PROEMIO

Juan Antonio López Cordero

(En Claustro Poético, núm. 15. Real Sociedad Económica de Amigos del País - Caja Rural de Jaén. Jaén, 2004, pp. 7-9)

 

"La poesía es un arma cargada de futuro"

(Gabriel Celaya)

 

                La palabra poesía tiene diversos significados y casi todos ellos manifiestan la dificultad de definirla. El primer Diccionario de la Real Academia de Española ya la definía en 1737 como “Ciencia que enseña a componer y hacer versos, y a describir y representar con ellos las cosas al vivo, excogitando y fingiendo lo que se quiere”. También como “la misma obra o escrito compuesto en verso”.

                En las sucesivas ediciones del Diccionario de la Real Academia Española del siglo XVIII se recoge la misma definición, que empieza a cambiar en el siglo XIX, período de grandes transformaciones en el pensamiento humano. Es ya en la edición de 1803 cuando las ideas de la Ilustración y el romanticismo empiezan a influir en los miembros de la Academia, que definen la poesía como: “Imitación en verso y con ficción de la naturaleza considerada en general y en particular, para enseñanza y deleyte de los hombres”; una segunda acepción:  “El fuego y viveza de las imágenes de la poesía; así se dice: esta obra aunque tiene buenos versos, carece de poesía”; como tercera, “Qualquiera obra o parte de ella que abunda de figuras, imágenes y ficciones. En este sentido se aplica este nombre a la prosa escrita en estilo poético, como es el de algunas novelas”; y como cuarta “Las obras de los poetas, en especial hablando de los modernos; como las poesías de Garcilaso, de los Argensolas”. Las nuevas definiciones empiezan a captar la idea integral de poesía y aparece por primera vez el concepto de prosa poética.

                La edición del Diccionario de la Real Academia de 1822, que se produce dentro del Trienio Liberal, supone una nueva aportación a la definición de poesía incorporando,  junto a las anteriores acepciones, el concepto de arte al referirse a la misma: “El arte, ciencia o facultad de hacer composiciones en verso con invención y entusiasmo, imitando a la naturaleza”.

                El siguiente cambio académico en la definición de la palabra poesía tiene lugar en la edición de 1884, época de consolidación política del período de la Restauración, cuando se impone el positivismo. Las acepciones que aparecen en el Diccionario son las más completas realizadas hasta el momento, en las que se recogen básicamente todo el concepto contemporáneo de poesía: “Expresión artística de la belleza por medio de la palabra sujeta a la medida y cadencia, de que resulta el verso”; “Arte de hacer versos”; “Género de producciones del entendimiento humano, cuyo fin inmediato es expresar lo bello por medio del lenguaje, y cada una de las distintas especies o variedades de este género. Poesía lírica, épica, dramática, bucólica, religiosa, profana”; “Fuerza de invención, fogoso arrebato, sorprendente originalidad y osadía, exquisita sensibilidad, elevación o gracia, riqueza y novedad de expresión, encanto indefinible, o sea conjunto de cualidades que deben caracterizar el fondo de este género de producción del entendimiento humano, independientemente de la forma externa, o sea de la estructura material del lenguaje, de que resulta el verso. Esta obra en prosa está llena de poesía; aquella en verso carece de ella”; “Obra o composición en verso, y especialmente la que pertenece al género lírico...”; “Cierto indefinible encanto que en personas, en obras de arte y aun en cosas de la naturaleza física, halaga y suspende el ánimo, infundiéndole suave y puro deleite”.

                Cierta variación definitoria se produce en el Diccionario de la Real Academia 1985, cien años después, se matizan algunas acepciones como “arte de componer obras poéticas”; “arte de componer versos y obras en verso”; “Obra o composición en verso, y especialmente la que pertenece al género lírico”; continúa:  “Conjunto de la actividad poética y de los poetas. La poesía española del Siglo de Oro”; y se recupera el carácter romántico de la misma al incluir la acepción de “Cualidad de las cosas, personas, y de la misma poesía, por la que se produce en el ánimo una emoción a la vez estética y afectiva. Un paisaje lleno de Poesía”.  En esta edición se definen las tipologías y se cambia la denominación de  profana por la de  tradicional: bucólica. Se dice de la que canta las bellezas de la vida campestre”; “dramática. Género de poesía escrita en forma de diálogo, que generalmente está hecha para ser representada”; “épica. Género de poesía en que el poeta relata hazañas heroicas”; lírica. Género de poesía en que el poeta canta sus propios afectos e ideas, y, por regla general, se dice de todas las obras en verso que no son épicas ni dramáticas”; “tradicional. La conservada originariamente por transmisión oral anónima”.

