PICAPEDREROS DEL SIGLO XXI.

Manuel Cabrera Espinosa y Juan Antonio López Cordero

(Sumuntán: Revista de Estudios sobre Sierra Mágina, núm. 22. CISMA, Carchelejo, 2005, p. 9-30.)

 

RESUMEN.

A través de esta comunicación intentamos familiarizarnos con el trabajo de uno de los oficios que ha acompañado a la humanidad desde hace miles de años, nos estamos refiriendo a los picapedreros o canteros. Hacemos un estudio de una cuadrilla de canteros que trabaja en Mágina para conocer su técnica de trabajo y estudiar la rica cultura de la que están impregnadas las construcciones tradicionales de piedra de la comarca.

 

ABSTRACT.

            Through this communication we tried to become familiar with the work of one of the offices that have been accompanying to the humanity for thousands by years, we are talking about to the stonemasons or stonecutter. We make a study of one group of stonecutters who works in Mágina to know his technique work and to study the rich culture of which the traditional constructions of stone of the region are impregnated.

 

1.- HISTORIA DE LOS PICAPEDREROS.

Aunque en nuestros días  el oficio de picapedrero ha llegado a estar en vías de extinción sus orígenes son antiquísimos, pues  la piedra ha sido trabajada por el hombre casi desde los inicios de su existencia. Pero fundamentalmente desde que nuestros antepasados decidieron dejar la caza, y con ello el nomadismo, para comenzar a domesticar a los animales, dando lugar a la aparición de los asentamientos fijos y por tanto al sedentarismo. Ya durante el  Neolítico llegaron los excedentes alimentarios dando lugar a la llamada “ Revolución urbana" y con ella surgió el auge de la construcción. En las construcciones el hombre echaba mano de los materiales que tenían a su alcance y que por su composición podían ser más duraderos, entre ellos la piedra ocupó un lugar preponderante. Con la evolución de la construcción los picapedreros o trabajadores de la piedra se fueron especializando llegando a ser una profesión muy considerada, hasta el punto que tanto en la civilización egipcia como en la griega y romana  los obreros de las grandes construcciones eran esclavos y sin embargo los canteros o picapedreros eran profesionales libres con una consideración social más que apreciable.

 Tampoco debemos de olvidar la importancia de los canteros en la creación de nuestras iglesias y catedrales después de la reconquista. Y el poder que ostentaron desde el siglo XI, primero con sus cofradías y posteriormente con los gremios, creados en defensa de la profesión, a partir de una rígida reglamentación y distinguiendo entre las categorías de aprendices, oficiales y maestros.

 Pero creemos que no es necesario recurrir a los famosos canteros que han participado en la construcción de las pirámides o en labrar las piedras de nuestras maravillosas iglesias, catedrales o edificios civiles dejando su firma en cada una de ellas, para encumbrar esta profesión. Como si lo importante, trascendental o significativo sólo lo pudiéramos encontrar en las obras majestuosas. Estamos convencidos que también  han sido fundamentales las pequeñas construcciones en piedra, trabajo que podemos decir que ha llegado a constituir uno de los pilares básicos de la historia humana. Nos estamos refiriendo al inmenso trabajo llevado a cabo por los  pedreros sin firma. Aquellos que han llenado con su conocimiento, trasmitido de generación en generación, tanto nuestros campos con sus trabajos de piedra en seco,  en su descomunal esfuerzo de humanizar la naturaleza, como su participación en la creación de nuestros pueblos y aldeas a través de la construcción de viviendas que han servido de cobijo y a la vez han sido la forma de expresión de las relaciones sociales de su tiempo y su contexto. Y que en un oficio duro, pero reconocido, han perdurado hasta que la llegada de la técnica y los nuevos materiales de construcción los ha hecho casi desaparecer.

Porque hasta no hace demasiado tiempo la construcción era pura artesanía,  incluso podemos decir que era pura manifestación cultural que enclavada en su contexto histórico y social nos habla de la estructura de la sociedad en que se desarrollaba. Nos relata, con la imagen de sus formas, las relaciones sociales, las creencias, las vivencias,  en definitiva las formas en que una comunidad vivía, se relacionaba y estaba estructurada. Y es que no podemos olvidar que tanto el pequeño y redondo chozo de piedra en seco en medio de nuestras sierras de un pastor, como la gran casona rectangular de tres plantas que se asoma a la plaza mayor y a la iglesia de nuestras aldeas, son auténticos  libros abiertos que con igual importancia, a pesar de su distinto tamaño, nos muestran las interrelaciones de un grupo humano. Aquellas que les hicieron creer y vivir de una determinada forma, pero también han sido aquellas que  han influido para configurar nuestro presente y que influirán en cierta medida en la ordenación de nuestro futuro.

