LA LÁPIDA GÓTICA DEL ARCO DE LA ENCARNACIÓN DE PEGALAJAR.

Juan A. López Cordero y Enrique Escobedo Molinos (En Feria y Fiestas en honor a la Virgen de las Nieves. Pegalajar, del 4 al 7 de agosto de 2013. Pegalajar: Ayuntamiento, 2013, p. 30-32).

 

Sobre el Arco de la Encarnación de Pegalajar, arco apuntado que era puerta principal de entrada al castillo de Pegalajar, se ubica una lápida conmemorativa rodeada de escudos heráldicos. La lápida está grabada en relieve con letra gótica textual, en algunas partes deteriorada. La caja de escritura de la lápida se distribuye en renglones en relieve donde se encajan las grafías. Utiliza algunas abreviaturas y la ocultación de algunas letras al final o en medio de la palabra. Las palabras suelen estar separadas por signos de puntuación. Encabeza la lápida la palabra “Jhesus”, enmarcada en dos cruces, invocación religiosa habitual al comienzo de todo escrito público, seguida por la fecha, la referencia al rey reinante y, a continuación, el ordenante de la misma y el tipo de obra conmemorativa. La transcripción de la lápida es la siguiente:

 

  + Jhesus +

en el : año : del : señor : de

mil : e : CCCC : e : XXVI : reinan

te: en : castilla : nuestro : señ

[or : el :] rey : don : Juan : que :

[Dios : ]mantenga : e: g[uarde : e :] su

corregidor e: alcald[e :] ma

yor : en la : muy : noble : cib

dat : de : jaen : el : doctor [: Al]onso

fernandez : de : Ledesma : su

procurador : fiscal : del : rey: fec

ha : esta : cerca : por : ma

ndado : del : dicho : doctor[1]

 

 

Lápida conmemorativa del Arco de la Encarnación. Fot. Miguel Ángel Lechuga Chica.

 Esta lápida conmemora las obras que se hicieron en la cerca murada del castillo de Pegalajar en el año 1426, reinando Juan II y siendo corregidor de Jaén el doctor Alonso Fernández de Ledesma. Las obras estarían en relación con la mejora de las fortificaciones de los castillos de frontera que se estaban produciendo en el reino de Jaén, probablemente por la alarma que supuso la entrada de los musulmanes en 1407 con su rey Muhammad VII, cuando tomaron el castillo viejo de Bedmar, mataron a gran parte de la población y los supervivientes fueron llevados presos a Granada. La villa de Bedmar tuvo que poblarse de nuevo, y el Infante Fernando de Antequera, que luego sería rey de Aragón, ordenó levantar un nuevo castillo en 1411, con nuevas técnicas de defensa. Es el conocido como castillo nuevo de Bedmar.[2]

Desde la conquista de la ciudad de Jaén, en 1246, Pegalajar fue incorporado como castillo a la ciudad[3], por lo que en la lápida no hace mención al nombre de Pegalajar y sí a la ciudad de Jaén. Este castillo albergaba también población civil, según cuenta la crónica del Condestable Iranzo del siglo XV, pues sus defensores eran “adalides y hombres del campo”, y fuera del recinto del castillo se extendía un arrabal fortificado donde vivía gran parte de la población civil y se ubicaba un molino aceitero. Otro molino harinero se ubicaba fuera del arrabal y utilizaba las aguas de la Fuente de Vieja –actual Fuente de la Reja- para mover sus rodeznos. La principal base económica de la población de Pegalajar era la explotación agrícola de las fértiles tierras de huerta regadas por esta fuente, con una ganadería semoviente que utilizaba el arrabal como refugio en momentos de peligro, y el comercio con el limítrofe reino musulmán de Granada en épocas de tregua a través de la aduana que se ubicaba en el paraje del Cuchillejo.[4]

En l426, cuando se terminaron las obras de mejora de la fortificación del castillo de Pegalajar, la máxima autoridad local correspondía al corregidor y alcalde mayor Alonso Fernández de Ledesma, que era fiscal del Rey. También era procurador de la ciudad, pues Jaén participaba en las Cortes de Castilla cuando el Rey las convocaba, como una de las 17 ciudades que disponían de este privilegio en el siglo XV. El Doctor Alonso Fernández de Ledesma fue el que ordenó realizar las obras de la cerca, cuyos sillares de piedra procederían de la cercana cantera del Mercadillo, al igual que las piedras de las lápidas conmemorativas. Tras su paso por el corregimiento de Jaén, como fiscal del Rey Juan II[5], Alonso Fernández de Ledesma realizó otros servicios al monarca. Fue embajador de Castilla[6] en el reino de Aragón en 1430 para establecer unas treguas con el rey Alfonso V de Aragón, tras la guerra entre 1429 y 1430 por apoyar éste a los Infantes de Aragón y los nobles castellanos coligados a ellos opuestos a Álvaro de Luna, hombre de confianza del Rey de Castilla por aquella época.

