4. Siglo XX.
Pegalajar entra en el siglo XX con unos 4.500 habitantes, lo que se traduce en un agudizamiento de los problemas urbanísticos. Hasta principios del siglo XX, la electricidad no llega a Pegalajar. En 1903, se solicitó autorización al Ayuntamiento para fijar en terrenos de propios de esta villa los postes de madera necesarios para el establecimiento de una línea eléctrica de alta tensión, que había de suministrar fluido al pueblo. Se establecieron en un principio dos transformadores, uno en el Romeral y otro en el Chorreadero (41), comenzando su funcionamiento el 5 de mayo de 1904. Inauguración que se realizó con un refresco y la supresión de los antiguos faroles de alumbrado; aunque no todos, pues en los años posteriores coexisten faroles y bombillas en las calles principales (42).
En 1922, la fábrica de electricidad que abastece Pegalajar se le denomina "San Antonio", sita en el término de La Guardia, propiedad de la Sociedad Regular Colectiva Jerónimo Montes y Compañía, domiciliada en Jaén, la que solicita en este año la colocación de un grupo de transformadores de mayor capacidad en la calle Tercias, cerca de la Charca, para poder atender a las necesidades del vecindario (43). Esta empresa también se veía periódicamente afectada por el déficit presupuestario municipal, lo que motivaba las quejas del encargado de la Sociedad Eléctrica San Antonio, José Siles Bello (44).
A principios de siglo, una de las principales preocupaciones del Ayuntamiento era la situación del mercado de abastos, que a falta de plaza, ocupaba un sitio de la vía pública en la calle Carnicería, sitio demasiado estrecho que originaba disgustos, a la vez que dificultaba el tránsito en horas de despacho; por lo que algunos años se trasladaba a la plaza de la Constitución, ante el aumento del comercio (45). Este problema quedó sin resolver, hasta que en 1926 se acordó la formación de una comisión especial para estudiar los problemas más urgentes a resolver, como la construcción de una plaza de abastos, un lavadero público y la ampliación del cementerio municipal (46). La construcción de la plaza de abastos se terminó en 1930 (47). El lavadero aún tuvo que esperar a 1949.
Otras reformas urbanas realizadas a principios del siglo fueron las del cantón de la calle Arco de la Villa, para evitar el peligro de caída de niños; la reparación de la calle Relex; y la replantación de árboles en la Plaza y la Fuente (48).
En 1910 existen ya 1.018 casas en la población, más las 76 situadas en La Cerradura, 21 casas de campo, y las caserías de Atocha, La Sima, Puerto, Carretón y Río de La Guardia, para un total de 4.910 habitantes (49).
La plaza de la Constitución continuaba siendo el lugar de paseo más importante del pueblo. En 1901 se acordó en el Ayuntamiento construir una nueva fuente, que no llegó a realizarse. En 1929 se realizaron nuevas reformas, pues los árboles existentes estaban secos e imposibilitaban en crecimiento de las palmeras, procediéndose a la extracción de aquellos (50).
Durante estos años el pueblo siguió creciendo. En 1930 eran ya 1.135 los edificios existentes en la población, a los que había que sumar otros más, diseminados por el término, habitados en su mayor parte, de los que sobresalía el núcleo de La Cerradura con 75 edificios (51). A pesar del notable crecimiento de la red urbana, la mayor parte de las calles continuaban sin pavimentar y aún no existía una red de alcantarillado. En 1931 se proyectaron obras de pavimentación y construcción de madres comunes en la población, costeadas con un crédito concedido por el Tesoro. Las calles elegidas fueron las siguientes: Alta, Agramaderos, Callejón de Paquito Valenzuela, Santa Ana y subida a Triana. También se acordó el arreglo de los caminos Torrejones, Bercho, Matacas y fuente de la Teja (52).
El proyecto de alcantarillado se fue retrasando. Por fin, en 1936, se acordó solicitar un técnico para realizarlo, con el fin de "facilitar la salida de las aguas sucias y demás inmundicias a las afueras de la población" (53). Pero el inicio de la Guerra Civil dio al traste con el proyecto y hubo que esperar hasta pasada la postguerra para la realización de una obra tan fundamental. Fue en 1952, cuando la Ley de Régimen Local vigente impuso como obligación municipal mínima el servicio de agua potable en fuentes públicas, y a los municipios que, como Pegalajar, tenían más de 5.000 habitantes -en 1945 tenía 7.358- el abastecimiento de agua potable junto con el alcantarillado, entre otros. Estas aguas del alcantarillado fueron cedidas en 1968 a la comunidad de regantes de la fuente de la Reja para su aprovechamiento durante un año, debida a la sequía existente, con prórroga anual de forma tácita (54).