 

2.- LA PIEDRA Y SU SIMBOLOGÍA.

La piedra no es solamente un material fácil de encontrar y duradero para la construcción, también posee un fuerte poder simbólico en nuestra civilización. Así  han sido consideradas como seres vivos cargados  de un saber acumulado que son capaces de trasmitir, si nosotros somos capaces de observarlas y escucharlas. También la piedra ha sido un elemento fundamental en  la creencia  religiosa, basta recordar como la mitología hebrea relata que Lucifer, antes de la caída (Luzbel) tenía en su frente una piedra de esmeralda que cuando  peca, creando la idea de que existe algo fuera de Dios, esa piedra le es arrancada simbólicamente de su frente y arrojada al abismo, o como los mandamientos fueron escritos por el mismo Dios en piedra, como nos relata  la Biblia en Éxodo 24: “ Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles”.

 Pero fundamentalmente la piedra y su utilización para la construcción, encarna la trasformación de un pueblo nómada, que ha construido por tanto en materiales livianos y perecederos,  a un pueblo sedentario que construye en materiales más duraderos, pues se marca como objetivo la trasformación de la naturaleza a sus propias necesidades más que la adaptación de sus necesidades a la naturaleza. Tenemos que recordar que ha sido la llegada del sedentarismo lo que ha creado la propiedad de la tierra y su parcelación que queda reflejada a la vista a través del mojón. Este símbolo no es más que un símil de la configuración territorial en distintos Estados con sus fronteras que los separan. Puesto que es necesaria la identificación con un territorio para poder articular tanto el aparato burocrático como el ideológico de nuestros actuales estados-nación. Y es esa identificación con el  territorio  lo que crea la necesidad de moldearlo e individualizarlo, así como el auge de la construcción de las  viviendas familiares.

 

3.- TRADICIÓN, CONSTRUCCIÓN Y DESARROLLO.

El sector de la construcción se ha convertido en un motor importante de desarrollo y mantenimiento de la economía nacional en las últimas décadas. Además en las zonas rurales de nuestra comarca, hasta hace muy poco tiempo, la construcción era también puro trabajo artesanal llevado a cabo por la cuadrilla de un maestro, respetado en el entorno, y sus oficiales y aprendices. Y sólo ha sido rebajado a puro trabajo manual, sin apenas reconocimiento, con la irrupción de nuevos materiales, la mecanización  y la utilización de más medios técnicos y menos conocimiento empírico personal. Todo ello quizás acrecentado por unas modas arquitectónicas reflejo de una sociedad cada vez más racional-funcionalista que prescinde de los maestros, capaces de verse reflejados en sus creaciones,  y los sustituye por trabajadores manuales, las subcontratas y el destajo. Dando lugar a una sobre especialización tan grande que llega a perderse la perspectivas de la creación en su conjunto. Podríamos  decir que durante estos últimos años se ha producido, siguiendo la teoría de Marx,  una reificación de la construcción.

Ha sido esta forma de pensar y de actuar lo que ha llevado a la práctica desaparición de nuestros artesanos de la piedra. Esos maestros albañiles que de generación en generación se han ido trasmitiendo los conocimientos para, con los materiales básicos que encontraban en su lugar de residencia, realizar las construcciones que nos han dejado como legado, como parte de una cultura que debemos preservar para futuras generaciones.

Ha tenido que ser de nuevo la moda y el boom del turismo rural a partir de los 80 y no la necesidad de recuperar un patrimonio en vías de extinción, lo que está conduciendo lentamente a recuperar una arquitectura vernácula. Aquella que nunca se debió de perder y que hoy puede ser motor de desarrollo o al menos de mantenimiento de nuestras zonas rurales. Pero estemos atentos a esta recuperación para que sea realmente artesanal porque como nos advierte Baigorri: “junto a la recuperación honrada de la arquitectura vernácula a menudo lo que hace su aparición es el pastiche”.

   Actualmente en edificaciones públicas, en hoteles y casas rurales de la comarca y también en viviendas unifamiliares, tanto de primera como de segunda vivienda, está aumentando las peticiones de incorporación de elementos seudo artesanales e incluso artesanales. Sobre todo si los promotores tienen a su alcance los medios materiales y principalmente  personales de realizarlos a un precio asequible. Podemos afirmar por estudios anteriores que no es tanto el coste superior del elemento artesanal lo que impide su extensión, como la falta de información para acceder al producto artesanal. Y es que casi hemos dejado desaparecer a nuestros abundantes artesanos, de la piedra en este caso aunque se puede hacer extensible a otras profesiones,  sin haberles dado la posibilidad de trasmitir su rico conocimiento para su posterior utilización.

