban.

Lindando con la calle de Santa Lucía, estuvo situado otro edificio, hace unos años demolido y sustituido por tres viviendas de nueva planta, que sirvió de cuartel de la Guardia Civil durante varias décadas. Perteneció a Antonio Molina Gómez y fue comprado por el Ayuntamiento y habilitado para tal fin tras la Guerra Civil. Después de su demolición se encontró entre los cimientos una gran piedra, que era una de las cuatro partes de un gran escudo nobiliario que nos recuerda la importancia que a lo largo de los siglos ha tenido la Plaza como centro de la vida social del pueblo.

La Plaza ubicaba los puestos de abastos en las épocas de mayor comercio. Allí, sobre su suelo de tierra, se clavaban los regatones -hierros que servían de soporte a otro perpendicular en cuyos extremos se colocaba los platos de la balanza. Era también la cita matinal diaria para el jornalero en busca de trabajo, antes de que la Plaza del Pueblo le revelara en esta función; además del paseo público por excelencia y lugar festivo hasta bien entrada la década de 1950, cuando el arreglo de la Charca y el paseo de la Alameda desplazó de forma definitiva a la Plaza de la Constitución como centro de la vida de recreo. Anteriormente, los fuegos artificiales y atracciones de feria tenían allí su ubicación, en ella solía actuar la banda de música local y, durante la II República, se realizaban sesiones de cinematógrafo. Un poeta popular la recogía en sus estrofas a mediados de la década de 1950:

De Pegalajar a su Plaza
Plaza Constitucional,
debe de modificarse
y sus arcos derribar.

Con una fuente bonita,
jardines, como es natural,
que a las pollitas del pueblo
les sea cómodo pasear.

De pavimento la plaza,
comodidad para pasear
en las fiestas de la Virgen,
Patrona de Pegalajar.

No dejaréis los arcos
de la Plaza sin derribar,
vayamos a que los declaren
¡¡monumento nacional!!

Los arcos estaban situados en la parte Este de la Plaza, actuando de soportales en la casa que hace esquina con la calle Arcos. Con su demolición se buscó una mayor diafanidad a costa de unos arcos sin aparante valor artístico, aunque probablemente desapareciera una obra secular. En 1956 se realizó un nuevo proyecto de urbanización de ésta que, salvo ligeras reformas, es el existente en la actualidad, colocándose una fuente de taza en su centro y la instalación de jardines y bancos. Anteriormente, a principios del siglo XIX, ya existió en la Plaza una fuente de piedra, que por la dificultad de mantenimiento, seguramente debido al nivel del terreno en la larga trayectoria de la conducción desde la fuente de la Reja, fue trasladada al pilar de la Laguna; y en 1901 se intentó de nuevo reubicarla en la Plaza para mayor ornamentación, cuya agua sería suministrada desde la Laguna; lo que no se llevó a cabo seguramente por las mismas razones anteriores.

Siempre se ha denominado este espacio, simplemente como la Plaza, o Plaza Mayor -como aparece en un documento de principios del siglo XIX-. A raíz de la constitución liberal de 1837 y en recuerdo de las posteriores se le denominó Plaza de la Constitución, nombre que solía darse en todas las poblaciones a sus plazas más importantes. Sin embargo, el pueblo la llamaba de acuerdo a alguna característica peculiar que la diferenciara. Así en el siglo XIX y principios del XX fue conocida popularmente como Plaza de los Alamos. A raíz de la reforma de principios del siglo XX, con la desaparición de los álamos y la plantación de palmeras, fue llamada también popularmente Plaza de las Palmeras. En 1931, el nuevo ayuntamiento republicano la denominó de la República. Y cuando en 1939, con el franquismo, desapareció la etapa republicana, pasó a denominarse Plaza del Generalísimo, en memoria de Francisco Franco, nombre que mantuvo hasta 1980, cuando el ayuntamiento democrático y constitucional volvió a renombrarla como Plaza de la Constitución, recordando la nueva Constitución de 1978, que cerraba las heridas de la Guerra Civil y abría un nuevo período de convivencia democrática entre los españoles.

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