                Las definiciones de la palabra poesía volverán a ser matizadas en la edición de 1989 y, sobre todo en la de 1992, que sintetiza drásticamente todas las acepciones, las mismas que recoge la edición del Diccionario de 2001: 1. f. Manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa. 2. f. Cada uno de los géneros en que se dividen las obras literarias. Poesía épica, lírica, dramática. 3. f. por antonom. poesía lírica. 4. f. Poema, composición en verso. 5. f. Poema lírico en verso. 6. f. Idealidad, lirismo, cualidad que suscita un sentimiento hondo de belleza, manifiesta o no por medio del lenguaje. 7. f. Arte de componer obras poéticas en verso o en prosa.

                Pero quienes mejor han definido el concepto de poesía son los poetas. Una de las definiciones más citadas es la de Gustavo Adolfo Bécquer:  

 

" ¿Que es poesía?

dices mientras clavas

en mi pupila

tu pupila azul;

¿Que es poesía?

¿Y tu me lo preguntas?

Poesía...!Eres tú! "

 

        La definición que hace de la poesía o, más bien, de su poesía, Gabriel Celaya encierra también ese concepto íntimo personal y creativo como hace en su poema "La poesía es un arma cargada de futuro":

 

“No es una poesía gota a gota pensada.

No es un bello producto. No es un fruto perfecto.

Es algo como el aire que todos respiramos

y es el canto que espacia cuanto adentro llevamos.”

 

        Gabriel Celaya abogaba por una poesía militante, la poesía del oprimido, porque la poesía no puede enajenarse del mundo que le rodea. Un mundo donde oleadas de estímulos hacen vibrar las sensaciones del hombre y brotar la poesía arrolladora, combativa e incluso agresiva frente a la que llaman contemplativa. La militancia en la poesía se puede observar ya en el libro de los Salmos de la Biblia, puede también observarse en los poetas de la antigua Grecia y Roma, en los romances medievales o en la más reciente poesía moderna y contemporánea. En España la última guerra civil fue un cruel enfrentamiento que estímulo la mente de los poetas, muchos tomando opción por el bando perdedor, como Rafael Alberti:

 

“Se equivocó la paloma.

Se equivocaba.

Por ir al Norte, fue al Sur.

Creyó que el trigo era agua.

Se equivocaba.”

 

        La complejidad de la poesía es fruto de la complejidad del hombre, pues forma parte de su esencia. Y, como el hombre,  no es neutral, pero de una u otra forma siempre toma partido por la vida, es una herramienta del hombre para el hombre, por lo que en este sentido siempre es militante, aunque a veces al odio y la guerra sean el mensaje que transmita o sea utilizada en la lucha satírica entre los mismos poetas. Cabe preguntarse si es poesía la letra de los himnos militares o nacionales como la Marsellesa, cargados de incitación al odio y a la sangre, pero a la vez cargados del sentimiento puro de liberación y justicia; o si es poesía la Eneida de Virgilio o la Araucana de Alonso de Ercilla, o el anónimo Cantar del Mío Cid. Sin duda la poesía es un canto a la vida, donde el amor y el odio son dos caras de la misma moneda, y también la muerte, tan unida a la vida.

        Lo que no hay duda que sí es poesía son las siguientes páginas que componen este nuevo número de Claustro Poético, cargadas de vitalidad. Con este número ratifica la revista su larga tradición en la vida cultural giennense y se abre aún más a la sociedad. Cumple, pues, una extraordinaria función Claustro Poético, una revista también cargada de futuro. Las siguientes líneas son el reflejo de unos hombres y mujeres que nos dan mucho de sí a cambio de nada, lo que lo dice todo. Con gente así el futuro es fácil.

 

Juan Antonio López Cordero.

 

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