El Doctor Alonso Fernández de Ledesma estaba casado con doña Mencía Alonso de Villaquirán. Tenían unas casas en Ciudad Real[7], que dejaron en su testamento para que en ellas se erigiese un convento de la rama femenina de la orden dominica, así se fundó en 1435 el convento de Santa María de Gracia o de Altagracia.[8]

En la puerta principal del Castillo de Pegalajar, junto a la lápida conmemorativa, se ubican tres escudos de un tamaño similar a la misma, correspondientes al reino de Castilla y León, a la ciudad de Jaén y el tercero a Alonso Fernández de Ledesma.

El escudo de Alonso Fernández de Ledesma aparece a la derecha de la lápida conmemorativa. Está compuesto por las armas de los antiguos condes de Castilla, en particular del Conde Fernán González que lleva en campo de oro una banda de gules -uno de los escudos utilizados por los Fernández-, junto con una bordura que incluye nueve flores de lis, flores que están presentes en el escudo de los Ledesma.

Sobre la lápida conmemorativa se ubica el escudo de Juan II de Castilla, el mismo que llevaba como armas el rey Fernando III el Santo, que en 1230 heredó de su padre el Reino de León, quedando unidos los reinos de Castilla y de León bajo una misma corona. Representa en el primer y cuarto cuarteles: sobre campo de gules, un castillo de oro almenado de tres almenas, mamposteado de sable y clarado de azur. En el segundo y tercer cuarteles: sobre campo de plata, un león rampante de púrpura, linguado y armado de gules, y coronado de oro.

El escudo de la ciudad de Jaén, escudo ubicado a la izquierda de la lápida conmemorativa, es cuartelado el 1º y 4º de oro, y 2º y 3º de gules. La bordura componada tiene dieciséis compones: ocho de gules, con un castillo de oro mazonado de sable y aclarado de azur, y ocho de plata con un león de púrpura linguado y uñado de gules y coronado de oro, a diferencia de los catorce actuales.

Esta lápida y escudos heráldicos constituyen uno de los ejemplos más antiguos de epigrafía gótica de la provincia de Jaén. De hecho, el escudo de la ciudad de Jaén que se ubica junto a la lápida es la representación gráfica más antigua que se conoce. El Arco de la Encarnación está inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural, en su tipología de Monumento, con fecha 25-6-1985.

 

 

Epigrafía y heráldica del Arco de la Encarnación. Fot. Francisco Miguel Merino Laguna.

 


 

[1] Una transcripción no literal de la lápida sería: “Jesús. En el año del señor de 1426, reinante en Castilla nuestro señor el rey don Juan, que Dios mantenga y guarde; y su corregidor y alcalde mayor en la muy noble ciudad de Jaén el doctor Alonso Fernández de Ledesma, su procurador, fiscal del rey. Hecha esta cerca [muralla] por mandato del dicho doctor”.

[2] López, Cordero, Juan Antonio. "Evolución de las fortificaciones en la frontera de Sierra Mágina: Bedmar y Pegalajar". Publicado en Sumuntán: Revista de Estudios sobre Sierra Mágina, núm 15, Colectivo de Investigadores de Sierra Mágina (CISMA), Carchelejo (Jaén), 2001, p. 39-50.

[3] Hasta junio de 1559 Pegalajar no se eximió de la jurisdicción de la ciudad de Jaén.

[4] “Relación de los fechos del mui magnífico é más virtuoso señor don miguel lucas, mui digno Condestable de Castilla". Memorial Histórico Español: Colección de documentos, opúsculos y antigüedades, que publica la Real Academia de la Historia. Tomo VIII. Madrid, 1855. Porras Arboledas, Pedro. Ordenanzas de la muy noble, famosa y muy leal ciudad de Jaén, guarda y defendimiento de los reinos de Castilla. Universidad de Granada ‑ Ayuntamiento de Jaén. Granada, 1993, pp. 201-280.

[5] Juan II de Castilla (1405-1454). Rey de Castilla entre 1406 y 1454.

[6] Zurita, Gerónimo. Los cinco libros primeros de la segunda parte de los anales de la Corona de Aragón. Tomo Tercero. Zaragoza: Por Juan de Lanaja y Quartanet, 1590,  p. 205.

[7] Por este tiempo Ciudad Real era una ciudad en crecimiento. En 1420 Juan II le había otorgado el título de "Ciudad" a Villa-Real.

[8] Francisco Sánchez-Hermosilla Peña. «Fr. Antonio de Lorea. Historia de la Provincia de Andalucía. Conventos dominicanos de Ciudad Real», Communio, XXXI (1998), pp. 353-386 y XXXII (2000) p. 141-176.

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