Este grave problema en la trasmisión de los conocimientos artesanos se ha intentado combatir a través de las escuelas-taller que financiadas por el INEM, el Fondo Social Europeo y aportaciones de otros organismos (Ayuntamientos, Diputaciones, Junta..), reguladas oficialmente en marzo de 1988 y teniendo entre sus objetivos la formación de especialistas en profesiones demandadas por el mercado y en oficios artesanos en trance de desaparición. Ppero esta iniciativa no ha cumplido con su labor en la población de estudio puesto que por ellas no han pasado ninguno de los habitantes de Arbuniel.

Pero dejemos las dudas y pensemos en métodos que sean capaces de recuperar eficazmente los oficios artesanos, puesto que creemos, al igual que reconocidos especialistas en este tema, que la recuperación del trabajo artesanal no es una moda pasajero. Mas bien representa un salto cualitativo en la cultura social que  supera la cultura materialista para llegar a una cultura  postmaterialista que comienza a dominar nuestros estilos de vida, en la que la calidad de vida pasa a ser uno de sus sellos de identidad. Y esta calidad de vida se debe ir reflejando en la rehabilitación y la creación de nuestros pueblos y ciudades, unos pueblos y ciudades más habitables o más "vivibles" y que reflejen el nuevo ideal postmaterialista en el que estamos entrando. Y como no es una moda pasajera nos puede estar ofreciendo una posibilidad de desarrollo, de supervivencia y rejuvenecimiento de los ancianos pueblos de nuestra comarca.

 

4.- PICAPEDREROS Y CONSTRUCCIONES DE PIEDRA EN ARBUNIEL.

Nos hemos centrado en el estudio de un grupo de picapedreros de Arbuniel. Estas  personas continúan trabajando la piedra tanto en construcciones de piedra en seco, en la conservación y restauración de las abundantes cercas, acequias y albarradas que presenta el municipio, como en la construcción de viviendas. Hemos realizado una aproximación etnográfica en busca de información sobre su trabajo.

Pero antes de pasar a las respuestas encontradas en las entrevistas en profundidad de los picapedreros, dibujemos el escenario natural así como el contexto en el que se han desarrollado las construcciones de piedra.

            Arbuniel  geológicamente está formado por rocas carbonatadas, consistentes y ricas en bases, con calizas, dolomías y margas en su mayor parte. Son materiales de origen sedimentario, las rocas más antiguas datan del Triásico, y la mayoría son del Jurásico y Cretácico. Estos materiales se depositaron en medios marinos a diferentes profundidades. La piedra caliza (la llamada tosca) es la más abundante hasta el punto que Arbuniel es conocido como los toscares por la abundante cantidad de esta piedra que existe y que por tanto es la más utilizada en las construcciones tradicionales de piedra.

Su gran nacimiento de agua es otro de los elementos naturales que ha configurado el municipio, puesto que, por una parte el aprovechamiento agrícola de su gran cantidad de agua ha creado una red de cauces y acequias en las que el elemento principal para su construcción ha sido la piedra, pero a la vez su terreno ha sido dividido en dos zonas bien diferenciadas, de un lado están las tierras más altas que el nacimiento de agua y que por tanto han permanecido como fincas de secano y por otra sus abundantes tierras de regadío, estos dos regímenes de aprovechamiento de la tierra han constituido dos situaciones bien diferenciadas en la posesión de la tierra  y que se han visto reflejadas, y por tanto a través de ellas se pueden estudiar, en la construcciones tradicionales de piedra.

Para hacer una revisión de las distintas construcciones en piedra vamos a distinguir tres grupos principales:

4.1.- Piedra en seco:

Las construcciones de piedra en seco, sin argamasa que las una, son antiquísimas y todavía hoy algunas se siguen construyendo. Este tipo de arquitectura supone una de las expresiones culturales más significativas de Sierra Mágina, producto de la actividad de sus gentes, especialmente agroganadera, y de las condiciones climáticas y geográficas de la misma. Presenta diversas tipologías. En Arbuniel podemos encontrar todavía abundantes eras recuerdo de su economía cerealística, las podemos localizar tanto alrededor del pueblo (algunas casi dentro de su núcleo urbano) como más alejadas, aunque ya han dejado de utilizarse y se encuentran abandonadas. Las cercas, linderos y mojones también son frecuentes puesto que la gran zona de regadío produce una distribución de la propiedad en pequeñas parcelas que hay que separar y delimitar. Los muros de contención o albarradas cuyo fin es el aterrazamiento del suelo de cultivo, siendo muy frecuentes en los cultivos de regadío. Los chozos de planta circular que forman un pequeño habitáculo de falsa bóveda en piedra, con muros y cobertura de piedra caliza sin labrar y sin ningún tipo de argamasa, se encuentran dispersos por el entorno rural de la sierra. Utiliza una piedra grande a modo de dintel, no se suele colocar puerta, excepto en aquellos más grandes. Hay algunos chozos que no están construidos de piedra en seco, sino que utilizan la mampostería con mortero, pero mantiene su base circular, este tipo de chozos tiene una cubierta de obra, en Arbuniel reciben la denominación de “caracoles” para diferenciarlos de los anteriores. También están las chozas que es una variedad de chozo pero rematado con una cubierta de ramas vegetales, habitualmente se hacía con un soporte de ramas resistentes de árboles como la encina, entrelazadas unas con otras, a continuación se cubría con una capa de hiniesta, a la que seguía una segunda capa, ésta de lastón, y terminaba en el vértice con un cerramiento de esparto cosido, con lo que se conseguía una perfecta impermeabilidad. Su utilización era temporal y la cubierta vegetal podía durar varios años, suele ser utilizado en la zona de estudio por los pequeños agricultores. Por último nombrar los majanos, son apilamientos de piedra, formando hilera o bien de tipo circular o poligonal, a veces con horma en su perímetro a modo de contenedor y se forman como consecuencia de la limpieza del terreno pedregoso para las labores agrícolas.

Chozo de piedra en Arbuniel

Bancales sostenidos por albarradas

 

Caracol.

 

4.2- Vivienda rural:

A grandes rasgos, las diferentes tipologías de la vivienda rural tradicional de Arbuniel son generales a la maginense y responden a tres estilos básicos. El primero de ellos y más antiguo es el heredado de época moderna (siglos XVI-XVIII), que corresponde a construcciones de una o dos plantas, de escasos y pequeños vanos, sobrias, sencillas y compactas, las cuales han dejado ejemplos distribuidos por el término, como el cortijo del Torcal.

Cortijo del Torcal

 

 El segundo y el tercer estilo tienen un origen que coincide con las desamortizaciones agrarias y el auge de una nueva clase social burguesa agraria. Este período coincide con el auge del olivar durante las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX, cuando se produce un desarrollo arquitectónico rural basado por un lado en un nuevo tipo de vivienda de fachada simple, simétrica, de dos o tres plantas, balcones y vanos más amplios, abierta al campo, a imagen de la vivienda urbana, como las caserías de Casas Quemadas o Lomangorda. En estos casos la vivienda rural es utilizada por los hacendados como lugar de residencia temporal y, como tal, es adaptada a las comodidades de su clase y su aspecto externo es signo de prestigio. Este tipo de viviendas produce gran contraste con la imagen sobria de la vivienda rural heredada de épocas pasadas.

 

Cortijo de la Torre

 

Dentro de las viviendas rurales encontramos aquellas más cercanas a la población y que son en cierta forma una prolongación del casco urbano, de un acercamiento al inmenso campo, a través de construcciones diversas, tales son los molinos de rodezno, que aprovechan el desnivel existente a través de los caces y acequias para  mover con el agua los molinos. El edificio del molino tiene un tipo de construcción similar al resto de las edificaciones tradicionales, con tejados a una o dos aguas, que utilizan teja árabe. La fachada suele abrirse en el lateral del edificio, donde se encuentra la puerta y alguna pequeña ventana, junto descarga de las caballerías. La parte trasera del edificio suele constituir un muro con sillares a soga para evitar la humedad. Junto a este muro se adosan los cubos elaborados con anillos de piedra y se ubica el cárcavo o bóveda de cañón, también con sillares de piedra, con todo el mecanismo de las piedras de molino. En la parte opuesta del edificio se abren las ventanas que presentan una distribución simétrica. La acequia que lleva el agua al cubo suele estar en alto, sobre un ancho muro de piedra. El resto de la construcción suele ser el tradicional de las viviendas, mampostería  con revoco de mortero, mientras que en el interior el enlucido es de yeso, que después se encalaba. Cuando dispone de segunda planta su distribución es semejante a la vivienda tradicional urbana.

