Pozos.

Esta secular vía ha sido denominada con el mismo nombre a través de los siglos. La etimología de esta calle es bien clara, pues en su parte baja casi todas las casas contaban y cuentan con un pozo en el patio o dentro de la casa. El hecho de haber aparecido algunos de ellos situados casi en la misma puerta de la entrada induce a pensar en la existencia de corrales previos a las casas. Los pozos servirían preferentemente para el uso del ganado, siendo tapados y sustituidos por otros, normalmente situados en el patio, una vez levantadas las casas.

Esta calle formaba parte del eje secundario que atraviesa la población de Oeste a Este, enlazando con la calle Trascastillo que pasa junto al antiguo recinto del castillo al Norte, con lo que su trazado ofrece un notable desnivel. Su origen debió ser temprano, probablemente producto del importante crecimiento demográfico del siglo XVI, como tantas otras. Su proximidad al arrabal y la posibilidad de contar con un pozo de agua en la misma casa, fueron motivos poderosos para que surgieran los edificios a principios de aquel siglo.

Todavía se pueden observar en algunas de sus construcciones, como en otras calles, el tipo de casa de tres plantas que ha sido modelo del agricultor pegalajeño. En ésta, la cuadra tenía un lugar destacado, quizás porque la yunta de arada era considera como un valor de posesión muy importante que debía ser protegido celosamente y un signo de distinción social muy digno de compartir el mismo hogar que el hombre. Normalmente, estas casas son de tres plantas. En la baja se encuentra el portal, la cocina-salita, el salón, la cuadra y el corral o patio. Las bestias atravesaban la puerta principal a su salida y entrada entre la calle y la cuadra, a través de un portal empedrado de cantos rodados. A veces, la cocina-salita, centro de la vida interior de la casa, suele estar un poco elevada, accediéndose a ella desde el portal por tres o cuatro peldaños, y bajo ella se encuentra una pequeña bodega de techo bajo. Esta bodega, especie de semisótano, tiene una pequeña ventana de comunicación con la calle en la parte superior de la pared; y es también un almacén en estrecha relación con la cocina.

Esta última sería probablemente la causa de su peculiar ubicación. Sin embargo, la tradición oral justifica la situación de la cocina en alto por el "miedo a la Inquisición", pues al ser la cocina el lugar de reunión y conversación familiar, y estar comunicada por una ventana a la calle, se temía a posibles oídos extraños que, a través de la ventana exterior, durante las oscuras noches de invierno, pudiesen oír las conversaciones privadas. De ahí la situación en alto de la cocina y su ventana, lográndose así una mayor intimidad. En cuanto al patio o corral, su función era estrictamente ganadera. La cabra, el cerdo, aves de corral y conejos no faltaban en él.

La segunda planta está destinada a los dormitorios, que daban a la calle a través de balcones. Y el "terrao", o tercera planta con ventanas de arcos de medio punto siempre abiertas al exterior, hacía de almacén a la paja, trigo, cebada, maíz, frutos secos y derivados de la "matanza" del cerdo (chorizos, morcillas, jamones,...). En el "terrao" también se encontraba la "piquera", un amplio conducto que comunicaba verticalmente con la pesebre de la cuadra en la planta baja, por el que se introducía la paja de forma directa; y la "lucana", pequeña abertura para acceder al tejado.

En el número 1 de esta calle, en 1908, fue instalado el cuartel de la Guardia Civil, casa propiedad de Francisco Valenzuela Castro. Por reformas, fue trasladado calle arriba a los pocos años. Estuvo ubicado en una de las casas que forman el patín en alto, en la comunicación de la calle Pozos con las Romeral y Maestra. Allí permaneció hasta comienzos de la década de 1920, en que volvió al número 1. Más tarde, en 1936, pasó a ser cuartel de las milicias del Frente Popular durante el conflicto. También estuvieron ubicadas en esta calle varias escuelas de instrucción primaria, edificios particulares alquilados para este fin. A principios de la década de 1960, antes de la construcción de los nuevos centros escolares, estaban situadas en los actuales números 16, 53 y 57. Además, cerca de la bocacalle que lleva a la Plaza de la Constitución, estuvo situado el molino de aceite de tracción animal llamado del "Niño Emilio" hasta bien avanzado este siglo.