Los caballeros de Pegalajar en el siglo XVI.

Juan A. López cordero.

(Publicado en  Feria y Fiestas en honor a la Virgen de las Nieves, del 4 al 7 de agosto de 2012, Pegalajar (Jaén). Ayuntamiento. Pegalajar, 2012, p. 30-32)

 

La palabra caballero tiene en el diccionario de la RAE diversas acepciones, que se han ido recogiendo a través de la historia. Hoy día, la más generalizada es aquella que define como caballero a quien se porta con nobleza y generosidad y, como tal, es frecuente manifestar esta palabra cuando queremos dirigirnos a los hombres con educación y respeto. Sin embargo, en su primitiva acepción significaba «aquel que va a caballo», animal que sólo poseían las personas de mayor hacienda.

Entre los caballeros destacaban los cuantiosos, o aquellos que tenían la obligación de mantener caballo y armas para cuando el Rey les llamase a la guerra. Por otra parte, disponían de diversos privilegios entre los que destacaban el control de la mitad de los oficios del cabildo municipal[1] o ayuntamiento, lo que suponía también el control de la vida económica y social del municipio, así como la justicia a través de los alcaldes ordinarios.

Los caballeros de Pegalajar formaban un núcleo importante de población en el siglo XVI, eran labradores con tierra, recuerdo de un pasado de frontera con el reino musulmán de Granada, obligados a mantener armas y caballo, que también les servía para el trabajo agrícola. Los caballeros constituían la élite social de la villa y fueron quienes promovieron la independencia jurídica de Pegalajar respeto a la ciudad de Jaén ante el rey, que se hizo efectiva por real privilegio en 1559 a cambio de una elevada suma de maravedís. Desde el principio de su independencia, los caballeros y los vecinos de Pegalajar en general sufrieron el acoso de la ciudad de Jaén a través de su corregidor que intentó controlar el cabildo municipal como lo había hecho en el pasado; de ahí que el corregidor de Jaén se personara en la población y encarcelara al primer cabildo independiente a unos meses de su constitución democrática en asamblea de vecinos, sustituyéndolo por otro afín, y que posteriormente interviniera en la elección de los caballeros cuantiosos que podían optar a formar parte del cabildo[2]. Las continúas intervenciones del corregidor molestaban a los caballeros de Pegalajar, que reaccionaron jurídicamente a través del síndico personero, cargo del cabildo cuya misión era velar por los intereses del común de vecinos, defender sus derechos y quejarse de los agravios que se les hacían.

En enero de 1585, el síndico personero Alonso López de Biedma, en presencia de los alcaldes ordinarios Gonzalo Gutiérrez de Valenzuela y Diego García Xuarez, inició las diligencias para presentar al rey las quejas del cabildo por las grandes molestias y extorsiones que hacía el corregidor de Jaén a los vecinos de Pegalajar en relación a las evaluaciones y licencias de caballeros cuantiosos que él no aceptaba, dando licencia de caballeros a quienes él quería y multando a quienes había nombrado el cabildo a través de los alcaldes ordinarios, que ejercían la justicia en la población y presidían el concejo.

Para el síndico personero ello se traducía en el desinterés que tenían muchos vecinos de Pegalajar en mantener caballos, pues el corregidor no les dejaba pertenecer al grupo de caballeros cuantiosos. Para labrar la tierra les era más útil utilizar mulas, provenientes de echar garañones (asnos) a las yeguas, por lo que la cría de caballos iba el declive[3] que, por otra parte, tenían prohibido por el rey para así poder fomentar la cría de caballos, tan necesarios en las frecuentes guerras que por esta época tenía la corona.

El síndico personero presentó como testigos a Rui López de las Vacas, Cristobal de Aranda el Mayor, Cebrián López Serrano y Juan Carrillo, los cuales manifestaron que la villa de Pegalajar tenía cédula y sobrecédula real para poder hacer su justicia, evaluaciones de los caballeros cuantiosos, y que así se había hecho; cómo el corregidor de Jaén, acompañado de su alcalde mayor, escribano, alguacil y fiscal, vino a Pegalajar contraviniendo el privilegio de exención que el rey otorgó a la población, dio por nulas las elecciones de caballeros cuantiosos y nombró otros por favores y dádivas que había recibido, haciendo vejaciones y extorsiones a los vecinos, que no podían recibir licencia de cuantiosos, ni tampoco vender ni renovar sus caballos y estaban amenazados por fuertes sanciones. Por ello los caballeros cuantiosos de Pegalajar no querían ser tales y buscaban medios para evitarlo, lo que degeneraba en una disminución de las caballerías y, por tanto, en una disminución del servicio al rey.

El Cabildo de Pegalajar dio poder a Juan de Talavera, vecino de Campillo de Arenas y a Tomás Gómez, procurador en los consejos reales, residente en Madrid para pedir que la justicia de la villa pudiese evaluar a sus caballeros cuantiosos y dar permiso para renovar y vender sus caballos, y no el corregidor de Jaén, de acuerdo con su privilegio de independencia jurídica.

El ganado caballar en Pegalajar fue disminuyendo, a la vez que en otras parte del reino de Jaén. Unos caballos que se definían como «de muy buenos braços y pies y manos y siguros y de gran bondad y bocas escogidas por ayudarles la naturaleça de la tierra ques aspera y fuerte y las aguas muy buenas que les haze ser las bocas naturales y ser ansimismo muy alentados y para mucho trabaxo y que acuden muy bien al castigo y enseñança»[4]. Aunque en Pegalajar hubo posteriormente intentos de fomento de la cría caballar con la ubicación de dehesas de yeguas  (Almoroche) y potros (La Serrezuela), la cría caballar no se recuperó, pese a las ordenanzas y periódicas disposiciones de fomento de la misma por parte de la Corona. Todavía en la primera mitad del siglo XIX aún estaban censados en Pegalajar 45 cabezas de ganado caballar entre caballos, yeguas, potros y potrancas[5].

 

[1] Sobre el nombramiento de los oficios del cabildo en esta época ver: López Cordero, Juan Antonio: «Los cabildos municipales de las villas de La Mancha y Pegalajar en la segunda mitad del siglo XVI. Las luchas por su control». Mágina, núm. 6. Jaén: Centro Asociado de la UNED de la provincia de Jaén, 1999, p.59-72.

[2] La intervención del corregidor de Jaén en la elección de los caballeros cuantiosos fue habitual en las villas que anteriormente pertenecieron a la jurisdicción de Jaén, como Valdepeñas, que se independizó en 1558.

[3] El informe realizado por el Cabildo municipal de Pegalajar se encuentra en el inserto en el siguiente expediente: Archivo General de Simancas. Cámara de Castilla. Ordenanzas de la villa de Valdepeñas para el fomento de la raza caballar. Signatura CCA,DIV,22,1, 1576 y 1585.

[4] Archivo General de Simancas. PTR,LEG,81,DOC.220,1588. Relación enviada por el corregidor de Jaén sobre la raza y cría de caballos.

[5] Archivo Municipal de Jaén. L. 427. Registro de ganado caballar, 1825-1832.

 

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