 

Molino del Marcao

 

Otros edificios se ubican cerca de los molinos, son minicentrales hidroeléctricas. El curso de agua del caz de Arbuniel  permitió desde comienzos del siglo XX la utilización de la energía hidráulica para la generación de electricidad a través de pequeñas centrales hidroeléctricas. El tipo de edifico que alberga estas centrales era similar al del molino de rodezno en algunos casos, mientras que en otros mantiene las características propias de la construcción de la época, siguiendo un estilo eminentemente urbano. La ubicación es semejante a la de los molinos harineros, pues utiliza los mismos cauces de agua que éstos. Solía ser también un edificio-vivienda.

Junto a la población se extiende un amplio espacio de huerta, que se riega con las aguas del Nacimiento de Arbuniel. Con frecuencia, las huertas se distribuyen en bancales, para mejor aprovechar el riego a manta. Las zonas de huerta corresponden a pequeñas y medianas parcelas, cada una con sus turnos de riego, recogidos en ancestrales reglamentos, que con sucesivas reformas han llegado hasta nosotros. Este sistema de regadío produce una gran parcelación de la propiedad por lo que  son muy abundantes las albarradas que demarcan los diversos linderos y caminos así como la proliferación de acequias. La plantación de estas parcelas era de árboles frutales y hortaliza, además del olivar. Los frutos exigían una protección frente al robo, por lo que existían chozas y viviendas de huerta habitadas en determinados períodos del año, especialmente en el verano. La construcción de las casas de huerta, que también son llamadas caserías por disponer por lo general de plantaciones de olivar, tiene una gran similitud con la casa agrícola urbana, tejado con chimenea, buhardilla o gatera y teja árabe, muros de mampostería con mortero, entresuelos de vigas de madera con cañizo y mortero,... y también las tres plantas. Por lo general, mantiene la misma estructura que la casa tradicional, algunas de ellas con balcones. Lo único que cambia es el paisaje. El elemento vegetal está presente con frecuencia, bien envolviendo con yedras o ramajes el patín de la vivienda, con la plantación de árboles (palmera, ciprés, pino,...), u otra vegetación ornamental, destacando las parras.

En cuanto a las viviendas rurales lejanas a la población encontramos  edificaciones de una sola planta, construidas en mampostería con mortero, que utiliza piedra recogida de los alrededores y la tosca labrada. Otro tipo de casas de sierra aisladas presenta una superficie constructiva mayor. Unas veces disponen de corral de ganado y otras no, según la dedicación para la que se construyeron. Este tipo de viviendas reciben el nombre de cortijos, aunque no dispongan de otros edificios anexos. Lo normal es que tengan dos crujías con tejado a dos aguas y dos plantas, aunque las hay también de una sola crujía o una sola planta. El tejado, es de teja árabe y presenta una sola chimenea, puesto que el edificio estaba destinado a una sola familia, que solía vivir temporalmente, aunque también había quien la tenía como residencia habitual. Suelen ser viviendas de agricultores o ganaderos autónomos, que trabajan su pequeña o mediana explotación. En el interior la cuadra también está presente dentro de la vivienda.

            En el cortijo con edificios anexos la distribución de los mismos es compacta, de menor altura que las caserías, abiertos a un patio, al que dan las dependencias de la casa. El cortijo tenía una función ganadera, además de agrícola (olivar, cereales y leguminosas), aunque otros son eminentemente agrícolas. Suelen tener una sola vivienda para los caseros, con los elementos característicos de horno, cuadras, hijaeras o pocilgas,... El material constructivo es la mampostería, de piedra del entorno, unida con mortero o el tapial.

Otros conjuntos de edificios más señoriales reciben la denominación de caserías, puesto que tenían también una función agrícola olivarera y de huerta, a veces con molinos de aceite incluidos, además de ser vivienda temporal de propietarios acomodados. En estos casos la función de cortijo y casería se manifiesta en una diversidad arquitectónica de singular fisonomía.

La distinta distribución de la tierra también nos diferencia a los caseríos y cortijos de la zona. El pequeño cortijo de una sola planta es característico de la pequeña propiedad. En él no existe apenas separación de espacios estando construidos con una finalidad utilitaria en consonancia con el tipo de vida de sus propietarios, es decir, para la vida(el trabajo) en el exterior de la vivienda y  diferenciado del uso simbólico de posesión y exposición a los cortijos señoriales de la Andalucía latifundista tan típicos en la campiña Sevillana o Cordobesa. Hasta podríamos decir que es en el exterior del pequeño cortijo donde más esfuerzos se hacen para señorearlo a través de la creación del parral, los poyos para conversar o los frutales que lo rodean. Son los grandes propietarios los que poseen cortijos y caserías mucho más grandes y suntuosos colocados en lugares altos desde donde dominaban el abundante terreno, a la vez que se dejaban ver como símbolo de poder señoreándose en el horizonte.