La única conducción de agua potable que hasta 1952 había existido y que llevaba el agua desde la fuente de la Reja hasta los pilares de Santa María y La Laguna estaba en estado ruinoso, sujeto a contaminación el caudal que por ella discurría. El servicio domiciliario de agua se realizaba utilizando vasijas, que una tras otra eran metidas y sacadas en el mismo manantial. Otras cañerías públicas existentes servían para el funcionamiento de fábricas aceiteras y para el nuevo pilar de La Paloma (55).
La Cerradura tuvo que esperar hasta 1964 para la realización de las obras de abastecimiento y distribución de aguas (56). Las gestiones para la construcción de un lavadero, que se venían arrastrando desde décadas anteriores, se aceleraron a partir de 1945. El Ayuntamiento acordó que con la corta de los árboles existentes en los márgenes de la Charca, dado su mal estado de conservación, y con el importe de la madera resultante, se destinase a la construcción de dicho lavadero, con arreglo al proyecto que tenía el Ayuntamiento, lo que no era suficiente, por lo que el resto se solicitó a la Junta Interministerial del Paro (57). Finalmente, el lavadero público quedó terminado en 1949.
La Charca de Pegalajar tiene también una importancia urbanística notable por el hecho de encontrarse este estanque de agua dentro de la población y ser sus alrededores zona de paseo. Ya en 1903, se aprobaron y salieron a subasta las obras de amurallamiento de la Charca en todo su perímetro (58). En 1944, se realizaron nuevas obras de mejora y acondicionamiento, con fondos del Ministerio de Trabajo y de la Diputación Provincial; así como el acondicionamiento del parque y de la explanada donde se encontraba el ejido. La década de los sesenta fue la época dorada del recinto, convirtiéndose en un pequeño núcleo turístico a nivel comarcal. De ahí que en 1962 se pensara en la necesidad urgente de construir un hotel residencial y chalés para veraneantes (59), lo que no llegó a realizarse.
Por otra parte, a partir de 1950, se realizaron arreglos de calles con el fin de mitigar el paro obrero. Las subvenciones que se concedían solían emplearse en estos fines (60). Lo que volvió a repetirse entre las décadas de los años setenta y ochenta.
Mientras tanto, el número de habitantes de Pegalajar dejó de crecer, invirtiéndose la curva. La emigración comenzó y el número de vecinos fue disminuyendo cada año -en 1960 eran 4.945; en 1970 4.118, y en 1980 3.172. Aún quedaba la lacra de las cuevas habitadas, debido a la falta de viviendas sociales. En 1951, más de doscientas familias vivían en cuevas que no reunían ninguna condición higiénica. "Otras doscientas familias habitan pequeñas y débiles edificaciones con una o, a lo más, dos habitaciones, que ni por su solidez, ni por su espacio, ni por su ventilación admitiría el más benévolo higienista y en los que igualmente se da y se tiene que dar la cohabitación de padres e hijos, hermanos y hermanas, con la consecuencia de inmoralidad que lleva aparejada (...)". Por estas razones, el Ayuntamiento se acogió al plan de la Diputación Provincial para la construcción de viviendas tipo "Belén" en la provincia (61). Por ser estas construcciones insuficientes, se construyeron los barrios de los Apóstoles y de Jesús, ya en la década de 1960 (62).
Por otro lado, en esta década de 1960, se instaló en la provincia una nueva red de electricidad con arreglo al Plan Jaén. El Ayuntamiento solicitó a la Dirección General de Industria la cesión del suministro de energía eléctrica procedente de la nueva línea (63), continuando como distribuidora la Electra San Antonio (64).
Finalmente, otros hechos urbanísticos que podemos destacar son: el ensanche de la calle Tercias y el arreglo de la plaza del Generalísimo -hoy de la Constitución- en 1956 (65), la instalación de alumbrado en los jardines que circundan la Charca y la aprobación del plan urbanístico en 1955 (66), la adquisición y ordenación urbanística de terrenos apropiados para viviendas de maestros y escuelas en 1957 (67), el problema de urbanización y ensanche de la arteria principal del pueblo y zona que circunda la Charca (68), la realización del nuevo colegio de E.G.B. en la zona del Bañuelo a finales de la década de 1970,...