Cerradura, La.

Es una aldea de Pegalajar, situada junto al río Guadalbullón, en la carretera nacional Bailén-Motril, cerca de los términos de Cambil y Los Cárcheles. El nombre de Cerradura, sin duda, alude a la garganta abierta por el río entre las sierras, que ha supuesto un importante enclave dentro de las antiguas rutas que comunicaban el Mediterráneo y el Valle del Alto Guadalquivir.

Es una zona donde el río se abre en un pequeño valle de feraces tierras por el riego que reciben, aunque también están expuestas de tarde en tarde a la furia de las inundaciones. Debido a su rica agricultura y a su privilegiada situación, estas tierras han estado pobladas desde la Antigüedad, como lo demuestran diferentes restos ibéricos y romanos que han aparecido en sus alrededores, como los cuatro miliarios hallados en la calzada romana, construida por Augusto en los años 8 al 7 a.n.e., coincidente en su trazado con el de la actual carretera.

La inseguridad reinante en muchos períodos de la Edad Media hizo que esta zona se despoblase, buscando sus gentes la proximidad de los núcleos defensivos, más aún a finales de la Baja Edad Media, cuando era frontera entre el Reino musulmán de Granada y los reinos cristianos. Entonces, el lugar poblado más avanzado de la zona era la Torre de la Cabeza, situada en el cerro de su nombre, antigua torre vigía, de origen romano, formó parte de una red árabe de comunicaciones, teniendo las torres más próximas en el cerro de los Bodegones y la Serrezuela de Pegalajar como enlace.

A partir del siglo XVI, con la conquista del reino nazarí de Granada, el peligro de incursión desapareció y comenzaron a surgir algunas casas en la vega, junto a la carretera. En sus proximidades se encuentra la hoy abandonada cantera del Mercadillo, con cuyas piedras se levantó la sólida catedral de Jaén, que posteriormente fue utilizada en mil construcciones y vino también a dar riqueza al lugar. Su denominación de Mercadillo es de origen medieval, época en la que en este lugar periódicamente se ubicaba un mercado entre cristianos y musulmanes.

En 1860 existían en la zona "un ventorrillo, cuatro casas y cinco chozas de huerta, un molino harinero y una ermita dedicada a la Purísima Concepción", donde estaba situada la fuente de agua potable de la que se abastecía, estableciéndose la tradicional relación de la advocación mariana con el agua. Entre 40 y 50 personas habitaban el lugar, población que no debió ser superior en siglos anteriores. A partir de entonces la demografía empezó a cambiar. Las desamortizaciones de bienes de propios y la roturación de las sierras colindantes empujaron el crecimiento poblacional del paraje, que se tradujo en un apreciable incremento de las casas entorno a la carretera y el Cerrillo, en su mayor parte habitado por jornaleros, de tal forma que en 1930 eran ya 75 los edificios existentes y 343 los habitantes.

En los años sesenta la emigración rural afectó a La Cerradura tanto o más que a Pegalajar. Pero en cierta forma fue paliada por las construcciones de chalés que poco a poco se fueron realizando, normalmente de gentes de la capital que buscaban el clima ideal de la zona y sus buenas comunicaciones. A pesar de ello, muchas casas están vacías, algunas en ruina. Sólo el verano trae un ambiente vecinal del que carece todo el año. No ha habido ninguna industria, salvo dos fábricas de aceite, que hayan querido aprovechar las magníficas comunicaciones de la zona y, en consecuencia, dar empleo y vida a este enclave; tan sólo algunos bares en la carretera aprovechan el importante flujo de vehículos, cuyos conductores se detienen precisamente en este lugar por la excelente tradición culinaria de sus cocinas, famosa por el lomo de orza, chorizo, conejo al ajillo, ..., hoy amenazados por el trazado de la futura autovía.

Mientras tanto, este núcleo, tradicionalmente marginado por los sucesivos gobiernos municipales de Pegalajar, aunque tarde, ha comenzado a recibir servicios elementales. Hasta hace pocas décadas sólo una viga servía de puente para cruzar el río, y si se quería cruzar por el estrecho puente de hierro que daba acceso a la fábrica de luz había que subir mucho más arriba. La Cerradura tuvo que esperar hasta 1964 para la realización de las obras de abastecimiento y distribución de aguas potables, las cuales siempre han sido escasas. Muy recientemente, por fin, se ha tomado en serio este problema y se han realizado perforaciones para conseguir un abastecimiento durante las 24 horas, sin dar un resultado positivo; por lo que ha tenido que recurrirse a la canalización de aguas de la zona de Bercho. También el alumbrado público llegó tarde a La Cerradura, en la década de los setenta. En el año 1991 se ha asfaltado la carretera vecinal, conocida como camino de los Cotillos, que comunica esta pedanía con Pegalajar. E incluso el repetidor de televisión fue instalado a comienzos de los noventa. Con todo ello se ha intentado dotar a La Cerradura de los mismos servicios de los que se disfrutan en Pegalajar sacándola de su marginación, que tal vez se logre plenamente si se lleva a cabo el proyecto de poligono industrial que se pretende construir en sus inmediaciones al amparo de la futura autovía.