 

Casería de Lomangorda

 

  

Cortijo del Banco

 

4.3- La vivienda urbana:

La diferencia económica de estatus y de poder también la encontramos reflejado en la distinta tipología de construcción de las viviendas tradicionales  del núcleo urbano.

El origen de Arbuniel, como el de muchos otros pueblos, está en una importante fuente de agua, la del Nacimiento del río Arbuniel, que ha determinado la ubicación de la población en las cercanías de la misma. Lindando con el núcleo urbano y en la parte baja de éste se encuentran las huertas, que aprovechan estas aguas para riego y con frecuencia como fuerza motriz de los molinos de rodezno y centrales hidroeléctricas.

            El actual Arbuniel tiene su arranque en el crecimiento poblacional a partir de la Edad Moderna, pues tras el vacío demográfico de la época de frontera durante casi tres siglos (XIII-XV) y tras la desaparición del reino musulmán de Granada, ya en el siglo XVI, surgió una cortijada, ubicada en un terreno poco irregular, dando lugar a una peculiar red urbana en la que los antiguos caminos hacia Cambil y Montejícar han marcado la distribución de las calles.

Sus edificios han estado relacionados con la actividad agraria y molinera. Todavía se pueden observar algunas construcciones tradicionales, como la casa de tres plantas que ha sido modelo del agricultor de Sierra Mágina. Estas casas solían estar construidas de tapial, con cimientos de piedra, cuyos entresuelos estaban formados por vigas de madera y cañizo, y cubierta de teja árabe.           En la planta baja se encuentra el portal, la cocina‑salita, el salón, la cuadra y el corral. La segunda planta estaba destinada a los dormitorios, que daban a la calle a través de balcones. Y la cámara, tercera planta con vanos siempre abiertos al exterior, hacía de almacén a la paja, trigo, cebada, maíz, frutos secos y derivados de la matanza del cerdo (chorizos, morcillas, jamones,...). En la cámara también se encontraba la piquera, un amplio conducto que comunicaba verticalmente con la pesebre de la cuadra en la planta baja, por el que se introducía la paja de forma directa; y la lucana o gatera, pequeña abertura para acceder al tejado

 

Fachada casa de tres plantas de Arbuniel

 

La casa del jornalero era bien distinta a la del agricultor. Cuando no habitaba en cuevas, su casa era de dimensiones reducidas, de una sola planta o, a lo sumo, dos; la segunda de escasa altura y con una pequeña ventana a la calle. En la planta baja se ubicaba una sala de estar con su chimenea y la cocina, y en la parte alta uno o dos dormitorios donde se apiñaba una crecida prole. A veces, estas casas contaban con un pequeño corral.

 

Fachada casa de jornalero en Arbuniel

 

Esta distinta distribución espacial representa la distinta posición social de grandes propietarios con casas espaciosas, donde se encuentra separada la cocina y la salita y salón en el que se puede recibir a las visitas, separando de este modo el espacio masculino del puramente femenino que era la cocina. Con despensa para almacenar la comida sobrante y con balcones que se abren al exterior dejándose ver. Esta vivienda contrasta con la pequeña casa humilde del asalariado donde el hacinamiento era natural y los espacios se mezclan y confunden tendiendo a mantener a la mujer en la única sala que existe y que servía de estar y cocina, arrojando al hombre a la calle, a la taberna. Sin grandes despensas porque nada hay que guardar a no ser el hambre y la miseria y con una pequeña ventana, que tiende a esconder la pobreza en el interior de la vivienda.

El urbanismo al situarnos espacialmente cada una de las casas en el área urbana, nos vuelve a mostrar la sociedad en que fueron construidas. Son las grandes casas las que ocupan los lugares centrales del municipio, aquellos cargados simbólicamente de prestigio: la plaza y calle central eje económico, político y religioso del pueblo. Por el contrario las pequeñas construcciones van a ocupar los pequeños callejones y los arrabales del municipio.

Frente a estas construcciones tradicionales, de las que todavía nos quedan muestras para su estudio y conservación, aparece a partir de los años 80 un resurgimiento en la zona de la arquitectura tradicional aunada con las nuevas técnicas arquitectónicas. Se comienza a utilizar de nuevo las canteras de tosca del municipio para el adorno y la construcción de las nuevas viviendas. Tenemos amplias muestras de este tipo de construcciones tanto en casas unifamiliares como en el nuevo complejo turístico que se acaba de abrir en la localidad.

             

5.- ENTREVISTA A LOS PICAPEDREROS.

En la actualidad existe una cuadrilla de canteros en el núcleo de Arbuniel a las órdenes del maestro Bartolomé López. Nosotros hemos realizado tres entrevistas no estructuradas pero focalizadas, hemos seleccionado para las mismas al maestro Bartolomé López, al oficial Juan Alcázar y al peón Juan Valenzuela.

La entrevista estaba dividida en varias áreas, pero buscamos fundamentalmente las técnicas tanto de extracción de la piedra en las canteras, localizando las mismas en el municipio, como de colocación en las distintas construcciones, observando la evolución de la técnica en el tiempo. Otro tema importante al que hemos intentado acceder a través de la entrevista es al conocimiento de la relación que mantiene el picapedrero con la piedra. Pretendemos acercarnos a sus sentimientos hacia el trabajo con la piedra  y hacia la obra final que crean, queremos conocer su experiencia vital.

El maestro de esta cuadrilla de picapedreros es Bartolomé López, nos comenta que aprendió el oficio de su abuelo y de su padre Manuel, que ha estado toda la vida con la piedra, porque en Arbuniel la tosca ha sido el elemento básico para la construcción por su abundancia.

Detalle de una esquina de piedra

 

Percibimos como los entrevistados de más edad recuerdan la construcción de las casas con materiales que se encontraban por el entorno: piedra, yeso, maderas, cañas del río y jaretas de esparto para que el yeso no se soltara.

 Nos relatan minuciosamente como se fabricaba el yeso en los abundantes yesares del municipio: Primero hay que hacer un horno con las piedras de yeso formando un recinto circular como un chozo con ellas, dejando una abertura y tapando el frontal con barro. Una vez realizado se le echa piedra de yeso encima hasta completar una altura de 1 metro o metro y medio desde la cúpula del chozo y se le prende fuego. Se necesitan  4-5 cargas de baldas” La balda es un tipo de leña fina que arde bien, como aulagas o retamas. Una vez que va ardiendo a veces aparece la llama por algunos huecos, esta llama se va apagando echando tierra encima, una vez que observamos que se ha cocido el yeso (se sabe porque al dar un golpe se desmorona) se tapa todo con tierra y se deja reposar durante la noche. A la mañana siguiente se saca la piedra de yeso a la era ( un trozo de tierra al lado del horno que habremos aplastado previamente) se extiende y allí se machaca con un mazo de madera que se hacía de encina plano de 12 centímetros de ancho por 30 de largo al que se le encastraba un rabo en oblicuo de higuera. Se machacaba entre 4 personas y nos dice Bartolomé: “cuando cuatro tíos machacaban bien el yeso sonaba como una pieza, como un zapateao”. Después se pasaba por una criba de madera donde se recogía el fino para usarlo y el resto se volvía a machacar, porque “no se desaprovechaba nada”. Los hornos se hacían en el campo, cerca de donde está la piedra de yeso, pero para las obras grandes se hacía el horno al lado de la obra. De cada horno que se quemaba salía entre 12 y 14 “cahizes”, y cada “cahíz” equivale a 12 fanegas.

Nos localizan las canteras de piedra  más importantes de Arbuniel, aunque todos coinciden que en cualquier finca del municipio es posible extraer la piedra por su abundancia. Actualmente la piedra es extraída de la cantera con máquinas escavadoras, pero antes se extraía a mano, nos describen el procedimiento: se descubría la tierra con el azadón para ver la piedra y por donde tiene la veta para poder rajar, eso te lo dice al verla nos comentan, donde rompía metías los barrones (hierro largo con pico). Se le ponía un taco de madera de palanca y se subían encima 3 o´4 personas hasta que hacían crujir la tosca y sacabas la losa. También utilizábamos los punteros que son como unas cuñas de hierro de unos 40cm. Lo ponías donde veías que podía rajar y le dabas con la porra hasta que saltaba. Otras herramientas que se utilizan es el azadón de peto y la escoda.

 

Cantera de los Huérfanos

 

            Todos coinciden que después de su casi abandono, actualmente hay un resurgimiento en la utilización de la piedra en la construcción sobre todo debido a que está de moda lo rústico y por la estética. Aunque reconocen que la piedra es más pesada, lenta y cara de poner que los materiales actuales, quizás por ello su uso es más frecuente en gente con mayor poder adquisitivo.

En cuanto a la técnica de preparación y colocación nos dicen que todas las piedras son buenas y por tanto todas hay que colocarlas. Lo que hay que hacer es buscarle el lugar que le corresponde a cada una de ellas (“buscarle la hechura”), porque cada piedra tiene “18 caras” y hay que saber buscarlas y verlas. Nos comentan como  el buen oficial las pone todas, el que elige no sabe trabajar con la piedra. Se trabaja a piedra trebolillo: unas más grandes otras más pequeñas pero todas puestas.” Para prepararlas se parten con la cuña por la veta, se intenta que no sean muy grandes para que se puedan mover. Lo aconsejable es que midan entre 80 centímetros y 1 metro, luego hay que hacerles el “asiento” y la “cara “. Hacer el asiento es aplanar para poner una encima de la otra se hace con escoda y azadón de peto. Hacer la cara es quitarle lo que resalta para que la pared sea más lisa, se suele realizar con escoda. Al ponerlas hay que ir “trabándolas” (entrecruzándolas) para darle solidez a la construcción.

Albarrada de “Las aguas del Arbuniel”

Acequia en “Las aguas del Arbuniel”

 

 

De toda la entrevista quizás la parte que más llama la atención es los sentimientos que expresan al trabajar con la piedra. Nos hablan con orgullo de su trabajo, así nos comenta Juan Alcázar: “La piedra es más especial, no la pone cualquiera, además cuando ves lo que has hecho dices: esta piedra me costó más trabajo, no pesaba esta na.., podemos decir cosas de cada piedra porque las conocemos, así algunas nos dieron mucho trabajo para ponerlas, otras se nos rompieron, distingo cada piedra”. En el mismo sentido nos dice Juan Valenzuela: “Existe mucha diferencia entre el ladrillo o el bloque de hormigón y la piedra, en la piedra primero tienes que mirar el sitio donde la vas a poner porque todas no caen igual en el mismo sitio, también le das la forma. Un ladrillo lo pones fácil, lo tienes todo hecho, la piedra es más dificultosa y tiene más mérito. Yo siempre conozco las piedras nada más mirarlas y tocarlas sé como es y la que se apaña mejor y peor”. O el maestro Bartolomé.” Nada más que ver algo construido con piedra te llama la atención, te dice quien lo ha hecho y cuando lo haces te quedas satisfecho, con el ladrillo no, pero con lo rústico te quedas satisfecho de tu trabajo”, y continua  mira sino el cortijo de Antonio como habla, está todo echo a mano, eso no tiene precio, lo hicimos porque los dos éramos amigos y los dos queríamos mucho lo rústico”.

Cortijo de Antonio

 

Observamos a lo largo de la entrevista que no sólo son artesanos de la piedra sino que se sienten artesanos creadores de un producto único y cargado de sentimiento. El maestro incluso arremete con aquellos que no aprecian su arte “algunos se gastan el dinero en hacer algo rústico con piedra y madera y luego me matan el trabajo colocando las ventanas de aluminio, eso no puede ser porque lo que queda ya no es mío y no lo puedo enseñar con orgullo”.

En estas frases podemos ver al trabajo artesanal de la piedra como expresión de las capacidades distintivas de las personas, como una expresión de las capacidades creativas de los individuos. Podemos aplicar lo que decía un clásico: “el animal no se distingue de su actividad vital... El hombre hace de su actividad vital el objeto de su voluntad y de su conciencia.”

Como artistas creadores y no como simples ponedores de ladrillos, se sienten orgullosos de su trabajo “nos llaman a todas partes porque no hay gente que trabaje la tosca aquí en Arbuniel nada más que nosotros, hemos ido hasta a Sevilla, nos han visto arquitectos y se han quedado asombrados de lo que hacemos”.

Nos quedaba por explorar si piensan que continuarán trabajando con la piedra y parece que el maestro está convencido que cuando él se jubile sus dos oficiales están capacitados para continuar con la labor. Lo que estaban los tres totalmente dispuestos es a enseñar sus conocimientos a todo aquel que quiera, como dicen “se puede enseñar en cursos, lo que tiene que haber es gente que quiera trabajar con la piedra”. Ante la unánime respuesta, creemos que no debemos desaprovechar la oportunidad que nos brindan para trasmitir sus ricos conocimientos a futuras generaciones. A la vez que puede contribuir a la pervivencia del municipio.

 

Arbuniel desde el camino a Montejícar

 

 

 

 

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